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El reverso del paraíso

Las islas mediterráneas cuadruplican en verano los residuos en sus playas. Las más sucias son Malta y Mallorca, según un estudio de la Autonóma de Barcelona que advierte del daño ambiental

Basura acumulada en la Playa de Son Bauló (Santa Margarita, Mallorca).
Basura acumulada en la Playa de Son Bauló (Santa Margarita, Mallorca).Atienza (EL PAÍS)

La imagen de las playas mallorquinas repletas de basura tras horas de juerga durante la noche de San Juan, fiesta en la que se celebra el solsticio de verano, es el anticipo de lo que se avecina el resto de la estación estival. Plásticos, colillas, botellas… así, hasta la friolera de 400.000 residuos diarios de media por kilómetro cuadrado de arena durante todo el verano en la isla. Es el reverso, con frecuencia ignorado, de unas vacaciones en una isla paradisíaca. Se suele apartar la vista de un problema medioambiental cada vez más difícil de gestionar.

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Mallorca y el resto de las playas de las principales islas mediterráneas acumulan durante la época estival hasta tres veces más de basura que fuera de temporada. Y en algunas zonas, la multiplicación es por siete. Así lo constata un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona que pone cifras al impacto medioambiental del turismo masivo en ocho islas mediterráneas.

En verano, si alguien se acerca en barco o nadando a la costa mallorquina, la sensación que puede experimentar es que la isla está rodeada por un ejército de medusas. No es cierto. Son miles de plásticos flotando sobre la superficie. También puede que aviste botellas (incluso de vidrio) y hasta latas de cerveza. Ya con los pies en la arena, el residente o turista caminará sobre otros tantos miles de residuos más, como colillas y tapones de botellas, también dañinos para el ecosistema de un archipiélago que solo en 2017 recibió la visita de unos 13,8 millones de turistas extranjeros, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

“Las islas, en cuanto a gestión de residuos, tienen el problema acarreado de ser espacios cerrados que reciben a muchos turistas. Las infraestructuras no dan abasto porque la capacidad de reciclaje y gestión de los residuos es más limitada”, explica Michael Grelaud, investigador que en el marco del proyecto europeo BlueIslands ha analizado y cuantificado la basura generada por el turismo en Mallorca, Sicilia (Italia), Malta, Rab (Croacia), Creta, Rodas y Mykonos (Grecia) y Chipre. Para hacerlo, se han llevado a cabo 147 campañas para analizar los residuos de las islas fuera y durante la temporada alta.

Las islas, en cuanto a gestión de residuos, tienen el problema acarreado se ser espacios cerrados que reciben a muchos turistas. Las infraestructuras no dan abasto porque la capacidad de reciclaje y gestión de los residuos es más limitada”

Según los resultados obtenidos, durante la temporada alta (de mayo a septiembre), se arrojan en las playas una media de 250.000 residuos al día por kilómetros cuadrado, una cantidad que aumenta hasta los 316.000 residuos en julio y agosto, y que contrastan con los 81.000 restos de media diaria en temporada baja.

“La resolución de estos resultados es muy exacta. Empezamos en febrero de 2017 y cada mes hemos inspeccionado 100 metros concretos de arena, siempre teniendo en cuenta la última vez que las playas habían sido limpiadas”, explica Grelaud. La mayoría de residuos acumulados en la arena, según este estudio, son plásticos (36,8%) y colillas de cigarrillos (30,6%). El resto de la basura está formada por pellets de plástico (6,2%), tapones de botellas de plástico (3,7%), utensilios de plástico como tenedores o cuchillos (2,5%), o envoltorios de caramelos (2,2%). “De estas cifras, no se puede saber con exactitud lo que llegar del mar o lo que se tira directamente en la playa. Pero

hay que destacar que los pellets, o pequeñas esferas de plástico a partir de las cuales se fabrican objetos, no provienen del turismo, sino de la industria. Existen numerosas empresas productoras en la zona del Mediterráneo y es posible que vayan a parar al mar a través de vertidos o como pérdidas de carga de contenedores que transportan los barcos”, añade el investigador.

