_
_
_
_
ideas
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Todo por la gobernabilidad

Los jueces del Tribunal Supremo han hecho lo que suelen: besar la mano de quien les puso ahí. Y de la peor manera

Enric González
El presidente de la sala tercera del Supremo, Luis Diaz Picazo, sale del tribunal.
El presidente de la sala tercera del Supremo, Luis Diaz Picazo, sale del tribunal.Carlos Rosillo

Una vez, en un diario, un director se negó a publicar una información relevante y bien verificada. Como imaginan, eso no ha sucedido una vez, sino muchas. Pero esa vez el director en cuestión, lleno de buenas intenciones, justificó su decisión con esta frase: “Hay que contribuir a la gobernabilidad”. Nunca estuve de acuerdo. Quien debe gobernar es el Gobierno, por malas que sean las condiciones. Los demás han de hacer su trabajo.

El difícil tránsito del franquismo a la democracia parlamentaria, y la conciencia de una historia turbulenta y en ocasiones penosa, nos dejó en herencia una excesiva preocupación por la gobernabilidad, es decir, por extremar las medidas de seguridad contra posibles descarrilamientos colectivos. En ese mismo difícil tránsito se mantuvieron privilegios inadmisibles de los entonces llamados “poderes fácticos”.

Los dos grandes partidos políticos, PP y PSOE, se han beneficiado de las cautelas establecidas hace 40 años. La ley electoral, las reglas parlamentarias, los mecanismos de financiación, la propia Constitución y un largo etcétera les han favorecido. Luego, a lo largo de los años, ellos (y otros ­partidos menores) han aportado lo suyo a la “gobernabilidad”. Han invadido las instituciones y los organismos intermedios (la prensa, por ejemplo), se han asegurado puestos en consejos de administración privados, han saqueado el patrimonio público en más de una privatización. También han robado, han espiado, han encubierto y han abusado. Y matado. Tengo la sospecha, sustentada por varias conversaciones confidenciales, de que cuando cometen excesos o delitos, acaban justificándose con la gobernabilidad. Su gestión, piensan, asegura el progreso, o la paz social, o la estabilidad, o lo que sea. En último extremo, se dicen, a nosotros nos votan y pueden echarnos. Nos ampara la bendición popular.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Creo que en el fondo tienen la conciencia tranquila. En serio.

Gobernar España es complicado porque el país es complicado. Pero la gobernabilidad ha estado siempre garantizada por el único sujeto que puede garantizarla: el conjunto de los ciudadanos. Si echamos la vista atrás y contemplamos el paisaje de estas últimas cuatro décadas, el factor esencial de sensatez ha sido la ciudadanía. Como los jugadores ingleses en aquel mítico Argentina-Inglaterra de 1986, cuando Maradona marcó con la mano (“la mano de Dios”) antes de marcar el dios de los goles, hemos aceptado deportivamente tanto las injusticias como los fracasos. Trabajamos (cuando podemos), votamos razonablemente y, al menos de momento, nos aguantamos las ganas de enviarlo todo a hacer puñetas.

Quizá los jueces del Tribunal Supremo, o lo que queda de él tras tantos años de manipulación partidista, han pensado también en la gobernabilidad. Es fácil caer en el error: ¿quién no ha confundido alguna vez las cotizaciones de la Bolsa con la gobernabilidad del país? Dicen que la ley era confusa y, en su afán por ayudar, han tratado de establecer una jurisprudencia aún más confusa. En fin, han hecho lo que suelen: besar la mano de quien les puso ahí. Y lo han hecho de la peor manera.

Cuando el ciudadano vota opciones estrambóticas, todo son preguntas. Las respuestas, en realidad, llevan tiempo sobre la mesa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_