Los pequeños cambios en el deporte femenino prometen grandes resultados
La brecha de género entre atletas se extiende desde lo salarial hasta lo normativo
El año 2017 ha dejado grandes momentos en el deporte femenino: desde la conquista de Wimbledon por parte de Garbiñe Muguruza, hasta el oro europeo conseguido por la selección femenina de baloncesto. Como ellas, decenas de mujeres españolas se subieron al podio internacional el pasado año, mostrando la enorme evolución competitiva del deporte femenino en el país. Pero detrás de cada medalla, se esconde todo un sistema precario que perpetúa la brecha de género en los equipos y selecciones de España, con una desigualdad que empieza a reducirse gracias a una serie de proyectos y cambios institucionales.
Salarios insignificantes, contratos no regulados y una ley que no contempla la profesionalidad del deporte femenino fomentan que, de acuerdo con los datos del Consejo Superior de Deportes de 2017, solo el 22,3% de las licencias federadas en España sean de mujeres. “No puede ser que el deporte masculino haya progresado menos con tanto apoyo, mientras que las chicas han tenido una evolución tan grande sin apoyo. Nunca se ha ganado tanto con tan poco”, afirma Paloma Zancajo, directora de la revista Líderas y portavoz de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP).
En la columna vertebral del problema se encuentra la Ley del Deporte. Tras 28 años bajo una normativa que le niega la profesionalidad a las mujeres deportistas, se están dando los primeros pasos en el Congreso para cambiarla. De acuerdo con María José López, una de las abogadas que participó y coordinó las jornadas de evaluación en el legislativo, los principales puntos a incluir en la nueva ley son los siguientes: definición del deportista profesional, una norma de igualdad de género tanto en salarios como en espacio en medios de comunicación públicos y preceptos que amparen a las mujeres durante el embarazo. “Es impensable que en el mismo ámbito laboral, los chicos tengan unos derechos reconocidos y las chicas no. Esta es una falta de perspectiva de género y una carencia de un desarrollo normativo acorde a la Ley de Igualdad del 2007”, asegura la jurista.
En principio, el borrador de dicha ley debía ser presentado por el Gobierno a mitad de 2018, pero con el cambio de Ejecutivo los plazos se han tornado difusos. “Se suponía que el borrador se tenía que presentar en junio, luego lo aplazaron a septiembre. Con el cambio de gobierno me da la impresión de que esto se va a demorar y que no vamos a tener nueva ley de deporte hasta el 2020, hasta el próximo ciclo. Ojalá me equivoque”, asegura Zancajo, quien estuvo presente en las jornadas.
Durante la huelga feminista del 8 de marzo, muchas deportistas mostraron su apoyo en las redes sociales con el hashtag #LasDeportistasParamos y firmaron un manifiesto en el que reclamaban los mismos recursos que sus compañeros, convenios laborales en cada disciplina y el fin a la cosificación de la mujer en el deporte. “Después del 8-M creo que hay más conciencia y menos miedo, porque sientes que estás acompañada”, cuenta Mar Mas, secretaria general de la AMDP. “Todas juntas es la única manera de construir un futuro sostenible en el que podamos ocupar la mitad de todo, porque es nuestro”, afirma.
Mientras aumenta el número de deportistas que alzan la voz para reclamar sus derechos, también se incrementa el número de autoridades deportivas que están dispuestas a escucharlas. Uno de los ejemplos más representativos es la Federación Española de Fútbol. Por primera vez en su historia, cuenta con tres mujeres dentro de la junta directiva: Ana Muñoz, vicepresidenta para Asuntos de Integridad, y las vocales María Dolores Martínez y Marísa González Casado. Además, se ha creado un área específica para el fútbol femenino, que tiene como objetivo dar una mayor visibilización a las jugadoras y reducir la brecha existente entre los géneros.
“El fútbol femenino camina a la profesionalización y la federación está volcada en que cada vez tengan mejores condiciones, mejores campos y mejores infraestructuras. (...) Lo único que falta es que todos los clubes se animen a incluirlas en la estructura profesional que tienen detrás de ellos. Que tengan sueldos, que tengan contratos, que tengan mejores instalaciones, y al final el nivel va a crecer”, afirma Jorge Vilda, seleccionador nacional del equipo femenino.
Rosa Márquez, una de las capitanas de la selección española sub-19, ve este cambio con optimismo. Por un lado entrena para el Campeonato Europeo y por el otro se prepara para entrar a la universidad. “Es difícil, puesto que tenemos que entrenar y dedicarle tiempo a algo que nos gusta tanto como el fútbol, pero sabemos que de esto, de momento, no podemos vivir”, cuenta.
Un pequeño paso hacia ese avance se ha producido en las competiciones de tiro olímpico. Tras una ardua campaña por parte de Pilar Calvo, campeona absoluta de skeet (modalidad de tiro al plato) y cofundadora de AMDP, la Federación Española de Tiro Olímpico determinó que a partir de marzo las competiciones iban a repartir los premios de forma igualitaria: 300 euros para el primer puesto, tanto en la categoría masculina como en la femenina. Hasta entonces, mujeres y hombres pagaban la misma cuota por competir (65 euros), pero el primer premio de la categoría masculina era de 500 euros, frente a los 250 de las mujeres. “Ahora tiramos los mismos platos, pagamos lo mismo y cobramos lo mismo. Entonces [los hombres] empiezan a verte diferente. Empiezan a verte más como un igual”, afirma Calvo.
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