Los plásticos y las colillas suman el 67% de la basura en la arena

La medalla de oro de las islas mediterráneas con las playas más sucias se la lleva Malta, donde se pueden llegar a acumular 600.000 residuos diarios por kilómetro cuadrado de arena en verano. La segunda posición es para Mallorca, donde se llegan a acumular de media 400.000 residuos diarios. Rab (Croacia) con 270.000 restos; Chipre con 113.000 las siguen. Por el contrario, las playas más limpias se encuentran en Mykonos (Grecia) con 8.700 restos de basura; Sicilia (Italia) con 29.000, Creta con 49.000 y Rodas (Grecia) con 66.000.

En cuanto a las playas donde más basura dejan los turistas, la de Marsaslock (Malta) lidera esta dudosa clasificación, seguida de las playas de Torà (Mallorca), Golden Bay (Malta), Es Caragol (Mallorca), Gneja (Malta) o Sunrise Beach (Chipre). La playa más limpia de las analizadas es Tsoutsouras (Creta).

Pedro García es el director del área de Medio Ambiente de la empresa municipal encargada de limpieza del municipio mallorquín de Calvià, donde se encuentra la turística playa de Torà. García defiende que los resultados del estudio son engañosos. “Nos llamó la atención que saliera entre las más sucias. Pero hay que tener en cuenta que, a diferencia de otras examinadas en el estudio, esta playa se encuentra en una zona urbana”, señala García, quien explica que el mayor problema al que se enfrentan a la hora de limpiarla son los microplásticos que provienen del mar. “Lo que tira la gente a diario es más fácil de quitar porque está a plena vista. Los microplásticos, en cambio, son a veces imperceptibles y nos llegan hasta del norte de Europa. También cabe decir que durante los últimos años hemos observado cómo la gente está más sensibilizada. Ahora se lo piensan dos veces antes de tirar una colilla en la arena”, añade.

Los medios para limpiar las playas, según los ecologistas, son un problema añadido a la ya difícil conservación de estos sitios asfixiados por el turismo masivo. En Mallorca la limpieza de las playas es de competencia municipal, aunque en determinadas playas el servicio pasa a depender de los chiringuitos o servicios que las explotan económicamente. El año pasado, tras la declaración de Es Trenc, unas de las playas más visitadas de Mallorca, como Parque Natural, el Ayuntamiento de la localidad de Campos se negó a recoger la basura hasta que no se restablecieran los servicios de playa, que hasta el momento se encargaban de la limpieza. La suciedad se fue acumulando en las dunas hasta que una asociación hotelera asumió su limpieza. “Es un tira y afloja entre concesionarios de playas, ayuntamiento y Gobierno autonómico que cada año se repite”, explica Margalida Ramis de la ONG medioambientalista de Mallorca GOB. “Hay veces que no se sabe ni qué administración es la encargada de limpiar algunas playas vírgenes que parecen estar en tierra de nadie. Llega a ser surrealista”.

En el caso de las pequeñas calas de arena o roca amagades, (escondidas), tal y como se refieren a ellos los residentes, es recurrente que los bañistas más asiduos acaben recogiendo los residuos que visitantes de paso han generado. El Puerto de Andratx, antiguo pueblo de pescadores reconvertido para el turismo de más alto poder adquisitivo en Mallorca, tampoco se salva del incivismo y la suciedad. En verano, como en otros municipios, muchos de sus pequeños accesos al mar cercanos a chalets se llenan a diario de residuos que los propios vecinos acaban retirando.

Ante estas cifras, el proyecto europeo BlueIslands, pretende pasar a la acción. “Estamos en contacto con las administraciones para hablar sobre medidas concretas. Hay todo un panel de soluciones, desde campañas de sensibilización hasta la prohibición de fumar en las playas, que sería la más extrema”, sentencia Grelaud. Pone como ejemplo a Tailandia, que el año pasado decidió cortar por lo sano y prohibió fumar en buena parte de sus playas más populares.

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Sobre la firma

Carlos Garfella
Es redactor de la delegación de Barcelona desde 2016. Cubre temas ambientales, con un especial interés en el Mediterráneo y los Pirineos. Es graduado en Derecho por la Universidad de las Islas Baleares, Máster en Periodismo de EL PAÍS y actualmente cursa la carrera de Filosofía por la UNED. Ha colaborado para otros medios como IB3 y Ctxt.

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