Festivales urbanos para reconstruir las ciudades
Ámsterdam y Berlín proponen citas culturales y sociales en sus calles para recuperar sus barrios
Los gobiernos locales llevan varios años intentando crear mecanismos que potencien la participación de la ciudadanía en el diseño y gestión de las ciudades. Lograr una ciudadanía activa que contribuya a crear ciudades más sostenibles, inclusivas y resilientes no es tarea fácil. Se han propuesto diversas iniciativas para lograr ese fin, incluyendo proyectos de ley para fomentar la participación, audiencias y paneles ciudadanos, comités y foros de consulta, hasta jurados ciudadanos para formular veredictos sobre problemáticas urbanas. Ahora, la última tendencia, es organizar festivales para recuperar la ciudad. De hecho, un nuevo modelo de festival urbano ha empezado a organizarse en diferentes ciudades europeas con ese objetivo: lograr la participación ciudadana en el diseño y gestión de la ciudad.
En Ámsterdam, el We Make the City Festival se presenta como el festival más grande de Europa para celebrar la vida urbana. Su planteamiento consiste en transformar la ciudad en un gran festival orientado a reflexionar y debatir sobre modelos deseables de ciudad y sobre cómo abordar retos urbanos globales, como la presión turística y la gentrificación. Durante cinco días, 30000 visitantes y más de 600 conferenciantes participaron en más de un centenar de eventos esparcidos por la ciudad: conferencias sobre temáticas urbanas, rutas por la ciudad, exposiciones, talleres y ciclos de cine animaron la capital de los Países Bajos.
Egbert Fransen, director del ecléctico centro cultural Pakhuis de Zwijger y fundador del festival proclamaba sus logros: "Hemos creado este festival como forma de celebrar la ciudad, de abrir un diálogo transformador entre ciudadanos y representantes, para mostrar que ejercicio de la ciudadanía activa es un derecho que hemos de retomar para recuperar nuestra ciudad y crear un territorio más inclusivo, más sostenible y más humano".
Durante esos días, un poco más al este, otra capital europea organizaba la segunda edición del Make City Festival. En Berlín, se debatía sobre nuevas formas de entender econtrato social y maneras de fortalecer la relación entre la ciudadanía y los gobiernos locales. El resultado: 250 eventos durante todo el mes de junio, incluyendo más de 50 coloquios, 80 expediciones por la ciudad, seminarios, exposiciones, hackatones y talleres para experimentar nuevos modelos de gestión de ciudad.
Francesca Ferguson, la directora del festival comentaba orgullosa: "El festival ha logrado reunir a iniciativas urbanas con representantes de la política, la sociedad civil y el sector privado, en un espacio de diálogo único que pretende convertirse en un centro para la acción. Los encuentros entre profesionales de un mismo sector están quedando obsoletos. Hace falta unir diferentes perspectivas para crear puntos de encuentro que sean realmente transformadores".
Ambos festivales surgen en un contexto urbano particularmente crítico. En varias ciudades europeas, el coste de la vivienda está aumentado a un ritmo vertiginoso (incluso más de un 20 % en ciudades como Berlín); la integración de una población migrante recién llegada genera la necesidad de crear nuevos modelos de convivencia; y la gentrificación transforma los centros urbanos obligando a familias enteras a abandonar los barrios en los que han residido durante décadas.
Por lo tanto, el telón de fondo de los dos festivales fue el gran desafío de asegurar ciudades más accesibles para todos y todas, considerando los retos que tendrán dichas ciudades para las futuras generaciones. Y la pregunta que reinaba a través de los múltiples eventos e interacciones que se organizaron en ambas ciudades era: ¿a quién pertenece realmente la ciudad?
Según el We Make the City Festival de Ámsterdam (Nosotros Hacemos la Ciudad, en español), el nosotros al que se refiere el nombre del festival engloba a toda la ciudadanía que forma la ciudad, incluso a través de los diferentes roles que adoptan los ciudadanos en diferentes momentos: el trabajador municipal, el emprendedor, el residente, un padre, una madre, el viajero, el visitante, etc. En principio, todo tipo de personas de diferentes orígenes contribuyen activamente a la vida en la urbe.
Pero ante ese nosotros tan definido queda en el imaginario colectivo la duda de quienes son los otros. Las olas de inmigración y la crisis de los refugiados que está afectando a Europa provocan la necesidad de replantear los procesos participativos urbanos. Como mínimo, replantear los limites actuales de lo que se entiende como una ciudad inclusiva.
Y si la participación ciudadana activa es considerada frecuentemente como un mecanismo efectivo para reducir las desigualdades, la ciudadanía no siempre cree que los procesos participativos son capaces de generar cambios significativos en su ciudad y en su calidad de vida. Especialmente escépticos son las comunidades de bajos ingresos y los colectivos vulnerables más olvidados que dudan sobre su capacidad real de generar un impacto en las políticas públicas.
Por lo tanto, uno de los principales retos actuales no es solamente garantizar que los ciudadanos participen, sino que estos tengan la convicción de que a través de su participación pueden generar un impacto y transformar de manera significativa su ciudad.
En este aspecto la tecnología desempeña un papel fundamental. Tal y como se debatió extensamente en los coloquios de los festivales, en el momento en que los datos se convierten en el nuevo oro del S.XXI, a quien pertenecen las empresas tecnológicas y cómo se gestiona el uso de la información para generar conocimiento son aspectos totalmente fundamentales para una gestión participativa de las ciudades.
En definitiva, lo que ya parece haber cambiado y no habrá marcha atrás, es la voluntad de la ciudadanía de no dejar que la ciudad siga siendo gestionada exclusivamente por representantes políticos. Los festivales son una manera que tiene la ciudadanía de festejar lo urbano, aunque sus contenidos dejan la agenda clara: recuperar la ciudad.
Artículo escrito con la colaboración de Paula García Serna
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