Qué hacer ante la falta de agua
No hay desarrollo posible sin ella. Y más de 5.000 millones de personas podrían sufrir su carencia en 2050. Las soluciones basadas en la propia naturaleza ayudarían a mitigar el problema. En la Semana Mundial del Agua que comienza hoy se presentan varios ejemplos
2018 será recordado como el año de inundaciones de una violencia sin precedentes, como las que han azotado Laos, India o Tailandia, por solo mencionar episodios de los últimos meses; incendios arrasadores, como el reciente caso de Suecia; y sequías, por ejemplo, la de Senegal, que amenaza con dejar a 245.000 personas sin comida. Una señal de alerta muy clara acerca de los desafíos que el cambio climático, el crecimiento económico y demográfico y los patrones cada vez más impredecibles del clima y del agua imponen a la seguridad hídrica global. 3.600 millones de personas en todo el mundo, casi la mitad del la población mundial, ya están viviendo en áreas con potencial escasez de agua al menos un mes al año, y podrían aumentar a entre 4.800 y 5.700 millones de personas en 2050, estima Naciones Unidas. En este escenario, los ecosistemas pueden desempeñar un papel clave para el futuro de la humanidad, por eso estarán en el centro de la nueva edición de la Semana Mundial del Agua (World Water Week), que se inicia este domingo en Estocolmo.
Más de 3.300 expertos, representantes de organizaciones y empresas debatirán acerca de ecosistemas, agua y buena gobernanza de estos recursos para el desarrollo humano hasta el próximo viernes. Lo harán en las casi 240 sesiones del evento anual organizado por el Instituto Internacional del Agua de la capital sueca (Siwi, por sus siglas en inglés).
Tres años después de que Naciones Unidas aprobara la Agenda 2030 para construir un mundo mejor, los organizadores de la Semana Mundial del Agua quieren comprobar los avances y los obstáculos para alcanzar las metas fijadas por el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6: agua asequible y limpia para todos para 2030 y poner fin a la defecación al aire libre. Para avanzar, aseguran, será necesario adoptar un enfoque más integrado, que contemple varios ODS a la vez. En esta visión, el agua puede ser la clave para la implementación eficaz tanto de la Agenda 2030 como del Acuerdo de París contra el cambio climático, firmado en 2015.
La biodiversidad y las soluciones basadas en la naturaleza —tema escogido por la ONU para el Día Mundial del Agua de este año, celebrado el pasado 22 de marzo— también coparán la atención de los debates, con especial interés hacia la infraestructura verde (que aprovecha los sistemas y procesos naturales) y azul (vinculada al ciclo del agua).
En 2050, más de 5.000 millones de personas podrían verse afectadas por la falta de agua, debido al cambio climático, el incremento de la demanda de este recurso y la contaminación, según Naciones Unidas. Pero las infraestructuras basadas en la naturaleza pueden ayudar a mitigar este problema, mejorando el suministro y la calidad del agua y reduciendo el impacto de los desastres naturales.
Para lograr las metas fijadas en agua y saneamiento para 2030, según los organizadores del evento, hay que adoptar un enfoque más integrado, que tome en consideración varios ODS a la vez
España ofrece distintos ejemplos de su uso innovador, como el proyecto de Alcazarén-Pedrajas (Valladolid), un sistema de recarga gestionada del acuífero para hacer frente a la sobreexplotación del recurso ante la expansión de la agricultura. Aguas residuales, del río Pirón y de un canal se filtran a través de arena y, una vez purificadas, se utilizan para regar en verano alrededor de 400 hectáreas de cultivos, principalmente zanahorias, endivias y fresas.
El de Alcazarén-Pedrajas es uno de los 18 ejemplos de soluciones innovadoras para proteger las reservas de agua subterránea y hacer que las comunidades sean más resilientes ante el cambio climático que el International Water Management Institute, una organización sin ánimo de lucro de investigación científica centrada en el uso sostenible de la tierra y el agua cuya sede central se encuentra en Sri Lanka, presentará a lo largo de la Semana Mundial del Agua.
Etiopía, por ejemplo, ha buscado en la naturaleza la solución a los problemas derivados de la construcción de carreteras que, cuando está mal ejecutada, agrava las inundaciones y la erosión. La iniciativa Roads for Water usa las arterias de comunicación para recolectar el agua a través de zanjas de infiltración, estanques de almacenamiento y desviadores con el efecto de mitigar las inundaciones en las tierras bajas y ayudando a estabilizar las cuencas en las montañas. Este sistema, que se está exportando a otros 12 países, contribuye también a aumentar la productividad de los cultivos en áreas cercanas, al mismo tiempo que reduce los costes de mantenimiento de las carreteras.
La ciudad keniana de Kitui, 150 kilómetros al este de Nairobi, se encuentra en un territorio semiárido caracterizado por dos estaciones de lluvias que se alternan a un periodo seco en el que el agua escasea. Para responder a este reto el Gobierno planea construir 2.000 presas de arena para 2021, cada una de las cuales cuenta con una capacidad para almacenar hasta 10.000 metros cúbicos de agua al año.
Otro ejemplo llega de India, donde se ha puesto en marcha un proyecto piloto en la cuenca del río Ramganga (parte de la cuenca del Ganges) para almacenar el agua de las riadas en acuíferos y reducir el riesgo de inundaciones. Esta iniciativa permite desviar y acopiar cada año un máximo de 70.000 metros cúbicos de agua bajo tierra. Los agricultores pueden así cultivar hasta 35 hectáreas de tierras en la temporada de lluvias y 11 hectáreas en la estación seca.
En la Semana Mundial del Agua, se abordará también el problema de los microcontaminantes y la polución por plástico, que fue también el sujeto de la última Asamblea de Naciones Unidas sobre Medioambiente, que tuvo lugar el pasado diciembre en Nairobi (Kenia).
Los organizadores del evento insisten en que todos están llamados a contribuir ante los desafíos en el ámbito de agua y saneamiento, incluidas las empresas, recordando que las soluciones basadas en la naturaleza y las inversiones verdes pueden proporcionar beneficios económicos y sociales a la vez que mantienen la integridad del ecosistema o incluso mejoran las condiciones ambientales del entorno en el que se aplican.
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