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Así es el negocio familiar que fabrica carteles y tubos luminosos para Kate Moss, los Beckham o Jay-Z

God’s Own Junkyard, una mezcla de café, bar y señales de neón, es el gran atractivo de Walthamstow (antes suburbio del noreste de Londres, hoy barrio de moda)

El abuelo del propietario de God’s Own Junkyard produjo en los setenta señales de neón para los prostíbulos y ‘sex shops’ del Soho londinense.
El abuelo del propietario de God’s Own Junkyard produjo en los setenta señales de neón para los prostíbulos y ‘sex shops’ del Soho londinense.
Mariano Ahijado

Hasta hace un lustro, a Walthamstow, suburbio del noreste de Londres, llegaban sus vecinos y los que se quedaban dormidos en el metro después de una noche de fiesta. Ahora la última parada de la Victoria Line, pasto de la gentrificación –si este cada vez menos espontáneo proceso de aburguesamiento de los barrios representado por una obscena subida de precios de las casas sigue su curso en el noreste de Londres, el aeropuerto de Stansted, el más alejado de la ciudad, va a ser el más conveniente–, es una agradable zona a la que ir a tomar una cerveza el fin de semana.

El gran atractivo es God’s Own Junkyard, una mezcla de café, bar y señales de neón. “Hemos conseguido junto con las pequeñas tiendas del pueblo y los pubs ser un lugar de destino”, cuenta Marcus Bracey, tercera generación de un negocio que ha diseñado y fabricado tubos luminosos para Kate Moss o los Beckham, carteles que han aparecido en Iron Man y la saga de Batman o que decoran las oficinas del sello de Jay-Z. “Somos parte de un proceso de regeneración junto con la William Morris Gallery y varios restaurantes”, cuenta.

Entrar con gafas de sol está permitido en esta tienda, salir con un neón bajo el brazo es casi obligatorio.
Entrar con gafas de sol está permitido en esta tienda, salir con un neón bajo el brazo es casi obligatorio.

En El desguace de Dios hay neones de los años veinte. “Mi padre, Chris, llamaba fuego líquido a estos tubos”, revela Bracey. En la última década ha habido un resurgimiento del neón. “La gente lo quiere para sus casas, las revistas lo utilizan para las sesiones de fotografías…”, dice. El origen de esta brillante tienda data de los años cincuenta, cuando el abuelo del propietario fundó Electro Signs. “Nosotros nos hemos encargado de hacerlo accesible y visible”, explica Bracey.

La popularidad de God’s Own Junkyard coincide con un crecimiento del precio de la vivienda en Londres. “Muchos obreros y gente de clase media que no podían vivir en el centro se ha trasladado a la periferia.”, apunta. Han surgido nuevos negocios y otros se han adaptado a la demanda de los recién llegados residentes. “El barrio está irreconocible comparado con el Walthamstow donde crecí”. Desde hace dos años la Victoria Line opera las 24 horas los fines de semana. El local de Bracey ha perdido un tipo de cliente: el que se queda sopa tras unas cuantas pintas.

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