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Sobre el proyecto

Un año en Saint Louis o por qué esta ciudad importa

EL PAÍS pone en marcha desde Senegal una cobertura especial para contar la vida cotidiana de una ciudad de África

Un paseo rápido por Saint Louis (Senegal) en enero de 2019.Vídeo: Luis Manuel Rivas

Sobre la mesa había varias candidatas. Pero la elegida ha sido Saint Louis, en Senegal, ciudad media, de unos 250.000 habitantes. Porque posee todos los elementos socioeconómicos necesarios para narrar hoy a través de ella lo que está sucediendo en África en general, en asuntos tan relevantes como las migraciones, el desarrollo sostenible, la pesca, el cambio climático, la educación, la pobreza, la seguridad alimentaria, la igualdad de género, la tecnología, el arte y la cultura o la salud global. Este es un viaje para conocerla y acercarnos, así, a la vida cotidiana de los africanos.

Declaración de intenciones

La idea de seguir el día a día la vida de una localidad africana estuvo siempre ahí, aletargada, entre los planes de la sección Planeta Futuro desde que nació allá por el 16 de enero de 2014 (¡sí, acabamos de cumplir cinco años!). El primer reportaje que publicamos fue desde Níger, uno de los países más pobres del mundo. Se titulaba Empieza el camino, realizado por José Naranjo y Alfredo Cáliz, y contaba por qué y de dónde venían ya entonces los migrantes; cómo vivían, qué les movía y cómo realizaban tan difícil, y a veces mortal, travesía. El movimiento de personas desde África, creíamos entonces, iba a ser uno de los asuntos más relevantes del siglo XXI. Y lo es.

Aquello fue una declaración de intenciones. Planeta Futuro nacía para narrar desde el terreno la pobreza, los problemas de seguridad alimentaria, de salud global, de mortalidad infantil, de acceso a la educación. La sección intentaría desvelar los progresos, la innovación, la fortaleza infinita de las mujeres africanas, la resiliencia de sus agricultores y pescadores, la vitalidad y el cambio de rumbo y mentalidad de sus jóvenes... Y así, otros asuntos cotidianos de los países más desfavorecidos, de los que poco o nada sabemos. Todo eso forma parte del ADN de esta sección del diario EL PAÍS desde entonces. Y son ya miles los artículos publicados no solo sobre tales migraciones en o desde África, sino sobre el abanico de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la llamada Agenda 2030, la hoja de ruta de Naciones Unidas por un mundo más habitable y digno.

El mismo estímulo que nos empujaba entonces nos impulsa en este proyecto que nace un lustro  después, en este mes de enero de 2019, y al que hemos bautizado como Un año en Saint Louis (#SaintLouis365 en redes). Esta iniciativa periodística, inédita, es un intento de acercar y dar a conocer el África real y polifacética a los lectores en castellano en un momento en que el rechazo al diferente y al pobre, el racismo, la xenofobia y el populismo crecen de forma alarmante en todo el mundo. El mejor modo de evitarlo es el conocimiento del otro y el diálogo.

Contar la vida de los que no migran

Los redactores de Planeta Futuro y de otras secciones de EL PAÍS seguirán durante el año 2019 el devenir de Saint Louis, ciudad frontera entre Senegal y Mauritania, símbolo de migraciones. Desde ella y sus alrededores partieron miles de personas hacia las Islas Canarias durante la llamada crisis de los cayucos de 2006 y 2007. Fruto de esas migraciones y de su estabilidad política, Senegal es hoy por hoy uno de los países del África subsahariana más vinculados con España en materia de seguridad, cooperación al desarrollo, presencia empresarial e intercambios comerciales.

