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Qué hacer con los animales que mueren de hambre en plena ola de frío

Amantes de los animales alimentan a caballos y ciervos salvajes en Holanda y se enfrentan a los ecologistas, que creen que hay que dejarlos morir

Isabel Ferrer
Caballos konik en el parque de Oostvaardersplassen.en diciembre de 2010.
Caballos konik en el parque de Oostvaardersplassen.en diciembre de 2010.Sander KONING (AFP/Getty Images)
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La ola de frío que atraviesa estos días Europa ha dejado en Holanda sin alimento a los grandes herbívoros que pastan en libertad, en especial caballos y ciervos. Las imágenes de ejemplares agonizantes en el parque natural de la provincia de Flevoland (centro del país), han horrorizado al ciudadano medio, que se ha lanzado a llevarles forraje en coches particulares. El gesto solidario ha llegado a tal extremo, que las autoridades locales han decidido ocuparse de los animales con problemas, para enfado de ecologistas y expertos en zoología. En su opinión, “el invierno es duro y la naturaleza debe seguir su curso por triste que nos parezca”.

Activisten blijven bijvoeren in Oostvaardersplassen

'Dit dier is uitgemergeld': activisten blijven bijvoeren in Oostvaardersplassen.

Gepostet von RTL Nieuws am Freitag, 2. März 2018

La escena de esta pugna que enfrenta a dos grupos en apariencia afines, los amantes anónimos de los animales y sus defensores oficiales, es el parque de Oostvaardersplassen. Se trata de un humedal único en Holanda y singular en Europa, con cañaverales, praderas y estanques donde anidan gansos, cormoranes y el águila pescadora. Hay también toros de Heck (criada en origen con fines de conservación en Alemania), caballos konik (raza originaria de Polonia), zorros, liebres y murciélagos. Aunque el paraje es algo inhóspito, dispone de rutas de paseo.

Er is veel discussie gaande over het welzijn van de grote grazers in de Oostvaardersplassen. We vinden het fijn dat er...

Gepostet von Partij voor de Dieren Flevoland am Mittwoch, 28. Februar 2018

Ante el goteo de conductores que llevan balas de heno a los grandes rumiantes, el Gobierno de la provincia ha hecho una excepción. “Ante el malestar ciudadano y las emociones encontradas que suscitan los animales aislados, hemos ordenado que sean alimentados. De otro modo, peligraba el orden público, porque la gente actúa por su cuenta en un entorno protegido. Y los guardas forestales han recibido amenazas”, ha asegurado Leen Verbeek, cuyo cargo equivale al de gobernador de la provincia.

Para tranquilizar a la ciudadanía, Verbeek ha asegurado que no solo habrá comida “en su justa medida”. “Los veterinarios estarán alerta, así que no hace falta que venga nadie más”. A sus buenas palabras se añade una multa para los que persistan en llevar gramíneas al humedal. A pesar de lo excepcional de las medidas, las denuncias por maltrato animal contra las autoridades locales de Flevoland se acumulan en las redes sociales.

“Metan a esos tipos apestosos en un agujero sin agua ni comida”, y “hay bárbaros que producen nauseas”, son algunas de los mensajes colgados. Por el contrario, los guardas forestales devuelven los argumentos a sus críticos. “Es un problema de aceptación. Todos los expertos, ya sea en ética o ecología, insisten en que es mejor seguir el curso natural. Pero a la gente le parece demasiado triste”, señalan sus portavoces.

¿Y qué dicen los ecologistas? En su opinión, el holandés medio dispone de suficiente información como para saber que este tipo de muerte es cíclica. “Las campañas para alimentar a los mamíferos hambrientos solo consiguen aumentar su población. Y al año siguiente, tendrán, por ello, mayores problemas cuando vuelva el frío”, ha dicho Alwin Hardenbol, que prepara un doctorado en ecología forestal, a la televisión holandesa. La cadena pública ha emitido abundantes imágenes del ganado en apuros en horario de gran audiencia.

Tanto él como otros colegas recuerdan que no todo son mascotas. Por otra parte, un equipo de expertos de la propia provincia de Flevoland ultima un estudio para mejorar la gestión del parque natural. Porque en el pasado ya se barajó la posibilidad de sacrificar a los ejemplares incapaces de superar el mal tiempo. O bien de soltar lobos para que acabaran con los más débiles. Pero estas propuestas en apariencia más naturales, tampoco convencen.

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