La guerra anunciada
Lo que está en juego en Siria es la capacidad del mundo de impedir una conflagración regional
El callejón sin salida de la guerra actual en Siria se está transformando en un polvorín que puede estallar en una guerra regional entre varias potencias de Oriente Próximo. En este conflicto, además de EE UU, Rusia, Francia, Reino Unido, Turquía e Irán, entran ahora cada vez más directamente Arabia Saudí e Israel. El equilibrio frágil entre todos está de momento contenido por un acuerdo tácito entre EE UU y Rusia. Los últimos bombardeos de Donald Trump en Siria demuestran claramente su complicidad con Rusia: fueron circunscritos a zonas no estratégicas y se encaminaron sobre todo a dar al presidente estadounidense una satisfacción simbólica para no hacerle perder credibilidad tras sus declaraciones incendiarias. Británicos y franceses lo saben de sobra; el día después de los bombardeos, Emmanuel Macron puso sobre la mesa la necesidad de reabrir la vía diplomática para salir de este pantano.
Es un grito de alarma, porque lo que está en juego es ahora algo más peligroso que el caso sirio. Se trata de otra guerra dentro de la guerra siria, es decir, el conflicto cruzado entre Arabia Saudí e Irán, en el que actúa de lleno Israel, objetivamente aliado con la potencia wahabí y beneficiado del apoyo explícito de Washington. En realidad, las potencias regionales no tienen ahora interés en solucionar el problema sirio. Los turcos quieren un Estado sirio bajo su control por la amenaza que representa para ellos una alianza entre kurdos sirios y turcos; los iraníes apoyan a Bachar el Asad y al Hezbolá libanés frente a Arabia Saudí e Israel; los israelíes prefieren la prolongación del caos porque temen una victoria de Irán. Todos, en suma, tienen un objetivo especifico y nacional, siendo el campo de batalla sirio el lugar de enfrentamiento.
Mientras cada uno avanza sus piezas, la Liga Árabe está cruelmente ausente. Dominados por la coalición de monarquías feudales puesta en marcha por Arabia Saudí desde la primavera árabe, los países árabes no se atreven a mover un dedo. Es una verdadera catástrofe histórica, pues solo ellos podrían actuar de intermediarios para facilitar una solución entre los beligerantes sirios. Pero están excluidos de la negociación por Arabia Saudí cuyo objetivo no es la paz en Siria sino la neutralización de Irán. Dicho de otro modo, ningún protagonista sirio en la contienda, incluso El Asad, puede vencer, porque el conflicto ya no es sirio, sino interregional.
El peligro de una devastadora guerra que implicara a Irán, Arabia Saudí e Israel a través de Siria es cada vez más probable. Por eso, el formato diplomático de las negociaciones de Ginebra no corresponde a la situación actual. La única posibilidad de salir de este infierno es la organización de una conferencia internacional en el marco de la ONU bajo la supervisión del Consejo de Seguridad, para definir los parámetros de una solución consensuada entre todos estos actores. Lo que está en juego en Siria es, en adelante, la capacidad de la comunidad internacional de impedir una conflagración regional mortal para todos.
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