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Tribuna
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Carta abierta a la ministra Dolors Montserrat

¿Cómo vamos a confiar en ningún medicamento si no media distinción alguna entre una medicina y un grano de glucosa?

La ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, ayer durante la inauguración del 34 Congreso Mundial de Veterinaria.
La ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, ayer durante la inauguración del 34 Congreso Mundial de Veterinaria.Andreu Dalmau (EFE)

Excelentísima señora Montserrat,

Con gran contrariedad compruebo que acaba de firmar una orden para regular los llamados “medicamentos homeopáticos”. Ya la misma expresión, “medicamento homeopático”, resulta contradictoria: un medicamento ha de tener algún efecto sobre una enfermedad, y la homeopatía se define —en la directiva europea que impulsa esta orden— justamente como aquel producto que de tan diluido resulta inocuo (y por ello no puede ir acompañado de indicaciones terapéuticas). A los medicamentos homeopáticos les ocurre lo mismo que a los muertos vivientes: o son una cosa o son la otra, pero ambas a la vez es imposible. Hace algunos días usted dijo una frase que comparto: “Las lenguas no curan”. Le doy toda la razón, y añado: la homeopatía tampoco.

Leo horrorizada en la orden que la Real Farmacopea Española publicará los productos homeopáticos que se validaren: ¿Al ponerlo al servicio de la pseudociencia no hay riesgo de que ese código acabe perdiendo prestigio? ¿Cómo vamos a confiar en ningún medicamento si no media distinción alguna entre una medicina y un grano de glucosa? ¿En qué lugar quedan los criterios científicos cuando se concede el visto bueno a sustancias con la misma capacidad curativa que el agua?

Soy consciente de que el problema nace de una directiva del Parlamento Europeo. Desde que fui nombrada eurodiputada, una de mis preocupaciones ha sido combatir las pseudociencias y las falsedades. A veces me sorprende la frivolidad con la que se ventilan este tipo de temas al tramitar las leyes; el hecho de que, en vez de basar el voto en evidencias, los diputados recurran a anquilosadas concepciones ideológicas. Porque es así como se aprueban leyes que carecen de todo fundamento científico, como es el caso de la que nos ocupa. No en vano, ninguno de los centenares de experimentos que se han llevado a cabo sobre productos homeopáticos ha podido demostrar que tuvieran ninguna eficacia.

Acabo de preguntar a la Comisión Europea por la incoherencia que supone que exista una directiva que promueve ideas pseudocientíficas

La Unión Europea es un proyecto complejo, y solo se puede aspirar a avanzar a pequeños pasos. Es obligación de cada uno de los actores contribuir, en la medida de sus posibilidades, a que ese proyecto sea cada vez mejor. Por mi parte, acabo de preguntar a la Comisión Europea por la incoherencia que supone que exista una directiva que promueve ideas pseudocientíficas. Y en mi opinión, hubiera sido preferible que España hubiera presionado a la Unión para que reconsiderara el tema, en lugar de incorporarla a nuestra legislación, tal como ha acabado ocurriendo.

Con la orden aprobada no se conseguirá beneficio alguno ni para los enfermos ni para la sociedad. Solo las multinacionales de la industria homeopática van a salir ganando al proporcionárseles un amparo legal que legitima sus productos y que propiciará que aumenten sus ganancias; derivadas, no lo olvidemos, de la venta de azúcar a precios exorbitados. Los políticos debemos ser conscientes de nuestras responsabilidades en las decisiones que tomamos, a pesar de que en ocasiones puedan resultar antipáticas para una parte de la sociedad.

Recientemente, sentí una gran alegría cuando supe que la Comisión Europea tiene la intención de poner en marcha una batería de medidas para apoyar la vacunación y combatir las campañas de desinformación que impulsan los grupos antivacuna. Un número creciente de niños corre el riesgo de sufrir absurdamente graves enfermedades porque sus padres han decidido que no se les suministre vacuna alguna. El comisario de Salud Vytenis Andriukaitis, en unas declaraciones que recogió EL PAÍS, aseguró que las vacunas funcionan bien y que esto “es un hecho, como decir que la Tierra gira alrededor del Sol y no a la inversa”. Este tipo de iniciativas me llevan a pensar que las instituciones europeas son cada vez más conscientes de la importancia de defender la ciencia y la verdad contra los propagadores de mentiras, y quiero suponer (soy moderadamente optimista al respecto) que este planteamiento acabará contagiando a todos los ámbitos.

En todo caso, deseo fervientemente que pueda volver a escribirle pronto para felicitarla por haber corregido la posición del Gobierno de España.

Reciba un saludo cordial,

M. Teresa Giménez Barbat es eurodiputada integrada en la delegación Ciudadanos Europeos dentro el grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa.

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