Y ahora ¿qué comemos?
Christophe Brusset publica en Francia su segundo libro-denuncia del sector agroalimentario
Francia es el país de la alta gastronomía por excelencia. Se está convirtiendo también cada vez más en un país altamente preocupado por la gastronomía y no precisamente por la de calidad. He hablado aquí ya en algunas ocasiones de las nuevas apps (como Yuka y OpenFoodFacts) y de los nuevos libros (¿Cómo hacer una buena compra (para el cuerpo) en el super? y ¿Cómo hacer la buena compra en el super para tus hijos?) que analizan al dedillo los ingredientes de los productos de la industria agroalimentaria con el objetivo de ayudar al consumidor a hacer una compra sana, puesto que parten de la base de que ni la publicidad ni las autoridades competentes van a ayudarnos en la labor. Et maintenant on mange quoi? (Y ahora ¿qué comemos?), el segundo libro de Christophe Brusset, viene a sumarse a la onda expansiva pro-nutrición sana.
Christophe Brusset es un ingeniero francés que después de trabajar durante 20 años para la industria agroalimentaria decidió "romper la ley del silencio" y denunciar las prácticas poco lícitas, cuando no claramente fraudulentas, de la industria con un primer best-seller publicado en 2015, Vous êtes fous d’avaler ça, que se tradujo en español por ¿Cómo puedes comer eso?. El Comidista le dedicó en su día un post no muy elogioso donde tacha al autor de alarmista puesto que Brusset denuncia en general las malas prácticas pero sin desvelar nombres concretos de personas ni de empresas del Food Business.
En su primer libro desvelaba prácticas como el hecho de haber importado especias contaminadas con heces de rata
En una entrevista Brusset confiesa que en un principio pensó en publicar su primer libro incluso bajo pseudónimo porque temía las represalias a pesar de ya no vivir en territorio francés. Su editorial, Flammarion, le aconsejó por el contrario firmar la obra para ganar en credibilidad e impacto. De resultas de la publicación del primer libro Brusset ha perdido por el camino, según cuenta, varios amigos, ha sido amenazado con denuncias ante los tribunales y ha entrado en la lista negra del sector.
En su primer libro desvelaba prácticas ilícitas como el hecho de haber importado especias contaminadas con heces de ratas o que contenían colorante de pintura, por dar sólo un par de ejemplos. Según Brusset estas prácticas se han expandido en el sector por la presión de las grandes superficies, quienes exigen cada vez más productos siempre más baratos. Esto significa que el proveedor debe conseguir materias primas cada vez más baratas y, por lo tanto, de peor calidad.
Ahora Brusset vuelve a la carga con un segundo libro más práctico y menos político. Con él el autor pretende acompañar a los consumidores por los lineales del supermercado para ayudarnos a escoger lo mejor y descartar lo peor que nos ofrece la industria agroalimentaria. Cuenta que este segundo libro es el lógico resultado después de su primera incursión en el mundo editorial. Sus lectores le contactaban para preguntarle, visto lo visto o, mejor dicho, leído lo leído, qué podían hacer para alimentarse bien y con qué criterios podían ir a comprar al supermercado.
La industria agroalimentaria está perdiendo la confianza del consumidor aquí en Francia como consecuencia de los escándalos alimentarios recientes (como el de la carne de caballo en las lasañas supuestamente de buey) y por las prácticas poco transparentes de la industria (como no querer incluir en el etiquetado de los productos el Nutriscore).
También contribuye a sembrar la duda fundamentada el trabajo de la ONG Foodwatch, que defiende los derechos de los consumidores a base de exigir a las empresas que etiqueten la verdad de lo que venden y a base de denunciar a quienes no lo hacen. En la voluntad denunciadora de los franceses en general hay que ver por un lado el deseo de comer mejor pero no sólo eso. Se esconde también el deseo de querer saber la verdad, simple y llanamente, de lo que esconde una etiqueta. Al pan, pan y al vino, vino.
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