El objetivo es darla a conocer desde dentro, desde todos los sectores y miradas posibles; usar todos los formatos a nuestro alcance para contar sus retos de desarrollo y progreso, dilemas, tradiciones o innovaciones… Las ciudades intermedias crecen y juegan un rol importante en la demografía y los movimientos de personas en África (cuya población, 1.270 millones. se doblará para 2050). Queremos contribuir así desde EL PAÍS, el mayor medio de comunicación internacional en castellano, a dar a conocer quiénes son nuestros vecinos (la costa africana dista apenas 14 kilómetros de la española). Se ha escrito ya (aunque no demasiado) sobre aquellos que partieron un día del continente, la diáspora, y viven ya entre nosotros en suelo europeo. O sobre aquellos otros que intentan llegar a Europa o América o Asia desde África de múltiples maneras, muchas veces dramáticas. Pero nada o casi nada sobre esa gran mayoría, los y las que se quedan en su tierra y luchan por tener una vida digna y/o por contribuir a desarrollar su país.

Semana a semana publicaremos cronológicamente artículos, reportajes, vídeos, contenido en redes sociales… todo aquello que ayude a retratar Saint Louis, a ponerla en el mapa. Periodistas, blogueros, estudiantes de español, ONG, intelectuales y otros ciudadanos de Saint Louis han sido invitados a participar en esta cobertura a lo largo de estos meses en un ejercicio de unión entre las dos orillas del Mediterráneo y el Atlántico. Cargada de retos y dificultades, el momento para seguir a Saint Louis es idóneo porque se ha descubierto gas y petróleo cerca de sus costas y todo puede cambiar muy rápido tratándose de un país, Senegal, que hasta ahora carecía de grandes recursos minerales. Se respira esperanza en la ciudad. Y queremos estar ahí, para verlo y contarlo.

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¿Por qué Saint Louis?

Hemos elegido esta ciudad senegalesa porque...

  • Está cargada de historia. Fue zona de esclavos liberados y uno de los primeros asentamientos europeos en África occidental (1659). Jugó un importante papel en la independencia de Senegal

  • La isla sobre la que se asienta es patrimonio de la Unesco, pero la mayor parte de sus edificios históricos están muy deteriorados.

  • Por su ubicación, frontera con Mauritania, es puerta del desierto. El río Senegal desemboca en ella y en ella se une al océano. Y por su cercanía a España: Senegal está a cuatro horas de vuelo.

  • Es una ciudad media, de unos 250.000 habitantes. La región, del mismo nombre, tiene tres departamentos con medio millón de personas, y un gran peso agrícola marcado por el río Senegal.

  • Tiene un amplio sector de pescadores de vida muy difícil y con condiciones de trabajo y entorno muy precarios. Sufre ya impacto por el cambio climático.

  • Se debate entre la pobreza, las migraciones, la falta de trabajo e infraestructuras y los sueños de un futuro mejor (que nunca acaban de llegar). Ahora hay esperanza: se ha descubierto gas y petróleo.

  • La escasez de trabajo y de oportunidades la han convertido en símbolo de emigración de jóvenes (desde sus costas partieron las barcas de la llamada crisis de los cayucos de 2006 y 2007 hasta las islas Canarias).

  • Tiene una universidad influyente, en la que además "se habla" español. En el Departamento de Lenguas Aplicadas y el de Filología hay 17 profesores y 2.000 alumnos de español. En todo Senegal estudian castellano 240.000 personas.

  • Es vibrante y generadora de cultura, arte y festivales de música, museos de fotografía... Abundan los temas de economía, educación, mujeres, sanidad e infancia.

  • Tiene parques naturales únicos. Muchas aves.

  • Con enormes retos en materia de desarrollo, la protección de la infancia (niños talibés), los derechos de la mujer y el acceso a servicios básicos son algunos de sus principales desafíos. Todas las temáticas incluidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que aborda habitualmente Planeta Futuro.

  • La religión tiene un peso específico importante en la ciudad. Las cofradías están muy presentes y el Islam, la creencia mayoritaria, marca la vida cotidiana de sus gentes.

  • Tiene mucho potencial; se trata de una urbe que podría mejorar con inversiones y ganas y buenas políticas; que podría ser gran puerto; que tiene tirón de turismo, una población mezclada e internacional…  Un espíritu especial.

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