Hallados por casualidad dos bebés guanches en una cueva de Tenerife
Se investiga la época y parentesco de los pequeños, semimomificados en un enterramiento ritual
Sergio Marrero, fotógrafo aficionado, y Domingo García, cazador, buscaban un tipo extraño de araña blanca y se adentraron en una cueva. Pero lo que allí encontraron les ha llevado a codearse con autoridades científicas y políticas de Tenerife: dos pequeños guanches semimomificados, en un importante enterramiento ritual, el primero que se encuentra en la isla canaria desde 1969. En un tubo volcánico al sur de Tenerife, en Guía de Isora, a 1.390 metros de altitud, había un pequeño depósito funerario en una grieta de la cueva, cubierta por piedras.
"No se había visto un enterramiento ritual en bebés tan pequeños, dos juntos y contextualizados", celebra Rodríguez-Maffiotte
Debajo, estos dos sujetos "colocados ahí de modo ritual", según Conrado Rodríguez-Maffiotte, director del Instituto Canario de Bioantropología, que descarta que fueran gemelos. "Son anteriores al siglo XVI seguro, pero para concretar a partir de ahí tenemos que esperar a los análisis", asegura a EL PAÍS el investigador, que explica que los signos y el contexto ritual dan poca información en ese sentido "porque todo ha sido igual en la protohistoria". Uno de los dos pequeños es un bebé con un parto llegado a término y otro de unas 35 semanas, lo que descarta que sean fruto del mismo parto, pero no su posible parentesco, que se intentará determinar con el ADN. Tampoco se conocen los detalles de la muerte de estos guanches, nombre del pueblo que habitaba la isla de Tenerife antes de la conquista castellana en el siglo XV.
El de más edad de los dos está parcialmente momificado, con una envoltura sobre el torso "perfectamente cosida" de pieles animales, de cabra, probablemente. "El otro no, pero lo estuvo", asegura Rodríguez-Maffiotte, director del Museo Arqueológico de Tenerife. El que cuenta con envoltura está mucho mejor conservado y cuenta con parte de los tejidos e incluso con parte de sus órganos internos. "No se había visto un enterramiento ritual en bebés tan pequeños, dos juntos y contextualizados", celebra el científico, ya que solo se contaba con otros dos cadáveres de esa edad, pero de procedencia dudosa, en el Museo de la Naturaleza y la Arqueología de Tenerife, donde se presentaron los hallazgos.
El científico explica que ahora se trabajará en el ADN de los pequeños, para tratar de obtener más información sobre ellos y su posible parentesco, aunque reconoce que será difícil. También se están estudiando las condiciones ambientales, dada la alta salinidad de la cueva, lo que pudo favorecer una "momificación natural o natural intencionada" al secar los tejidos. También se ha estudiado a los individuos desde la perspectiva de la antropología forense y ahora se espera realizar nuevas prospecciones en el entorno, ya que albergan la esperanza de dar con más restos humanos antiguos, según Rodríguez-Maffiotte. Asegura que en esa cueva no se ha encontrado nada más, salvo algunos restos animales que "no dicen nada".
"Es muy importante para estudiar nuestro pasado, nos van a dar muchísima información", aseguró Conde
"Es muy importante para estudiar nuestro pasado, muy valioso porque hay muy poquitos de esta edad, nos van a dar muchísima información", aseguró Amaya Conde, consejera de Museos del Cabildo de Tenerife, organismo del que dependen estos trabajos. El presidente del Cabildo, Carlos Alonso, aseguró que es un hallazgo "trascendental desde el punto de vista científico". No les pondrán nombres ni apelativos por respeto, aseguró Conde ante los dedicados huesecillos depositados sobre unas hojas blancas.
Casualmente, este descubrimiento, realizado el pasado febrero, pudo ser presentado en un contexto científico en mayo, en el 9º Congreso Internacional de Momias. Al congreso le acompañaba una ambiciosa exposición de momias de todo el mundo, Athanatos, impulsada por el propio Cabildo de Tenerife. Todo en un contexto reivindicativo, dado que el Museo de la Naturaleza y la Arqueología de Tenerife reivindica la recuperación de la momia guanche que llegó a Madrid en el siglo XVIII y que alberga allí desde hace años el Museo Arqueológico Nacional.
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