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Cómo los libros que tiene en casa pueden convertir a su hijo en un gran lector

La cantidad de libros que debe haber en su casa, los 20 que no pueden faltar y el truco de Mario Vargas Llosa para que sus hijos devoraran su biblioteca

¿El suyo? El más listo, sin duda. Espabilado como pocos. Despierto, curioso, activo. Todo padre habla de su hijo como el próximo Einstein, como la siguiente madame Curie; un bebé llamado a engrosar la lista de personalidades cruciales para la historia. Y esa creencia está muy bien; transmite al pequeño confianza y respaldo. Pero nadie nace aprendido, y cualquier aptitud —y actitud— es fruto del trabajo y el empeño. Como la capacidad lectora y el gusto por disfrutar de la palabra escrita. No existe una receta mágica, no hay barita para convertir al pequeño en un ávido devorador de libros, pero sí varias pautas para predisponerlo a ser, con el tiempo y por qué empezando por hoy, Día del Libro, un gran lector. Y la primera, la más básica, es visual.

Y responde a una pregunta: ¿cuántos libros debo tener en el salón de casa para que mi hijo se interese por bailar entre sus páginas? A la respuesta se aproxima una reciente encuesta elaborada por la editorial infantil más grande del mundo, Scholastic, que coloca la marca en los 205 volúmenes. Los responsables de la investigación estudiaron los hábitos de 2.500 familias con niños de entre 6 y 17 años y observaron que esa es la media de libros en los hogares de aquellos que crecen siendo lectores regulares. Ojo: en las casas de los leían menos había 192, así que la diferencia entre un hijo que devora libros y otro sin hábito de lectura puede salvarse, para empezar, añadiendo 13 ejemplares más a la estantería.

El truco de Mario Vargas Llosa: ponerlos a leer dos horas al día

La encuesta permitió observar además algunas pautas que se siguen en los hogares de los más avidos lectores: dejarnos ver disfrutando de gruesas novelas o leer en voz alta cuando aún están en la cuna, las dos básicas. No en vano, la misma encuesta determina que lo más recomendable es narrarles cuentos, al menos, cinco veces por semana, antes incluso de que vayan a la guardería.

Y, ¿qué hacen los grandes escritores para que sus hijos hereden el gusto por la lectura? Preguntamos por correo electrónico al premio Nobel Mario Vargas Llosa y nos responden su asistente: "Cuando sus hijos eran pequeños los ponía a leer a su lado durante dos horas cada día mientras él escribía. Y sus hijos han reconocido ya de mayores que eso les creó el hábito de la lectura. Seguramente también ayudó que en casa se hablara mucho de libros".

Hay más consejos, y conviene tomarlos en serio. Elisa Yuste, consultora del sector editorial y especializada en literatura infantil, destaca que lo más importante es conocer al lector y la obra que se recomienda. Con respecto al lector, "en una ocasión me pidieron referencias de libros para regalar a un niño de 8 años al que no le gusta leer y sin embargo le encanta el fútbol: mi consejo fue regalar un par de obras más gráficas, álbumes sobre deporte, etcétera. Si a ese niño le regalas una novela con mucho texto no la va a abrir". Sobre conocer la obra, destaca: "En eso se basa en parte el éxito de los booktubers; hablar de libros que han leído y por eso transmiten más entusiasmo".

"Este libro no lo leas"

Para edades más tempranas, Yuste recomienda "poner un cesto de libros en el baño —para que se familiaricen con el objeto, lo toquen, e incluso lo metan en el agua— y reservar un rincón para sus propios libros en su cuarto o en el salón". En la adolescencia, puede funcionar mezclar sus ejemplares con los de los adultos, pero siempre depende del lector. También es una buena idea "buscar vínculos con sus temas de interés. Ir a un concierto o al cine con ellos puede ser una buena excusa para generar un espacio en el que se pueda hablar de una novela relacionada, por ejemplo".

Yuste recuerda una anécdota que contaba el escritor catalán Emili Teixidó, quien siempre llegaba a su clase con una selección de cinco volúmenes y contaba brevemente la historia de cada uno. Hasta que llegaba a uno concreto: "Este no, este mejor no os lo cuento, quizá sea un poco avanzado... El caso es que es especial. Pero no". Luego se iba al baño y sus alumnos se avalanzaban sobre los títulos y, sobre todo sobre aquel volumen prohibido.

