Satisfacciones inmediatas
TAMBIÉN EL PEOR de los libros tiene una página buena: la última”, afirmó John Osborne. Para algunos, el verano constituye la oportunidad de leer los libros “importantes”: Guerra y paz, Moby Dick, los Cantos de Ezra Pound. Otros, en cambio, prefieren las satisfacciones inmediatas de libros deliberadamente “malos”, novelas cortas, simples, susceptibles de ser abandonadas en el hotel o en una terraza. A veces las personas pasan del primer grupo al segundo; más a menudo, desafortunadamente, acaban haciendo de la lectura playera la única del año, pese a que, como observó Miguel de Unamuno, “cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee”. Para el lector frecuente, sin embargo, la lectura de verano es un placer inconfesable, la golosina que completa el consumo de platos más nutritivos porque, como escribió Lichtenberg, “hace a los simples más simples, a los listos más listos, y deja a todo el resto como estaba”.
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