Un recorrido de 50 días por una de las zonas más desconocidas de la Antártida
Cuatro españoles viajarán 2.000 kilómetros en un trineo impulsado con energía eólica
Recorrer 2.000 kilómetros en 50 días por una de las zonas más inhóspitas y desconocidas de la Antártida con temperaturas inferiores a 50 grados bajo cero. Este es el reto al que se enfrentarán desde el 1 de diciembre de 2018 al 12 de febrero de 2019 cuatro expedicionarios españoles. Los exploradores polares viajarán en el Trineo de Viento, un vehículo impulsado con energía eólica, y recogerán datos para 10 proyectos científicos relacionados con el cambio climático, la búsqueda de vida en el hielo o la meteorología.
Los expedicionarios harán una ruta triangular que nunca antes ha sido realizada y la periodista científica Rosa M. Tristán informará sobre el viaje en el blog #SomosAntártida en EL PAÍS. Partirán desde las cercanías de la base antártica rusa Novolazárevskaya hacia el interior del continente. Pasarán por la base científica norteamericana Base Plateau, abandonada desde 1969, y se dirigirán al domo Fuji, que está situado a 3.810 metros de altitud y es el segundo punto más alto del interior de la Antártida. Allí, en 2010 se registró una de las temperaturas más bajas en el planeta: 93,2 grados bajo cero.
El frío es precisamente uno de las dificultades a las que se enfrentan los participantes en este tipo de expediciones. Pese a que el recorrido se realizará en el verano austral, el equipo tendrá que soportar temperaturas de unos 50 grados bajo cero. Hilo Moreno, otro de los participantes de la misión, explica que además de las bajas temperaturas, también hay vientos gélidos y constantes.
“Con estas condiciones, apretar un botón, quitarte los guantes para ponerte otros guantes estériles y manipular algo o poner o quitar un tornillo es muy complicado”, afirma Moreno, que también es guía y ayudante en la base antártica española Juan Carlos I. Por ello, los exploradores irán equipados con pantalones y chaquetas multicapas, tiendas para condiciones extremas, sacos de dormir y botas especiales.
Después de llegar al domo Fuji, regresarán a la base antártica rusa de nuevo. “Es importante la investigación en el interior del continente antártico porque es el pulmón y el archivo climático de nuestro planeta”, explica Larramendi. Para realizar todo el recorrido, utilizarán el Trineo de Viento. “Hasta la fecha no hay ninguna otra manera de desplazarse con cero emisiones por el interior del continente antártico”, explica Larramendi.
En esta zona en el interior de la Antártida se realiza muy poca investigación por la enorme complejidad que tiene logística, técnica y económica: “Desde 2003 solo se han hecho tres grandes travesías científicas en la Antártida Oriental porque es muy complejo y costoso”. El Trineo de viento es “una solución simple, económica y ecológica para poder acceder al interior del continente y potenciar que se realice más investigación en esa región”.
Energías renovables
La energía, según el también miembro del equipo Ignacio Oficialdegui, es “uno de los ingredientes más importantes de las expediciones, tanto para mover el Trineo como para los proyectos de investigación”. Si el mismo recorrido que van a realizar los cuatro españoles, se hiciera con un convoy tradicional, se necesitarían 40.000 litros de gasoil, según destaca el expedicionario e ingeniero industrial Manuel Oliveira. “El mundo se va a mover con energías renovables. ¿Cómo convencemos a todo el mundo que se está moviendo en la Antártida de que rompan con la forma de transporte convencional?”, pregunta de forma retórica Oficialdegui, que es biólogo y experto en energías renovables.
Larramendi ha organizado con esta un total de 10 expediciones al Ártico y la Antártida desde el año 2000 con el Trineo de Viento. En este caso, ha sido fabricado desde cero, tal y como explica Oliveira: “No es un reciclaje de la expedición anterior, es completamente nuevo”. El modelo que usarán los cuatro españoles tiene tres módulos que le permiten transportar más de dos toneladas de peso y está equipado con 20 cometas de 5 a 150 metros cuadrados. Su plataforma está compuesta de 270 travesaños de madera recubiertos con fibra de vidrio y 18 raíles y tiene flexibilidad para superar los sastrugis —irregularidades del terreno antártico— que pueden superar un metro de altitud.
