Cada vez que una célula se replica para renovar los tejidos del organismo, los telómeros (unas regiones de los cromosomas que protegen el ADN) se acortan. Cuando son demasiado cortos, las células no pueden replicarse más y dejan de reproducirse, la vida se acaba. Tener unos telómeros largos augura longevidad, y los científicos han observado este año que al menos los de lo glóbulos blancos se alargan con el ejercicio aeróbico. Lo constataron en un ensayo con un grupo de 124 personas de entre 30 y 60 años, que confirma que gozar de una larga vida está más en tus manos que en tus genes,
Los voluntarios, que no hacían ejercicio regularmente, corrieron durante 45 minutos, tres veces a la semana, durante los seis meses que tú podrías ponerte como meta este año. Los telómeros de sus leucocitos crecieron entre un 3,3 y un 3,5%. Los científicos compararon el efecto con el de un grupo que hizo ejercicio de fuerza, como levantar pesas, y no detectaron los mismos beneficios para la salud entre ellos. Los corredores salieron ganando aunque menos del 70% de todos los que participaron en la investigación fueron capaces de mantener el ritmo durante medio año...
Si tú sí consigues cumplir este propósito de año nuevo, la ciencia da pie a ir más allá, a convertir el hábito en una afición que dure décadas. Según un estudio publicado en agosto, en la revista Journal of Applied Physiology, las personas que lo consiguen tienen una capacidad aeróbica y muscular comparable a la de jóvenes de 25 años. Los investigadores confrontaron esta característica de los aficionados al running desde los años setenta con la de un grupo de veinteañeros, y comprobaron que no eran tan diferentes. La de los mayores era menor, pero también hasta un 40% superior de quienes, con su edad, nunca movían los pies para correr.