Un pacto migratorio por la salud global
La cumbre de Marrakech destaca la necesidad de garantizar el derecho universal a la salud
Uno de los ejemplos más repulsivos y peligrosos de las distorsiones del debate migratorio tiene que ver con su impacto en la salud. La sobrecarga financiera de los sistemas públicos, el fenómeno del turismo sanitario o el riesgo de importación de enfermedades se han convertido en argumentos recurrentes de un debate menos fundamentado en hechos que en mentiras y omisiones. En algunos casos, como el del Brexit, la supuesta amenaza de los inmigrantes a la sostenibilidad del sistema de salud pública ha jugado un papel clave en decisiones que van mucho más allá de este debate.
Esta es una parte de la historia. La otra parte, de la que no se habla tanto, tiene que ver con las dificultades éticas y prácticas para garantizar el derecho a la salud de una población en movimiento, incluyendo a los españoles que se desplazan a países terceros. O con el papel de los contribuyentes y profesional migrantes en la sostenibilidad de los sistemas de salud en los países de destino.
El Pacto Mundial para una Migración Segura, Regular y Ordenada (PMM), que se firmará en Marrakech el próximo lunes, reconoce esta vinculación estrecha. Siete de los veintitrés objetivos del PMM mencionan específicamente los temas sanitarios, con una referencia destacada a la salud como un derecho fundamental que va más allá del origen del individuo y las fronteras que cruce. Regular o irregular; trabajador o no; niños, mujeres, hombres, solicitantes de asilo y potenciales deportados: todos y cada uno de ellos son titulares de este derecho.
Considerando los tiempos que corren, este principio constituye toda una declaración política. El problema es que nada de todo esto tendrá importancia si no somos capaces de trasladar las aspiraciones del Pacto a la legislación dura de los Estados. Y eso implica ganar un debate en el que necesitamos mejores argumentos y narrativas de las que hemos desplegado hasta ahora.
Este es precisamente el propósito de la Comisión creada por el University College de Londres y la revista The Lancet, cuyos primeros trabajos fueron presentados hoy en Marrakech. Con una lista de 46 autores de prestigio internacional, la Comisión UCL-Lancet constituye un esfuerzo sin precedentes de la comunidad científica para vincular las agendas migratorias y de salud global, reducir los riesgos asociados a la movilidad humana y maximizar sus oportunidades.
Con una claridad poco habitual en un científico, el director del Global Health Institute de UCL, Dr. Ibrahim Abubakar, denunció la “incesante manipulación de la información sanitaria por parte la derecha extrema”. Y citó el caso del Reino Unido como un ejemplo reciente de las nefastas consecuencias de esa manipulación. Las principales conclusiones de la Comisión que él mismo preside son un ejercicio de voladura de mitos:
- En general, la contribución financiera de los migrantes a los sistemas supera los costes que generan.
- En países de ingreso alto, sus niveles de mortalidad están por debajo de la media, aunque la morbilidad puede ser más alta en grupos particularmente vulnerables.
- El estudio de los sistemas de salud no justifica la idea de que la llegada de nuevos migrantes (incluyendo solicitantes de asilo) suponen una carga insoportable para los sistemas de salud, aunque la capacidad de los sistemas varía por regiones.
- No hay evidencia de alarma epidemiológica si los sistemas de prevención se extienden a las poblaciones migrantes.
- La salud constituye un factor importante del bienestar de los migrantes y sus familias en países de destino, pero este factor pesa más cuando la emigración ya se ha producido que en la decisión misma de migrar.
En conjunto, los expertos reunidos en Marrakech coinciden en que no es posible garantizar la Cobertura Universal de Salud por la que abogan los ODS si se excluye a los migrantes de la fotografía. Esto no solo supone garantizar la portabilidad del derecho, sino adaptar los sistemas a las necesidades de estas poblaciones y al hecho de que podrían estar solo de paso. Inma Vázquez, representante de Médicos Sin Fronteras en Bruselas, ilustró este desafío con los casos de América Central y el Sahel, donde las devastadoras consecuencias del conflicto, el trauma y los abusos exigen ampliar la sanidad de emergencias a especialidades como la salud mental. En un planeta que en los primeros quince años de este siglo ha visto doblarse la magnitud del desplazamiento forzoso, estos argumentos deben ser escuchados con atención.
Afortunadamante, también contamos con experiencias positivas. Algunas son tan cercanas como España, donde se ha demostrado que es posible garantizar el acceso de todos sin quebrar el sistema. Otros países, como Uganda, caminan en la misma dirección con muchas más limitaciones y dificultades. Y en el propio Marruecos organizaciones como ISGlobal trabajan con la Cooperación Española y el Ministerio de Sanidad marroquí para diseñar un sistema adaptado a una realidad de origen, tránsito y destino de los flujos migratorios.
¿Puede un espacio aspiracional, cooperativo y no vinculante, como el PMM llevar a escala estas experiencias y optimizar el vínculo entre migraciones y salud? Eso dependerá de sus Estados miembros. Lo que seguro es que el lunes estaremos un paso más cerca de lograrlo que el día anterior.
Esta entrada es la segunda de la serie especial desde la cumbre de Marrakech. Pueden seguir aquí, en el blog 3500 Millones y en la sección Planeta Futuro, nuestras publicaciones y en Twitter las impresiones de la firma del Pacto Mundial a través de @GonzaloFanjul y @Planeta_Futuro
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