¿Conoces esa sensación de estar apoyándote en un colchón de plumas? Es la amortiguación, una característica del calzado que protege las articulaciones, pero que frena el impulso. Su efecto más evidente es que cuanto más rápido uno quiere ir, mayor es el esfuerzo que debe hacer.
Un estudio reciente ha revelado que abusar de la amortiguación más que atenuar el impacto contra el suelo altera la biomecánica de carrera, lo que reduce la capacidad de elasticidad del pie y la pierna. Cuidado a la hora de interpretar la investigación. El brand trainer de Asics Jesús Martín-Pozuelo precisa que "el estudio se ha desarrollado en una pista de 30 metros de largo. ¿Y si vamos a entrenar un maratón?".
En este caso, "el entrenamiento de 12 a 16 semanas supone unos 1.000 kilómetros, y la carrera son 42 kilómetros seguidos, todo el mismo día. Los atletas más técnicos tienen tal nivel muscular y una técnica de carrera tan depurada que no necesitan mucha amortiguación. Ves a Kipchoge entrando en meta en Berlín el día que batió el récord mundial y parece que vaya tan fresco a más de 20 kilómetros por hora, pero un corredor popular que tarda cuatro o cinco horas puede que vaya a 11 kilómetros, o menos. Para cuando llega a la meta tiene con una gran fatiga muscular y va a necesitar una zapatilla que amortigüe", precisa.