Qué hacer cuando la fama te estalla de un día para otro: lo cuentan los siete protagonistas masculinos de ‘Élite’
Seguramente son los (post)adolescentes más observados de este país. El abrumador éxito de la serie ha cambiado sus vidas radicalmente. Ellos mismos cuentan cómo
Netflix nunca publica la audiencia de sus series, así que en su balance de 2018 ha optado por rankings coquetos como “las diez estrellas de Netflix que más seguidores han ganado en Instagram” gracias, por supuesto, a su aparición en la plataforma digital que está cambiando el mundo. Que tres de ellos (Miguel Herrán, Jaime Lorente y María Pedraza) hayan protagonizado La casa de papel y Élite deja claro que Netflix también les está cambiando la vida a ellos. Hemos hablado con los siete actores de Élite sobre la fama súbita, sobre los hábitos que cualquiera consideraría cotidianos a los que han tenido que renunciar durante estas últimos dos meses y sobre qué se siente al ser los (post)adolescentes más observados del país.
Omar Ayuso (Valencia, 1996)
Sale a comprar ropa por Malasaña y no puede avanzar sin que le pidan fotos o le inviten a una caña. También ha dejado de salir de fiesta (“me agobio mucho, y para qué”) y evita las calles principales de Madrid. Su espacio tranquilo ha acabado siendo, paradójicamente, el metro: ahí le graban, pero no le hablan. “E Instagram solo juega en mi contra, porque no me entero de cuándo me comentan mis amigos”, lamenta. Está orgulloso de su generación, que considera que tiene una mirada crítica y se está formando sobre el feminismo, la causa LGTB y el racismo sin otra herramienta que Internet. “A esos pollaviejas que se quejan de que ya no se puede decir nada les jode que vengamos a señalar lo que está mal. No se dan cuenta de que no es un ataque contra ellos, sino contra lo establecido. Tenemos una voz potente y la usamos. Mi hermana de 17 años me habla de veganismo, relaciones tóxicas y apropiación cultural”, celebra.
Álvaro Rico (Madrid, 1998)
La bisexualidad de su personaje, Polo, sumada al “bullying silencioso” que sufre por parte de un puñado de amigos tóxicos, una novia marquesa y unas madres lesbianas (Élite va por la segunda generación de normalización LGTB) empeñados en que haga lo que ellos quieren, está tratada con seriedad por la serie y eso es lo que más admira Rico. “No son temas banales. En la adolescencia se está formando tu personalidad y por eso es una etapa trascendental”, asegura. El actor se escapa a su pueblo, cerca de Toledo, para tomarse una caña en el mismo bar de siempre. Cuando vuelve a Madrid, a veces se encuentra con regalos de alguno de sus millón y pico de nuevos seguidores en Instagram, como el paquete de un admirador chino que se ha sentido identificado con Polo. En China solo un 3 % de los hombres no heterosexuales está fuera del armario. Además, no hay acceso a Netflix. Pero nunca hay que subestimar los recursos de un fan. Aunque para fan de Rico, María Pedraza, que hace unos días subió a sus stories de Instagram la performance del actor disfrazado de Marilyn Monroe en el CiBra. Rico ejerció como maestro de ceremonias de este festival de cine y literatura de Toledo y varios de sus compañeros asistieron: Iztan Escamilla, Omar Ayuso, Mina El Hammani, Jaime Lorente y Ester Ayuso, con quien Rico acaba de pasar unos días en París. Desayunaron en la habitación del hotel viendo Élite.
Miguel Bernardeau (Valencia, 1996)
Tras estudiar arte dramático en Los Ángeles, debutó como actor en Cuéntame cómo pasó, junto a su madre, Ana Duato, y este año ha sido el hombre florero de Maribel Verdú en Ola de crímenes. Hace unas semanas asistió a los premios de Los 40 y, al levantar los brazos para estirarse, 11.000 personas rugieron. “Yo miraba a un lado y a otro buscando a quién jaleaban y resultó que era por mí”, recuerda. “Me encanta que a la gente le guste mi trabajo, aunque me quita parte de lo que me llevó al lugar donde estoy: esa intimidad, esa soledad, esa necesidad de aprobación, esa capacidad para observar”. Bernardeau no busca ninguna de esas cosas en las redes sociales, cuya repercusión ha decidido utilizar para colaborar con UNICEF. “Quiero reconducir las corrientes de atención que se crean y trasladarlas a lugares que importan de verdad: si estimulas a los jóvenes, se concienciarán de lo que está ocurriendo en otros países”. Incluso cuando hace unos días le pillaron besándose con Aitana (sí, esa Aitana) por las calles de Madrid, Bernardeau esquivó las preguntas de los reporteros invitándoles a “prestar atención a los asuntos realmente importantes”.
