Por qué la muerte por sobredosis no debería impedir la donación de órganos
Un análisis en EE UU sugiere que los órganos de muertos por sobredosis ofrecen tan buen pronóstico para los pacientes como los de fallecidos por otras causas
Los expertos en trasplantes tienen la capacidad para convertir tragedias en esperanza. En 1992, cuando los accidentes de tráfico mataron a más de 5.000 personas en España, el 43% de los donantes habían sido víctimas de esos siniestros. En la actualidad, con alrededor de 1.200, los donantes de este tipo rondan el 4% del total. En EE UU tratan ahora de obtener algo positivo de un drama con dimensiones de epidemia.
En octubre del año pasado, EE UU declaraba la emergencia sanitaria por la ola de adicción a los opiáceos. Este problema ha multiplicado las muertes por sobredosis y, según un análisis de la Universidad Johns Hopkins, también ha multiplicado el porcentaje de donantes muertos por intoxicación. En un estudio publicado en la revista Annals of Internal Medicine, los investigadores han analizado 138.565 donantes y 337.934 receptores de trasplantes entre 2000 y 2017. En ese periodo, observaron que el porcentaje de donantes muertos por sobredosis subió del 1% en el 2000 hasta el 13% en 2017.
Casi el 30% de los donantes de órganos muertos por sobredosis de drogas portaban el virus de la hepatitis C
Los autores trataron de averiguar si ese incremento podía poner en riesgo la seguridad de los trasplantes y sus resultados fueron positivos. En comparación con los de otros donantes, los órganos de muertos por sobredosis no tuvieron peor pronóstico. Además, en casos de receptores de corazones o pulmones, los que los obtuvieron de usuarios de drogas fallecidos, tenían entre un 1% y un 5% más de probabilidades de estar vivos después de cinco años que los que los recibieron de donantes muertos por otras causas. El dato puede ser interesante para casi 115.000 candidatos a trasplantes de órganos en EE UU, en su mayoría riñones (un 81%) e hígados (un 12%).
Según se explica en el artículo, este tipo de donantes se rechazan con más frecuencia por el mayor riesgo de estar infectados por VIH o Hepatitis C. En el pasado, patógenos como el virus del sida podían pasar desapercibidos si se encontraban en un periodo latente y pasar al trasplantado junto con el órgano. Sin embargo, según se explica en el análisis de Johns Hopkins, las nuevas pruebas de ácido nucleico y de anticuerpos hacen que el riesgo de infección sea “extremadamente bajo”. “Además, los candidatos que aceptan riñones [de personas con un mayor riesgo de infección] presentan un porcentaje de supervivencia mejor que aquellos que esperan por otro órgano”, señalan. En cualquier caso, advierten que los riesgos se deberían evaluar conforme a la situación de cada candidato.
Hasta ahora, el mayor riesgo de transmitir una infección como la hepatitis C hacía descartar muchos órganos que ahora se aceptan. En 2017, casi el 30% de los donantes de órganos muertos por sobredosis de drogas portaban ese virus, muy por encima del 4% de los muertos por otras causas. “Ahora, ese enfoque ha cambiado por completo por la llegada de los nuevos antivirales contra el virus C”, explica Rafael Matesanz, creador de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). “Ahora es posible trasplantar órganos con virus C y dar después el tratamiento profiláctico. Eso es algo que ya se ha empezado a hacer en España con trasplantes de corazón, pero se va a empezar a hacer con otros órganos”, añade.
En EE UU, el 13% de los donantes de órganos han muerto a causa de una sobredosis
No obstante, Matesanz se muestra sorprendido por el elevado porcentaje de órganos procedentes de sobredosis en EE UU: “En España es mucho menor, no llega al 1%”. Y enfatiza la necesidad de que se analice cada caso para saber si el trasplante será viable. “En una muerte por cocaína, probablemente el corazón no se puede utilizar, pero otros órganos quizá no tienen daño. Hay que ver la sustancia que ha causado la muerte e identificarla, porque no se puede trasplantar a una persona si no has identificado la causa de muerte. En un muerto por cianuro, aunque es algo bastante exótico, si se trasplantan esos órganos, se transmitiría la intoxicación por cianuro” concluye.
En Europa, el problema de las muertes por sobredosis sigue siendo mucho menor que en EE UU, pero también crece. En un informe presentado el verano pasado por el Observatorio Europeo sobre Drogas se señalaba que 23 personas murieron cada día por sobredosis en la UE, Noruega y Turquía en 2015. En total, la ingesta de estas sustancias se cobró al menos 8.441 vidas en esos 30 países, un 6% más que doce meses atrás, cuando las víctimas fueron 7.950. En 2012 rondaban las 6.300 según el observatorio.
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