Por qué ‘La casa de papel’ ha sido un inesperado éxito internacional
La popularidad de la serie de Antena 3 se dispara en países como Argentina, Brasil o Francia gracias a Netflix
Fuera de España, los espectadores de La casa de papel aún no saben si el atraco a la Fábrica de Moneda y Timbre termina bien o mal para Berlín, Tokio, Río, el Profesor y compañía. El 6 de abril, Netflix colgará la segunda y última parte de la serie, que se despidió en Antena 3 el pasado 23 de noviembre. Aunque aquel final en España fue seguido por 1.798.000 espectadores, dato discreto para el prime time español, fuera el final se espera con ansiedad por televidentes de Francia, Italia, Argentina, Brasil o Turquía.
La llegada del thriller producido por Atresmedia y Vancouver a Netflix a finales de diciembre lo convirtió en un inesperado fenómeno mundial: se ha mantenido durante seis semanas consecutivas como la más seguida por los usuarios de la aplicación TV Time; es una de las más populares en IMDb, la mayor base de datos fílmicos en Internet; ha sido recomendada en redes sociales por famosos como el futbolista Neymar o el cantante Romeo Santos... Incluso la careta de Dalí que llevan los atracadores se ha podido ver en los carnavales de Brasil o en pancartas enormes desplegadas en estadios de Arabia Saudí. ¿Cómo se puede explicar este éxito internacional?
"La Casa de Papel" wins the "most binged" show for its 6th week in a row 😳
— TV Time (@tvshowtime) March 6, 2018
Can you guess which show holds the record?? pic.twitter.com/RC1HpqiTaS
Sonia Martínez, directora de Ficción de Antena 3, apunta varios factores. "Es una serie que en su ADN lleva el formato de vídeo bajo demanda. Es un atraco en el que se van marcando las horas y tienes la sensación de que necesitas consumir más, es el producto ideal para ver así". Además, añade la importancia del diseño de personajes. "Dentro de que son personas que están delinquiendo, teníamos claro que la gente tenía que tener la sensación de que están con ellos, que son los buenos, y que cumplen un deseo que todos llevamos dentro que es atracar algo tan impersonal como es la Casa de la Moneda", defiende Martínez, que destaca también la iconografía de la serie: "entra por los ojos en cuanto ves un frame".
Álex Pina, creador de La casa de papel, cree que ha conectado con un estado de ánimo presente en muchos países por la crisis económica. "Estos señores que atracan la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre tienen un componente casi antisistema que recoge un poco la decepción con los Gobiernos, los bancos centrales..., un hastío en el que estos robin hoods se convierten para muchos en estandarte de esta atmósfera de decepción. En Le Monde hace unos días hacían una reflexión política sobre la serie en este sentido", destaca.
Martínez y Pina coinciden en que uno de los elementos que ha determinado la diferente acogida en su emisión en Antena 3 —con una audiencia que fue de más a menos— y en Netflix ha sido el cambio de hábitos de consumo en los espectadores de series. "Es un producto al que tienes que prestar atención y hacer un trabajo íntimo de visionado, que nadie te estorbe", dice Sonia Martínez. "Nunca habíamos pensado en eso pero, inconscientemente, estaba diseñado de forma que su punto álgido lo iba a encontrar en un consumo de vídeo bajo demanda. El ritmo que tiene favorece que el consumo lo hagas como tú quieras, con toda la atención y en un consumo muy individualista. Ahora en España también hay un repunte porque la gente la está viendo en Netflix, y muchos casi ni se habían enterado de que se había emitido en Antena 3 porque a lo mejor no ven la televisión generalista", añade.
Para Pina, los cortes para publicidad con que contaba la serie en su emisión lineal jugaban en contra de "la experiencia visual". "Es una serie que es frenética, es adrenalina pura, va casi en tiempo real, y ahí los cortes para publicidad producen una especie de parón brusco que es complicado", defiende. Además, destaca el universo de personajes tanto de La casa de papel como de su anterior creación, Vis a vis, en la que también trabajó buena parte del equipo de la serie de atracos. "Estamos haciendo una ficción con unas características propias, con un diseño de personajes muy poderoso, con un universo femenino muy poderoso y fuerte. Por un lado tenemos elementos emocionales, con un diseño de personajes excéntrico, sorprendente, y en las dos series trabajamos la ambigüedad moral, cambiamos el foco de lo que el espectador cree que es bueno y malo. Vemos que personajes muy villanos como Zulema en Vis a vis o Berlín en La casa de papel tienen características magnéticas para el espectador", añade.
En su versión internacional, La casa de papel, compuesta originalmente por 15 capítulos de unos 70 minutos cada uno, se ha adaptado a episodios de unos 50 minutos. De esta forma, la primera parte, que en España constó de 9 episodios, en el formato internacional tiene 13. Este reajuste también afectará a la segunda parte. "Siempre contamos con hacer un montaje internacional de las series", cuenta Pina. "En este caso, teníamos el problema añadido de los cliffhangers, cada capítulo terminaba con uno y esto muchas veces se trastoca. La labor de montaje en posproducción ha sido tremenda. A veces unas tramas las cambiamos de capítulo. Lo bueno de la serie es que es un flujo continuo, donde acaba un capítulo empieza el siguiente, y eso te da una cierta elasticidad mayor que en otras ocasiones. La experiencia visual de ver la serie en Netflix o en el formato español son muy diferentes, pero en esencia es la misma y funciona igual", señala el guionista y productor.
¿Posibilidad de otro atraco?
Aunque desde su comienzo, La casa de papel se planteó como una serie de una sola temporada en dos partes, ¿podría su éxito internacional animar a producir una secuela? Antena 3 cree que el momento ya ha pasado para ellos, pero no descarta venderla para que continúe fuera. Es lo que ha hecho con Velvet, que siguió en Movistar +, o Vis a vis, que tendrá una nueva temporada en Fox.
“Ahora no depende de nosotros”, dice su creador, Álex Pina. “Tenemos una gran banda de atracadores, pero existiría esa posibilidad. Ahora no está del todo claro si es posible o no. ¿Si se podría hacer? Sí, se podría. Si se va a hacer, eso ya no lo sé”.
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