Presupuesto realista

La ministra de Economía, Nadia Calviño, ha expuesto en Bruselas lo que ya era un secreto a voces: España no podrá cumplir con los compromisos de reducción del déficit, establecidos en el 2,2% del PIB para este año y el 1,3% del PIB para 2019. Calviño ha propuesto a Pierre Moscovici ganar un cierto margen elevando el compromiso este año al 2,7% y al 1,8% el que viene, a sabiendas de que es un canal de gasto demasiado estrecho para hacer circular por él los ambiciosos planes de inversión social anunciados: fin del copago para los jubilados, sanidad universal, política de vivienda... Todo ello sin mencionar el peso de los compromisos adquiridos por el Gobierno anterior (actualización de las pensiones con el IPC) o los costes imputables a la ampliación de los permisos parentales.

El margen propuesto por Calviño en Bruselas equivale a ganar unos 6.000 millones. Pero se necesitan en torno a 20.000 para hacer frente a los ajustes que impone el déficit más el plan de gastos sociales que quiere el Gobierno y la mayoría parlamentaria que puede apoyarlo. Sobre el tapete está la subida de impuestos. Es una solución lógica y factible, a pesar de las reticencias de quienes señalan los inconvenientes de aumentar la tributación. También el no hacerlo tiene costes y quizá superiores. Pero ha llegado el momento de precisar que poner en marcha una modificación en sociedades que sitúe la tributación mínima en el 15%, elevar la imposición sobre los carburantes, imponer una tasa a las tecnológicas o recurrir a los gravámenes ecológicos son decisiones que tienen un grado de dificultad variado, pero evidente, porque no todas ellas gozan de simpatía de los escaños que puede reunir Sánchez. Más que una relación de impuestos potenciales, necesitamos ya un plan de impuestos posibles que incluya su viabilidad política.