_
_
_
_
la imagen
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La obsesión por la simetría

Juan José Millás
Getty Images

Los confesionarios poseen un atractivo oscuro. Y aunque los hay de varias clases, abundan aquellos que como el de la foto poseen un cuerpo central, donde se oculta el sacerdote, flanqueado por sendas formaciones simétricas destinadas al penitente. Mientras el cura escucha al pecador de su derecha, otro arrepentido puede ir acomodándose (es un decir) a su izquierda. De este modo, cuando despida al primero, no tiene más que girar levemente el cuerpo para atender al segundo. Son las ventajas del confesionario que podríamos denominar “bifaz”, o de dos caras, como aquellas hachas prehistóricas que representaban las dos mitades de las que está hecho el cuerpo humano.

—¿Pero eran más eficaces para matar que las de un solo filo?

—No lo sabríamos decir, aunque no todo en esta vida se mide por su eficacia material.

También este curioso artefacto reproduce las dos mitades del cuerpo: a cada lado, un pulmón, y en el centro, el corazón. Significa que quizá no está diseñado con un criterio económico, sino de carácter simbólico. Uno entra en la iglesia, observa el vacío de uno de los espacios y le cuesta resistirse a la tentación de ocuparlo, a fin de equilibrar el peso de las dos partes. Lo que no acabamos de comprender es por qué el cura, que teóricamente no tiene nada que ocultar, aparece protegido por la celosía de la puerta central, mientras que los pecadores, pobres, permanecen al aire libre. En realidad, no comprendemos nada de lo que ocurre ahí, pero nuestra afición al bricolaje nos obliga siempre a detenernos frente a estos muebles tan curiosos. 

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_