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La parodia de los Nobel premia a un médico japonés que se hizo una colonoscopia a sí mismo

España vuelve a triunfar en los Ig Nobel con un estudio sobre los insultos al volante

El español Francisco Alonso, gritando al recibir el Ig Nobel de la Paz.Vídeo: atlas
Javier Salas

Los premios Ig Nobel, los galardones más gamberros de la ciencia, premiaron en su 28ª edición al doctor japonés Akira Horiuchi por describir en un informe médico la colonoscopia que se realizó a sí mismo (solo el dibujo ilustrativo merece la pena). "En nuestra experiencia personal, la autocolonoscopia demostró ser no solo posible sino también simple y eficiente", concluyó Horiuchi en su trabajo, que ha merecido el galardón en la categoría de Educación Médica. "El hecho de que la colonoscopia fue sorprendentemente fácil con el paciente en posición sentada sugiere que se justifican estudios para comparar posiciones sentadas versus supinas con endoscopios diferentes", añadía el médico. Este premio, en el que el científico es el sujeto de estudio, recuerda al premiado en 2015 por picarse con abejas por todo el cuerpo, incluido el pene, para probar dónde era más doloroso.

Como casi cada año, España ha vuelto a destacar en los premios más reconocidos y menos prestigiosos de la ciencia mundial. Algo así como los Nobel de coña, los Ig Nobel se entregan cada año en Harvard entre risas y premian los trabajos científicos más hilarantes. En esta ocasión, los españoles galardonados con el Ig Nobel de la Paz han sido un grupo de investigadores de tráfico de la Universidad de Valencia por "medir la frecuencia, la motivación y los efectos de gritar e insultar al conducir un automóvil". Así, España aumenta la ventaja de sus premios de broma frente a los Nobel reales.

Ilustración que acompaña el trabajo del japonés Akira Horiuchi.
Ilustración que acompaña el trabajo del japonés Akira Horiuchi.American Society for Gastrointestinal Endoscopy

En su estudio, estos investigadores del Instituto de Investigación en Tránsito y Seguridad Vial (INTRAS) descubrieron que en torno a una cuarta parte de los conductores reconoce que en algunas ocasiones grita o insulta mientras conduce, el 7% lo hace mucho o casi siempre y el 66% indica que nunca o casi nunca grita o insulta al volante. Las principales razones para hacerlo: por incumplir las normas, como reacción a maniobras peligrosas o por ponerme en riesgo. No encontraron diferencias significativas entre hombres y mujeres: admiten gritar por igual.

Al recibir el premio, el director del INTRAS, Francisco Alonso, recordó que es mejor usar los coches para hacer el amor. Y reclamó a gritos que como premio Ig Nobel de la Paz se podía permitir gritar e insultar. A la gala, presentada como siempre por Marc Abrahams (director de la revista que publica estas investigaciones improbables), acudieron para entregar los galardones varios premios Nobel reales, como Eric Maskin, Wolfgang Ketterle, Oliver Hart y Michael Rosbash, que se implicaron a fondo hinchando globos y catando vinos.

Los españoles galardonados con el Ig Nobel de la Paz midieron "la frecuencia, la motivación y los efectos de gritar e insultar al conducir un automóvil"

El premio de Medicina fue para dos investigadores de EE UU que estudiaron el uso de montañas rusas para tratar de acelerar la expulsión de cálculos renales. Su conclusión, tras usar un modelo 20 veces en Florida, en la atracción Big Mountain de Disneyworld, fue que el asiento trasero de la montaña rusa es el lugar que más ayuda. La idea no era del todo ridícula: en su estudio, los investigadores señalan que decidieron estudiarlo después de que un número notable de pacientes asegurara haber expulsado el cálculo tras subir precisamente a esa atracción. En concreto, uno de ellos decidió repetir después de expulsar una piedra nada más bajar... y expulsó una segunda piedra. Como dicen siempre en estos premios, son estudios que "primero te hacen reír y luego pensar".

La categoría de Antropología fue para un equipo internacional por recoger evidencias, en un zoológico, de que los chimpancés imitan a los humanos con la misma frecuencia y con tanto acierto como los humanos imitan a los chimpancés.

El premio de Medicina Reproductiva fue para un equipo de la Universidad de Oregón que se sirvió de una ristra de sellos para estudiar si tenían erecciones nocturnas los pacientes con posible diagnóstico de impotencia. La ristra de sellos se pegaba muy ceñida alrededor del pene flácido de los pacientes y, en caso de tener una erección, los sellos se cortarían por la línea de puntos demostrando que el pene se había ensanchado por la noche.

El investigador británico James Cole ganó el de Nutrición por calcular que la ingesta calórica de una dieta de canibalismo humano en el Paleolítico era significativamente más baja que la ingesta calórica de la mayoría de las otras dietas tradicionales de carne en la época. "Esto podría sugerir", escribe Cole en su estudio, que la intención de comerse a sus congéneres "puede no haber estado motivada nutricionalmente".

El premio de Medicina fue para dos investigadores que estudiaron el uso de montañas rusas para expulsar cálculos renales

El Ig Nobel de Biología fue para un grupo de varios países que mostró cómo los expertos catadores de vino eran capaces de detectar la presencia de una mosca en la copa de vino únicamente por el olor.

Portugal se llevó el premio en la categoría de Química por medir el grado en que la saliva humana es un buen agente limpiador para la suciedad. Sobre todo funciona, concluyeron, en superficies doradas.

El Ig Nobel de Literatura se lo llevó un trabajo de expertos en diseño industrial que documentaron que la mayoría de la gente que usa productos complicados no lee el manual de instrucciones.

En Economía, el premio fue para unos especialistas de universidades de EE UU y Canadá que estudiaron si es efectivo para los empleados apuñalar muñecos de vudú para tomar represalias contra los jefes explotadores. El resultado fue que, cuando los empleados se vengan contra un muñeco que representa al jefe, la sensación de injusticia se mitiga.

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Sobre la firma

Javier Salas
Jefe de sección de Ciencia, Tecnología y Salud y Bienestar. Cofundador de MATERIA, sección de ciencia de EL PAÍS, ejerce como periodista desde 2006. Antes, trabajó en Informativos Telecinco y el diario Público. En 2021 recibió el Premio Ortega y Gasset.

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