Uno de los momentos más duros durante una expedición que Larramendi recuerda es cuando en una travesía en Groenlandia en 2014 entraron con el Trineo de Viento en una zona de grietas y tuvieron que sortearlas: “Son nuestra pesadilla número uno porque es difícil detectarlas”. “Allí estamos totalmente solos. Si hay un imprevisto o se estropea cualquier cosa, somos nuestro taller”, cuenta.
Pero pese a las dificultades y al frío extremo, los exploradores coinciden en que viajar a la Antártida es una experiencia única: “Es una maravilla esa desconexión con el mundo. Es como si viajaras a otro planeta: es lo más parecido que se puede hacer a ir a la Luna o a Marte”, cuenta Larramendi después 35 años viajando a las regiones polares. El momento más feliz de su trayectoria fue cuando en 2005, después de 35 días de travesía, alcanzaron el Polo Sur de la Inaccesibilidad: “Es el punto más lejano del interior del continente antártico y fuimos las primeras personas en llegar allí”. Cuando realizaron esta expedición, era Navidad y, al llegar, hicieron una fiesta en su tienda de campaña: “Nos llevamos gorros de Navidad y una botella de cava. En esta ocasión también llevaremos una botella para celebrarlo”.
10 proyectos científicos
Estos son los proyectos científicos para los que los exploradores españoles recopilarán datos.
- GESTA. La Oficina Científica de Galileo de la Agencia Espacial Europea evaluará con los datos recogidos el funcionamiento de receptores Galileo en condiciones extremas.
- Ice Coring: El Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Maine (EEUU) analizará varios testigos de hielo para sus estudios sobre el cambio climático en las zonas polares más remotas.
- Microairpolar: Este proyecto de la Universidad Autónoma de Madrid y la Agencia Española de Meteorología tiene como objetivo establecer la capacidad de dispersión y colonización de los microorganismos en las zonas polares.
- Tirs of MEDA (Mars Environmental Dynamics Analyzer): El Centro de Astrobiología y la Universidad de Alcalá de Henares han desarrollado los sensores MEDA, que viajarán a Marte en la misión Mars 2020. El Trineo de Viento llevará un sensor a bordo para probar cómo funciona en condiciones extremas.
- Sentinel: El objetivo de este proyecto del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua es comprender en profundidad los procesos de acumulación y amplificación de los contaminantes contaminantes orgánicos persistentes en el continente y determinar hasta qué punto la Antártida puede actuar como centinela de la contaminación global.
- SOLID: El Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) pretende usar este instrumento desarrollado en España para detectar vida extraterrestre en la exploración planetaria. En esta campaña se trata de muestrear el hielo, buscando paralelismos con lo que puede hallarse en otros planetas.
- ANTAIR (Antarctic Air Temperature Transect): El objetivo de este proyecto de la Universidad de Alcalá de Henares es analizar la evolución de la temperatura del aire a lo largo de un transecto que cruza la Antártida. Los datos serán interpolados y calibrados con los obtenidos en las estaciones meteorológicas estáticas.
- Experimento de delicuescencia en la capa de hielo de la Antártida : Este experimento determinará si se puede formar agua líquida transitoria en la sal a partir de la delicuescencia bajo las condiciones extremadamente frías y secas de la capa de hielo de la Antártida.
- Helios: Este proyecto de la Universidad de Valencia busca identificar las comunidades de organismos que colonizan las placas solares del trineo en su travesía antártica, probablemente organismos extremófilos resistentes a desecación e irradiación.
- El grupo Antártico de la AEMET proporcionará el servicio de predicciones meteorológicas para el Trineo del Viento. Para ello se ha desarrollado una clave para comunicar a los expedicionarios las variaciones meteorológicas que se irán produciendo durante la expedición.
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