El caleidoscopio de María Ke Fisherman
La firma se asienta en el panorama de la moda española con un desfile en Madrid entre lo artesanal y lo tecnológico donde importan más los espacios que las fechas


Cuando María Ke Fisherman empezó su andadura en las pasarelas allá por 2011, más de uno enarcó las cejas creyendo que eran unos trasnochados, que qué era aquello de colores flúor, aberturas inesperadas, enormes plataformas, vestidos largos, aquel retorno a los noventa, que hay que ver. Se equivocaban. Los noventa han vuelto en todo su esplendor y María Ke Fisherman tiene un papel como impulsor de esa moda de pantalones de campana y riñoneras cruzadas, de su aceptación entre las masas.
Pero MKF (como se leía ya en sus personalizadas camisetas de su primera colaboración para Nike) también ha sabido muy bien cómo aprovechar el tirón. No hay más que verlo en esas prendas, en su premio al talento Vogue Who’s On Next de 2014 y de su consagración con un Premio Nacional de Moda en 2016. El lunes por la noche volvió a demostrarlo cerrando la segunda jornada de desfiles principales de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Y no precisamente en IFEMA.
A punto estuvo de no verse la colección de la firma. Casi no existe, si no hubiera sido por Caleido. Un espacio que tampoco existe apenas, sólo a medias: la llamada quinta torre de Madrid, a la sombra de las cuatro que hacen de faro de la capital, se empezó a forjar hace menos de cinco meses. Un espacio en construcción —que en un futuro tendrá 65 plantas con tiendas, restaurantes, una universidad y un hospital— al que accedieron como pudieron y a través de las obras los invitados al desfile y que acogió en sus primeros metros construidos, sobre un larguísimo tráiler, el desfile de la firma.

Fue tal la impresión que tuvo Caleido en la pareja de creadores que decidieron seguir adelante con el proyecto. Esta colección primavera/verano estaba en su cabeza desde hacía tiempo, pero conocieron la zona hace apenas mes y medio. Solo entonces se pusieron a ejecutar. “En nuestra colección queremos contar con el espacio, que todo sea uno, una amalgama”, explica Víctor Alonso minutos antes de presentar la colección, mientras las modelos corretean por el improvisado backstage en busca de sus prendas. “Tuvimos mucha suerte de encontrarlo, en Madrid no hay nada así. En esta ciudad es muy difícil tocar el suelo, y aquí se consigue, por eso es un espacio entre ancestral y futurista”, explicaba entusiasmado.
“Pensábamos presentar más adelante, en septiembre”, asegura. No tienen prisa, los tiempos no les preocupan; de hecho, no hicieron presentación de otoño/invierno. Si lo mejor es adaptarse al calendario oficial, como es el caso, lo harán; si no les cuadra, irán por su cuenta, como han estado a punto de hacer. “Queremos adaptar el calendario a nuestra empresa y no al revés. Dependerá de nuestra estrategia comercial, no nos sentimos presionados”, afirman sin dudar, aunque creen que la actual es, pese a toda la polémica, una buena fecha. El lugar fue su revulsivo. “Nos enseñaron este sueño de espacio y nos pareció una maravilla. Es como la cámara cerrada de una pirámide del futuro. Esos espacios, esa vida, ese concepto futurista e innovador…”, narraba Alonso mientras Lemus remataba los looks de las modelos.

Unos looks marca de la casa pero con la correspondiente evolución, en los que primaron las figuras desestructuradas y la mezcla de la firma entre tradición (con patrones de punto bordado a mano por monjas de clausura de un convento de Andalucía cuya ubicación prefieren no desvelar) y pura vanguardia (con tejidos técnicos que se tiñen con la temperatura: telas azules que pasan a blancas con el color).

Lemus y Alonso se han convertido en referentes para la música española de hoy, el trap; no faltaron al desfile figuras como C. Tangana, aplaudiendo en primera fila. Pero también siguen vendiendo y creando para Katy Perry o Miley Cyrus, así como en Shanghái, Los Ángeles o París, a cuyas ferias llevarán esta colección en septiembre. “Estamos creciendo como empresa, así que esta colección nos ha ayudado a formar un buen equipo y que nos forcemos a tener la colección completa dos meses antes de presentarla”, afirman entre decenas de personas ataviadas con chalecos amarillos y algún que otro casco (que luego rotó para los selfies de rigor).
“Somos psicólogos del underground”, afirma Alonso, asegurando —y sabiendo que es “una falta de modestia” por su parte— que han colaborado a crear el y a orientar el sentido de la moda de la España actual. Confían en sus plataformas agujereadas, sus pantalones a distintas alturas, sus faldas tremendamente tubo, sus estampados de marcianitos reflectantes. “Somos menos nicho de lo que puede parecer. Nuestras prendas sueltas se las quiere poner cualquier persona”.
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