Itzan Escamilla (Madrid, 1997)
Al intérprete de Samuel, un chaval bienintencionado que adquiere su conciencia de clase a lo largo de los ocho capítulos, le gusta que Élite “represente a la juventud de una manera real y cruda, con temas como el VIH contados desde un punto vista positivo y no como algo de pobres o de gais, que es un estereotipo antiguo”. Escamilla, formado en el teatro y en la serie de TVE Víctor Ros, considera que su generación tiene la mente más abierta y menos miedo a arriesgar, a llegar lejos y a decir “¿por qué no?”. “Ahora todo parece posible, yo he nacido en España y, gracias a Netflix, podría acabar trabajando en Estados Unidos. Ahora tenemos menos límites”. Los límites, eso sí, tiene que ponerlos cuando quiere pasárselo bien: “En menos de un mes me he convertido en un chaval que cuando sale de fiesta tiene que estar en un reservado porque si no es imposible; de fiesta todo se magnifica, es una foto tras otra. No puedo estar tranquilo ni de coña”.
Arón Piper (Berlín, 1997)
Tras hacer la prueba para el papel de Samuel le ofrecieron el de Ander, hizo dos castings más y en el segundo coincidió con Omar Ayuso. Ahí nació Omander, la pareja gay que ha obsesionado al público en general y a Buzzfeed (en todos sus idiomas) en particular. “Es un privilegio y una responsabilidad”, opina Piper, “me escriben muchos chavales contándome que, aunque todavía no se atreven a decir nada en casa, sí han empezado a asumir su homosexualidad viendo la serie”. A Piper le parece una idea sensacional que prohíban el uso de móviles en el rodaje de la segunda temporada, especialmente si eso garantiza que nadie va a grabarle cuando esté desprevenido. “Un día en una fiesta me quedé ciego con un flashazo y me di cuenta de que había un chico grabándome con el teléfono. Cuando le miré me pidió que le mandase un saludo a su hermana”, recuerda. Piper accedió, porque asegura que todavía no ha rechazado ninguna petición de los admiradores. De momento.
Miguel Herrán (Málaga, 1996)
Dice que no hizo casting porque el director de Élite, Ramón Salazar, “se empepinó” en que le quería para el alumno más macarra de Las Encinas, Christian, que él ha basado en uno de sus amigos: “Le pregunté de dónde viene ese interés por el lujo y la pasta para conocerle mejor”. Cuando empezó los ensayos, Antena 3 acababa de cancelar La casa de papel, donde tenía un papel, y durante el rodaje fue subida a Netflix y se convirtió en un fenómeno mundial. “He dejado de salir de fiesta, pero es que incluso en fiestas privadas la gente no me da la opción de conocerla y a mí no me apetece hablar de mi trabajo en ese momento. Me encantaría tomarme una cerveza con ellos y conocerlos, pero me ponen en un lugar que se me quitan las ganas”, explica. La escena más difícil de la serie fue la del paseíllo desnudo delante de todo el instituto: “Había 200 figurantes y 100 personas del equipo. Me hice superpequeño con todos mis complejos”.
Jaime Lorente (Murcia, 1991)
“¿Miguel Herrán te ha dicho que no hizo casting? Pues sí que lo hizo. Y yo también, claro”, explica sobre su compañero en Élite y en La casa de papel. El mayor de la pandilla celebra que ahora haya más libertad para contar los problemas de los adolescentes sin edulcorarlos, sin tabúes y sin miedo a que nadie se lleve las manos a la cabeza. Lorente lleva con tranquilidad que todo el mundo preste atención a cada paso que da, quizá porque es el más experimentado de todos (tiene a las espaldas 135 capítulos de El secreto de Puente Viejo). A pesar de que Nano y Denver, sus personajes en las dos series del año, podrían ser amigos entre sí, él tiene mucha más sensibilidad y delicadeza que ellos, aunque es consciente de que “esta cara no me acompaña mucho para hacer papeles bonicos”, confesión en la que se revela su acento murciano. Precisamente por eso tiene ganas de demostrar su faceta más emocional, porque “cuanto mayor sea el reto, más burraco me pongo”. Lorente ha mostrado su lado sensible en unas fotos de fotomatón con María Pedraza que ella misma ha compartido en Instagram (coincidieron, además de en Élite, en La casa de papel y en la película que acaban de rodar ¿Qué te llevarías a una isla desierta?) y con el anuncio de que este próximo año publicará un poemario, A propósito de tu boca.
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