Cuando ella gana más que él, los dos mienten en las encuestas
Un estudio revela que los salarios distorsionan los sondeos estadounidenses
El censo en Estados Unidos se ha convertido en un gran delator de los prejuicios y complejos de su idiosincrasia: cuando una mujer gana más que su pareja del sexo opuesto, ambos le responden al encuestador que gana menos. Y como si fuera poco, inflan el salario de él. Ese fue el descubrimiento de una investigación de la Oficina del Censo, que comparó sus datos de ingresos por pareja con los que estas declararon al Servicio de Impuestos Internos. De promedio, el salario de ellos es 2,9% más bajo de lo que contestan y el de ellas, un 1,5% mayor. Para los escépticos, la falta de rigor solo ocurre cuando la mujer es la principal fuente de ingreso. Si es el marido el que lleva más dinero a la casa —lo que ocurre en tres de cada cuatro casos investigados— no hay diferencia entre lo que le dicen al encuestador y lo que declaran.
Aunque los dos exageran las ganancias del esposo y disminuyen las de la esposa, sí importa quién responde el censo familiar: los hombres hinchan sus propias ganancias menos que las esposas y estas devalúan las suyas menos que los maridos. Las economistas Marta Murray-Close y Misty Heggeness, de la oficina del censo estadounidense, examinaron los datos recopilados entre 2003 y 2013. Heggeness alerta sobre el peligro que tienen los resultados arrojados: “Estas diferencias pueden afectar nuestra comprensión de las estadísticas nacionales sobre el ingreso, la desigualdad y la pobreza”. Por muy lento que avance la tendencia a que la mujer gane más que el hombre dentro de la pareja, los datos de ingresos podrían volverse menos fiables si los encuestados mienten.
Las investigadoras barajan que esta distorsión puede obedecer a que la pareja no está a gusto con su realidad o crea que el entrevistador se sentirá incómodo si rompen “la norma de que el hombre es el que gana el pan”. Puede que ambas, considerando una encuesta del Pew Research Center realizada el año pasado, en la que el 71% sostuvo que para ser buenos maridos, los hombres deberían ser capaces de mantener a una familia financieramente. Solo un tercio dijo lo mismo sobre las mujeres.
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