Cox's Bazar, uno de los campos de refugiados más grande del mundo, se enfrenta al monzón
En este asentamiento de Bangladés ya viven un millón de personas. La directora de comunicación de Unicef relata cómo las ONG apuran medidas excepcionales antes de que comience la época de lluvias
La amenaza del monzón se cierne sobre el millón de personas que viven hacinadas en el campo de refugiados más grande del mundo, en Cox's Bazar, en Bangladés. Como viene contando este periódico en un especial sobre el conflicto, desde el pasado agosto casi 700.000 rohingyás —una minoría musulmana que huyó de Myanmar ante la brutal represión del Estado— se han instalado como han podido en esta zona montañosa, en la que ya existía un asentamiento de refugiados. En breve comenzará la estación de lluvias torrenciales, que se alargará todo el verano y amenaza la débil infraestructura del campo y la delicada salud de sus habitantes. Tanto las organizaciones internacionales como el Gobierno ultiman medidas excepcionales para tratar de frenar los efectos del monzón.
"Ahora mismo estamos tratando de reubicar a 200.000 personas cuyas tiendas están en la zona con más riesgo de inundación. La otra prioridad es garantizar el suministro de agua, por eso estamos reforzando y construyendo nuevas canalizaciones y tratando de garantizar que las potabilizadoras resistan", explica sobre el terreno Paloma Escudero, directora de comunicación de Unicef. El fondo de Naciones Unidas para la infancia calcula que cada día se necesitan más de 16 millones de litros de agua limpia y se deben construir o mantener 50.000 letrinas para mejorar el saneamiento y evitar riesgo de enfermedades como la diarrea. Los asentamientos se dividen en varias áreas y el campo que aglutina a más habitantes se llama Kutupalong.
Hasta marzo 2018 se han administrado casi 900.000 dosis de vacuna contra el cólera, 350.000 de rubeola y varicela, y 430.000 de difteria
Más de la mitad de los refugiados son niños, algunos de los cuales han nacido en las condiciones insalubres de los chamizos (aunque no por eso han obtenido la ciudadanía de Bangladés). Hasta marzo de este año se han administrado casi 900.000 dosis de vacunas contra el cólera, 350.000 de rubeola y varicela, y 430.000 de difteria. Los suministros de vacunas y medicamentos contra estas enfermedades han aumentado y se han creado más puntos de acceso a los tratamientos para garantizar que nadie quede sin atención médica por culpa de las lluvias.
"El Gobierno bangladesí ha sido generoso, pero no reconoce su estatus como refugiados, sino como desplazados temporales. Esto hace que no se puedan construir estructuras permanentes para instalarles, pero tampoco sabemos cuánto tiempo van a tener que seguir viviendo en esta situación", apunta Escudero, que describe el tremendo contraste que se observa en la zona. De un lado, la típica ciudad de vacaciones para los bangladesíes —como podría ser Benidorm en España—; del otro, ha brotado y crecido este inmenso campo. "Se produjo una gran deforestación en las montañas para poder instalar a los rohingyás y esto ha eliminado en gran medida la protección de la naturaleza frente al monzón", añade.
Su directora de comunicación asegura que Unicef trabaja a contrarreloj por garantizar la escolarización de los niños y la protección de todos los menores, con un foco especial puesto en las chicas. En menos de un año se han construido 1.200 escuelas que atienden a 120.000 estudiantes. "Al margen de las enfermedades, el riesgo para los niños sigue siendo altísimo, y muchas familias continúan optando por el matrimonio precoz como un modo de proteger a sus hijas. Cuando paseas por el campo es casi imposible ver a adolescentes porque las familias las mantienen en sus tiendas. También hay que crear espacios para que ellas puedan seguir estudiando y relacionándose en un entorno seguro", señala. Las organizaciones intentan llevar un registro de los menores que viven en el campo, pero dadas las circunstancias, la tarea se complica.
A pesar de las previsiones, se mantiene la incertidumbre sobre la fuerza del monzón de este año el subcontinente indio. Uno de los más intensos, el del 2013, causó más de medio millar de muertos y aisló a unas 20.000 personas.
Decenas de activistas y organizaciones internacionales no han dudado en calificar la represión de los rohingyas de "genocidio" y "limpieza étnica" por parte del Gobierno de Myanmar, instigada por grupos nacionalistas de aquel país. Los supervivientes cuenta historias de aldeas quemadas, mujeres violadas y miles de muertos. La ONG Médicos sin fronteras calcula que al menos 9.000 personas habían sido asesinadas a finales del pasado año.
Hacen falta 65 millones de euros
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra newsletter.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.