Carmen Marco, psicopedagoga del centro Aprendert, da algunas pistas: "El papel de la lectura en el desarrollo de los niños es fundamental, partiendo de que esta es la vía por la que se transmite el conocimiento". Añade la experta que hay que velar por que los niños, además, lean bien, puesto que "si en la fase de aprendizaje se produce alguna laguna, con el tiempo el pequeño terminará rechazando la lectura y, en consecuencia, perderá el gusto por aprender".

Más consejos: leer con imágenes y jugar con las palabras

"Antes incluso de que el niño sepa comprender las palabras escritas, conviene leerle textos ilustrados para que aprenda a vincular ideas de forma lúdica", comienza Marco. Es el paso cero, al que se le sumará después el relacionado con las habilidades metafonológicas, como jugar con las palabras. "La lectura nunca ha de ser impuesta y debe tener un fuerte componente lúdico", explica la psicóloga, que añade: "Con juegos sencillos, como enseñarles que de una palabra puede resultar otra distinta alterando el orden de las letras o suprimiendo alguna sílaba, reforzaremos ese cariz divertido en la primera fase de relación con la lectura".

También es importante, según Marco, que el ejercicio sea compartido. Crear en torno a los libros un ambiente distendido y común, para que el niño entienda que el ejercicio es agradable para ambos y lo incorpore a sus rutinas como un momento de conexión con la familia, es más que recomendable. "Y tampoco obsesionarse con un tipo concreto de textos. El objetivo es que lea y, por eso, ¿qué importa que dedique su tiempo a disfrutar con textos relacionados con, sin ir más lejos, sus series de televisión favoritas?", sostiene Carmen Marco. Una vez adquirido el hábito, ya ampliará su foco con el tiempo.

Los títulos infantiles por los que querría volver a tener 10 años

Pero, sobre todo, hay que dar ejemplo. "Si en casa es costumbre descalzarse al cruzar la puerta, el pequeño asumirá ese ejercicio sin casi planteárselo, y lo mismo ocurre con la lectura", afirma la psicopedagoga. Por eso, sostiene que si es habitual la estampa en la que usted se sienta en el sillón para abstraerse, durante unas horas, con las peripecias de tal o cual personaje novelesco, su hijo estará mucho más cerca de asumir ese ejercicio con gusto y de repetir sus patrones que si le ve, únicamente, hipnotizado por la televisión.

Porque el entorno es crucial en su desarrollo, idea reforzada por la encuesta de Scholastic: a más libros en la estantería —no sólo como elementos decorativos y acumuladores de polvo—, niño más lector. Entonces, segunda pregunta: ¿qué 20 libros no deben faltar en su sala de estar?

Librotea, el recomendador de libros de El País, seleccionó los 20 títulos que tienen la capacidad de marcar una infancia y que los adultos ya no podrán volver a disfrutar con la misma intensidad. Tenerlos en casa, o regalarlos aprovechando que es el Día del Libro, es el mejor favor que se puede hacer por ellos. Aquí adelantamos los 10 libros que encabezan la lista de Librotea.

10 libros infantiles que no deben faltar en su estantería, según Librotea

1. El pirata Garrapata, de Juan Muñoz Martín (Ed. SM)

2. El pequeño Nicolás, de Goscinny-Sempé (Ed. Santillana Educación)

3. El pequeño Vampiro, de Ángela Sommer-Bodenburg (Santillana Educación)

4. Las brujas, Roald Dahl (Ed. Loqueleo)

5. Spirou y Fantasio, Franquin (Ed. Dibbuks)

6. Manolito Gafotas, Elvira Lindo (Ed. Seix Barral)

7. La hija del espantapájaros, María Gripe (Ed. SM)

8. La aventura formidable del hombrecillo indomable, de Hans Taxler (Ed. Anaya)

9. Cuentos por teléfono, de Gianni Rodari (Ed. Juventud)

10. Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll (Ed. Edelvives)

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