Richard Quinn, un diseñador con estrella
El creador británico ha logrado lo que ningún colega: sentar a Isabel II en la primera fila de un desfile y, con ello, lograr la atención de todo el mundo hacia su interpretación contemporánea de los clásicos estampados florales
IT´S NICE to be nice”. El diseñador Richard Quinn repite en dos ocasiones que es bonito ser majo. Lo hace con dulzura, como quien no conoce otra forma de caminar por la vida: siempre con amabilidad. Quizá también sea porque la vida le sonríe. En su primer desfile y tan solo dos años después de terminar la carrera de moda, Quinn consiguió lo que ningún diseñador inglés había logrado: sentar a la mismísima reina de Inglaterra en primera fila, justo al lado de Anna Wintour, editora jefe de Vogue América, en una imagen que se volvió viral. Isabel II se estrenaba delante de la pasarela por un buen motivo: inaugurar el galardón que lleva su nombre dedicado al diseño británico, un premio que busca reconocer el talento y la originalidad, así como el papel de la industria de la moda en la sociedad y la diplomacia. Tras ese momento de exposición mediática, la vida sigue para Quinn en su estudio del barrio londinense de Packham. Sin presiones, sin estrés: “Hacemos aquello que nos ha encantado siempre, así que no creo que sea tan agobiante. Me parece mucho más estresante trabajar en una oficina”, explica el diseñador. “Estamos haciendo proyectos divertidos e increíbles, tenemos un estudio y, además, ahora lo podemos hacer todo en casa, y eso lo hace todavía más excitante”.
Gracias a la impresión digital textil, Quinn produce en su propio taller gran parte de los pedidos que envía luego a tiendas como Matches, Net-à-Porter o Dover Street Market, algo que le da mucha autonomía, le permite ofrecer productos personalizados y responder en un tiempo récord: “No tengo que enviarlo fuera, ni adelantar grandes sumas de dinero. Dispongo de total flexibilidad para personalizar los diseños y puedo producir la cantidad exacta, sin prendas que sobren. Nos permite hacer un producto de moda en Londres de forma rápida”. Pone como ejemplo el vestuario que realizó para uno de los espectáculos de Lady Gaga: “En tres semanas pudimos responder al proyecto desde nuestro estudio”.
Graduado en 2016 en la prestigiosa escuela Central Saint Martins de Londres, la misma en la que se formaron Alexander McQueen o Stella McCartney, Quinn destinó el dinero del premio del HM Design Award que ganó en 2017 a comprar una impresora Epson de última generación. Con esta inversión decidió montar un taller de estampación a precios asequibles en la planta baja de su estudio: “Cuando me gradué no existía un sitio para que los estudiantes pudieran ir a estampar sus colecciones”. Actualmente, además de los estudiantes, firmas como J. W. Anderson o Burberry solicitan los servicios de impresión digital o manual que ofrece Quinn: “Muchos de los diseñadores de Londres son también amigos míos. Es bonito tener un diálogo y contacto con otros creativos”.
Al igual que sus colegas, Quinn actualiza de forma muy personal los códigos tradicionales del imaginario inglés, algo que aprendió en la escuela: “Saint Martins te ofrece esa habitación, ese espacio en el que descubres lo que te interesa”. Él se encontró cómodo en un jardín en el que convergen pasado y presente: “Para mi proyecto de máster recopilé los típicos estampados tradicionales de flores e intenté darles la vuelta y hacerlos ligeramente diferentes”.
En su libro de bocetos, Quinn trabaja esta idea con atractivos collages a los que luego dará vida en tres dimensiones. También forman parte de su esencia “las siluetas de alta costura y las cosas ultrafemeninas. No creo que para ser moderno tengas que hacer una sudadera con el logo ahí abajo. Este tipo de cosas me producen alergia”, musita entre risas: “Las siluetas me permiten crear un mundo, una mujer y un producto que sea deseable. Para mí es importante que más allá del estilismo del desfile puedas apreciar que hay una chaqueta que es increíble”.
En la pasada alfombra roja de la fiesta del Museo de Arte Metropolitano (MET) de Nueva York, Amal Clooney cambió en el último minuto un conjunto en el que el equipo de Tom Ford llevaba días trabajando por un corsé y una falda metalizados con estampados florales de Quinn. De nuevo, la fortuna sonreía al inglés, que trabaja ahora en una nueva colección con la que quiere dar un paso adelante: “No mucha gente sabía lo que estaba haciendo antes del desfile con la reina de Inglaterra. Fue la primera vez que vieron mi trabajo. Esto nos ofreció una plataforma pero ahora creo que nos toca moverse hacia algo nuevo”.
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