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Penguin Pool: ¿Hay que demoler un clásico de la arquitectura que no tiene uso posible?

La hija del arquitecto ruso Lubetkin propone "hacer añicos" la obra más reconocida de su padre, patrimonio británico protegido y uno de los mejores ejemplos del racionalismo

Los pingüinos descienden por la rampa helicoidal de la 'Penguin Pool', seguidos por un vigilante del zoo, el 20 de enero de 1954. Entonces, el suelo era de goma. |
Los pingüinos descienden por la rampa helicoidal de la 'Penguin Pool', seguidos por un vigilante del zoo, el 20 de enero de 1954. Entonces, el suelo era de goma. |Getty

"Tal vez sea hora de hacerla añicos". Este comentario de Sasha Lubetkin, hija del arquitecto ruso Berthold Lubetkin, en Camden New Journal ha reabierto el debate sobre qué hacer con la Penguin Pool (piscina para pingüinos) que su padre construyó en el zoo de Londres en 1934. Hace 15 años que dejó de utilizarse, después de que una reforma del suelo provocara a estas aves una infección en las patas, pero su clasificación con el máximo grado de protección del patrimonio británico impide que sea demolida. Tampoco está permitido vallarla. Los visitantes del zoo más despistados siguen esperando que los pingüinos salgan de su escondite y empiecen a deslizarse por las rampas de hormigón que se entrecruzan en el centro de la piscina (ahora funciona solo como fuente).

La Penguin Pool de Lubetkin fue uno de los primeros triunfos de la arquitectura moderna en Reino Unido. "Con ella, se hizo evidente que Inglaterra no solo aceptaba la nueva corriente como la manera lógica de construir, sino que además estaba ofreciendo oportunidades a los talentos del máximo nivel de ingenio técnico y estético", explicaba en 1937 el catálogo de una exposición del MoMA sobre el auge de esta arquitectura.

Escuelas como Bauhaus habían abierto sus puertas muchos años antes, pero la Penguin Pool "atrajo la atención a Inglaterra". Sus rampas helicoidales, uno de los primeros casos de éxito del hormigón armado en la arquitectura, y que Lubetkin diseñó en colaboración con el ingeniero Ove Arup, sigue inspirando, de hecho, edificios contemporáneos, como por ejemplo el Museo Memoria de Andalucía, obra del arquitecto español Alberto Campo Baeza.

"Claro que tuve presente la preciosísima Penguin Pool del zoo de Londres cuando proyecté y construí el patio central del museo. ¿Cómo podría hacer una rampa helicoidal doble sobre las trazas de una corona circular sin inspirarme en la pieza de Lubetkin?", confiesa el propio Alberto Campo Baeza a ICON Design. "Berthold Lubetkin era un arquitecto genial. Yo creo que puso en pie esa maravilla para que los pingüinos, que son muy patosos al andar, parecieran más elegantes en su discurrir", dice. Luego nos enseña uno de los planos de su proyecto en el que se ve a dos pingüinos caminando encima de la rampa del patio del museo.

Museo Memoria de Andalucía, del arquitecto español Alberto Campo Baeza. |
Museo Memoria de Andalucía, del arquitecto español Alberto Campo Baeza. |Getty

Que de todos los rincones posibles la arquitectura moderna empezara a propagarse desde Reino Unido, y precisamente desde el viejo zoo de Londres, se debió a la coincidencia en el tiempo del biólogo Julian Huxley al frente de la secretaría del zoológico y la llegada a la capital británica de un grupo de arquitectos racionalistas, entre los que se encontraban Berthold Lubetkin y varios miembros de la Bauhaus huidos de la Alemania nazi, como Walter Gropius.

Huxley, hermano de Aldous Huxley, el famoso autor de la distopía Un Mundo Feliz, se había propuesto prescindir de las abigarradas réplicas del hábitat de los animales que estaban de moda en los zoológicos de la época, que permitían a las criaturas más huidizas esconderse de la vista de los visitantes. En su lugar, construyó un escenario más teatral en el que "las características de los animales —su forma, color y movimiento— quedaran exhibidas de mejor manera al público", según explicaba la nota de prensa de la exposición del MoMA. Natural, por tanto, que con esas intenciones Huxley encontrara su mejor aliado en el depurado y funcional racionalismo arquitectónico, siempre tan bien dispuesto a subordinar la forma a la función.

La devoción de Huxley por la arquitectura moderna, por otro lado, permitió que Lubetkin, al que además de la piscina se le encargó la construcción de otras instalaciones como una caseta para los gorilas, ensayara con los animales del zoo virguerías como las mencionadas rampas helicoidales de hormigón armado, cuya estructura debe la Penguin Pool a la colaboración con la ingeniería.

"¿Cuántos ciudadanos de Londres se han asomado a los muros de esa piscina y, envidiando a los pingüinos que se zambullían en el agua azul o descendían por la exquisita inclinación de la rampa, se han preguntado con tristeza por qué los seres humanos no pueden disfrutar de un entorno tan bien adaptado a sus necesidades?", llegaría a decir de la Penguin Pool una revista especializada.

Tuvo tanto éxito que Tecton, el estudio de arquitectura que Berthold Lubetkin había fundado en 1932, terminó construyendo un zoo entero en la ciudad de Dudley (al noroeste de Birmingham, Reino Unido), aunque sobre todo permitió que Lubetkin y Ove Arup siguieran explorando juntos las posibilidades del hormigón armado. Un año después de la inauguración de la piscina para pingüinos, pudieron por fin utilizar su experiencia con los animales para construir edificios de uso humano en los Apartamentos Highpoint I, de Highgate (Londres), una obra que fue admirada por Le Corbusier. También levantarían los Highpoint II o el Finsbury Health Centre.

Sin embargo, tras una reforma llevada a cabo en 1980 en la famosa piscina, los pingüinos acabaron abandonándola. La razón: las abrasiones que el suelo de hormigón estaba provocando en los animales habían derivado en una infección bacteriana en las patas. La piscina quedó vacía. En 2004, tuvieron que ser trasladados a uno de los estanques para patos del zoo y desde 2011 se encuentran en la Penguin Beach, la más grande de Europa.

La hija del arquitecto ruso asumió en sus declaraciones al diario local que los avances en el conocimiento de las diferentes especies habían hecho que la Penguin Pool, tal y como estaba diseñada en origen, hubiera dejado de ser el lugar más adecuado para estas aves. Pero el pasado 10 de enero, el arquitecto John Allan, responsable de la restauración de la piscina en los ochenta y autor de una biografía de Lubetkin, respondió por alusiones en el Evening Standard: "El pavimento original del recinto era de goma, para comodidad de los pingüinos, pero fue reemplazado por hormigón por decisión del zoológico, y al margen de la opinión de los diseñadores".

Desde entonces, el debate sobre si debería darse algún nuevo uso a la Penguin Pool es recurrente. Más parecida al escenario de un musical del viejo Hollywood que al aviario de un zoológico, la piscina de Lubetkin sirve en cualquier caso para recordar que, en Londres, los pingüinos disfrutaron la arquitectura moderna antes que las personas.

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