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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La reaznarización del PP

Si algo interesa al PP ahora es el ruido, mantener un clima beligerante con el que rearmar a los suyos

El presidente del PP, Pablo Casado, en la sesión de control de este miércoles.Foto: atlas | Vídeo: Víctor J. Blanco
Teodoro León Gross

Casado ha acusado a Sánchez, en la sesión de control, de autoritario e incluso de bolivariano. “La Moncloa le viene grande”, ha sentenciado. Si este es el nivel de fuego cruzado cuando lleva apenas cien días, para primavera las bancadas socialistas tendrán que estar protegidas con sacos terreros. Superada la frontera de agosto, el Partido Popular ha tocado a degüello para batirse sin cuartel. El PP necesita hacer oposición y a la vez competir con Ciudadanos. Más que una competición virtuosa, según el modelo Errejón, todo apunta a una competición viciosa de ruido. Y tras el capítulo sobreactuado de la mala tesis, urge más madera para mantener la agenda crispada en esa espiral de ruido. En definitiva, como advertía aquí Innerarity en un artículo titulado Una política que se entienda, el ruido es clave para mantener una temperatura con la que el ciudadano tenga dificultad para orientarse, pero facilidad para indignarse.

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Pablo Casado empieza a justificar la hipótesis mayoritaria sobre su éxito en las primarias del PP, entendida como una enmienda al marianismo, pero no desde la lógica reformista de un discurso renovador con fundamentos liberales, sino como operación retorno a las esencias del aznarismo. Y esa operación de reaznarización ya es notoria. Y tanto mejor si además Aznar es oportunamente rehabilitado poniéndolo bajo los focos en sede parlamentaria. ¿De verdad creyeron que eso era inteligente? Se diría que han pecado de bisoños, al ignorar que Aznar no haría la menor concesión y de hecho disfrutaría, desde su arrogancia rocosa, si la sesión se convertía en un duelo de esgrima navajera en el barro. Esto hubiese requerido, en todo caso, un nivel de preparación de los interrogatorios mucho más concienzudo. Tal vez Rufián sacara su minuto de gloria en el telediario, pero al precio de ponérselo fácil a Aznar, sacado virtualmente a hombros por los suyos por la puerta grande. No es raro que Aznar saliera feliz, como el viejo matador que disfruta de un regreso al ruedo: “Me lo he pasado muy bien; igual hasta vuelvo y todo”. Horas después, Casado lo ha homenajeado ensayando un ¡Váyase, Señor Sánchez!

Al PP, como a Ciudadanos, le ha cogido con el pie cambiado la estratagema para colar de rondón una enmienda a otra ley con la que levantar el veto del Senado y sacar los Presupuestos. Es ciertamente una estratagema de dudosa legalidad, y en todo caso de cuestionable ortodoxia, pero, en definitiva, parafraseando a Baroja, el parlamentarismo ha devenido en una timba de truhanes. Si Sánchez puede justificar haber sorteado fulleramente el bloqueo de PP y Ciudadanos desde la Mesa del Congreso es porque estos mantenían fulleramente pospuesta la tramitación de la reforma mediante ampliaciones del plazo de enmiendas. Los calificativos de Casado delatan que han encajado mal ese desbloqueo de birlibirloque que da oxígeno a Sánchez para mandar en el calendario electoral. Eso sí, esto le ha proporcionado más pólvora para la estrategia del ruido, por más que acusar a Sánchez de dinamitar el Senado es deformar la realidad, puesto que solo se trata de eliminar una norma ventajista implantada por el PP en 2012 para controlar la senda de déficit desde su mayoría allí. Y si algo interesa al PP ahora, más que ninguna otra cosa, es el ruido. La reaznarización pasa por mantener un clima beligerante con el que rearmar a los suyos, muy decaídos en las encuestas.

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Sobre la firma

Teodoro León Gross
Málaga, 1966. Columnista en El País desde 2017, también Joly, antes El Mundo y Vocento; comentarista en Cadena SER; director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA), licenciado en Filología, doctor en Periodismo. Libros como El artículo de opinión o El periodismo débil... Investigador en el sistema de medios.

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