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DÍA MUNDIAL DE LA ASISTENCIA HUMANITARIA

Tras el éxodo, la ira del cielo

El temido monzón llegó a Cox´s Bazar, enclave del mayor campo de refugiados en Bangladés, donde viven 900.000 rohingya. Una trabajadora humanitaria en el lugar describe las consecuencias

Una niña refugiada rohingya mira al cielo en el campo de refugiados en Cox's Bazar el pasado 12 de agosto.
Una niña refugiada rohingya mira al cielo en el campo de refugiados en Cox's Bazar el pasado 12 de agosto. CHANDAN KHANNA (AFP)
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Siempre me han gustado las tormentas de verano de Madrid: cuando hace calor, algo de lluvia ayuda a disminuir la sensación térmica tan agobiante. En Cox´s Bazar, Bangladés, me sobrecogen. Desde que comenzó la época del monzón, los trabajadores humanitarios vivimos en vilo pendiente de lo que ocurre en uno de los mayores campos de refugiados del mundo, con más de 900.000 personas.

La primera vez que escuché la palabra rohingya tuve que acudir a Internet para ampliar mi conocimiento sobre esta etnia originaria de Myanmar. Recuerdo perfectamente verme enfrascada en una lectura conmovedora sobre su pasado, su situación irregular en el país y los atroces motivos que llevaron a familias enteras a caminar durante días hasta llegar a Bangladés en busca de refugio. Su llegada fue masiva e irregular, instalándose en una zona montañosa de Cox’s Bazar donde se produjo una gran deforestación para poder levantar el improvisado asentamiento, eliminando en gran medida la protección de la naturaleza frente al monzón.

Durante los meses previos a las lluvias, los trabajadores humanitarios nos estuvimos preparando: trabajos de mantenimiento y construcción de sistemas de drenaje, reforzamiento de las casas, reubicación de familias a zonas seguras, sistemas de alerta temprana o difusión de información sobre cómo protegerse de las lluvias y posibles ciclones, etc. Más de 20.000 personas tenían su casa en una zona inundable o bajo riesgo de deslizamiento. Esta comunidad estaba por vivir una pesadilla dentro de otra.

De un día para otro, tras las primeras fuertes lluvias, el desierto se transformó en una Venecia natural

De un día para otro, tras las primeras lluvias fuertes, el desierto se transformó en una Venecia natural, dejando pozos, letrinas, tiendas e incluso casas bajo el agua y el barro. Aquello para lo que nos habíamos estado preparando, había llegado.

Los miembros del equipo de Oxfam Intermón salimos en dirección al campo con el amanecer, sin saber muy bien con qué nos vamos a encontrar. Nuestra misión es evaluar los daños y distribuir equipos de emergencia a las familias afectadas: comida, productos de higiene y tabletas purificadoras de agua. Estos materiales son indispensables para impedir que el estado de la salud pública en el campo se deteriore más aún, y así evitar posibles brotes de enfermedades relacionadas con el agua.

Efectos del monzón en el campo de Kutupalong, en Cox's Bazar.
Efectos del monzón en el campo de Kutupalong, en Cox's Bazar.Tommy Trenchard (Oxfam)

Ahora caminamos por ríos que antes eran caminos y entre casas donde el agua llega hasta las rodillas. Hay escasez de agua y alimentos, y algunas familias han perdido todas sus pertenencias. Pero lejos de la desmotivación y desesperanza, la comunidad rohingya demuestra la resiliencia y fuerza que los caracteriza. Al mal tiempo, buena cara. ¿Que el pozo no funciona? Pues recojo el agua de lluvia, la filtro con el pañuelo y le añado una tableta purificadora de agua. ¿Que mi casa está en riesgo o se ha destruido, y mi familia y yo no tenemos dónde resguardarnos? Hablo con mis vecinos y construimos un habitáculo extra en su hogar, como si fuera un adosado. La capacidad que tiene el ser humano de sobrevivir es, sencillamente, fascinante.

Hace más de una semana que no llueve (que no llueve 400 milímetros en un día, quiero decir). Esto ha dado un respiro a las familias para arreglar lo destrozado tras las últimas lluvias y preparase para las siguientes. Aún quedan dos meses para que la época de monzón (y posteriormente de ciclones) se termine. Mientras tanto, seguiré mirando la predicción del tiempo cada día, y sobrecogiéndome cuando diga: "Mañana llueve".

Alma Migens es responsable de salud pública de Oxfam Intermón en la respuesta para los refugiados rohingya en Bangladés.

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