10 viajes míticos en tren (más lentos que el EVA, pero más excitantes)
Trenes de lujo (y algunos, no tanto) para emular aquellos legendarios viajes sin prisas de la ‘belle époque’ en los que lo de menos era el destino.
Viajar en tren puede significar mucho más que desplazarse. Sobre todo cuando lo haces en un tren turístico que emula el lujo y el glamur de los años 20. Viajar en tren, sin prisas y regodeándote en el confort del vagón, está de moda. Varias compañías han aprovechado el tirón para rescatar viejas unidades y ofrecer nuevos itinerarios. Estos son diez de los más recomendables (no van tan rápidos como el EVA low cost que quiere poner RENFE, pero son mucho más exóticos):
African Explorer (Sudáfrica y Namibia)
Si quieres darte el capricho de descubrir alguno de los paisajes más sorprendentes del África austral como si estuvieras en el rodaje de Memorias de África, puedes apuntarte al African Explorer, un tren privado de lujo que seis veces al año (tres en cada sentido) une Ciudad del Cabo con Windhoek, la capital de Namibia. No es una juerga barata, pero el capricho lo justifica. El viaje dura 15 días, de los que seis se duermen en lodges y hoteles de lujo y otras ocho en las cabinas del tren, que tampoco son precisamente como los vagones de literas de los nocturnos españoles en los que íbamos a la mili.
Eastern & Oriental Express (Tailandia, Malasia y Singapur)
Si el famoso detective creado por Agatha Christie levantara hoy la cabeza podría extender el radio de acción de sus investigaciones hasta el sudeste asiático sin necesidad de apearse del decadente y glamoroso vagón del Orient Express. La compañía heredera del mítico tren que unía París con Estambul desde finales del siglo XIX tiene una versión asiática de aquel famoso ferrocarril, solo que este atraviesa arrozales, bosques de palmeras y selvas tropicales en vez de los paisajes nevados de la Europa de entreguerras. Se llama Easter & Oriental Express y enlaza con varias frecuencias mensuales Bangkok con Singapur a través de la península malaya.
Denali Star (Alaska)
Es la mejor experiencia ferroviaria que puedes vivir en Alaska. Desde Anchorage a Fairbanks en un viaje de 12 horas que funciona a diario durante todo el verano en ambos sentidos. Por en medio esperan montañas interminables, cimas nevadas, densos bosques y parajes de tundra que no tienen fin. Naturaleza en estado puro durante unos 600 kilómetros por la deshabitada Alaska. Tiene paradas en Wasilla, Talkeetna y en el Denali National Park. Si el día está claro se puede ver a lo lejos el monte Denali (antes conocido como McKinley), el pico más alto de los Estados Unidos gracias a sus 6.194 metros.
Andean Explorer (Perú)
Aunque entre Cusco y Puno —las dos grandes capitales de la puna peruana— hay un continuo servicio de autobuses, la manera más original (¡que no la más barata!) de ir de una a otra es a bordo de este tren especial, operado por la misma compañía que regenta el que va a Machu Picchu. El viaje dura tres días (dos noches) y hace Cusco-Puno-Arequipa a través de los paisajes más espectaculares de la puna, el desolado altiplano andino. Para ello el ferrocarril se ve obligado a remontar el río Vilcanota, superar un collado de 4.321 metros de altitud y desfilar entre grandes picos de nieves perpetuas.
El Chepe (México)
El Chihuahua al Pacífico —El Chepe, para los amigos— es el tren que une Los Mochis, en la costa del Pacífico, con Chihuahua, en pleno desierto mexicano, a través de los angostos y extraordinarios cañones de la Sierra Madre. El Chepe no es solo una de las más intensas experiencias viajeras que se puede hacer en México, sino que además es el único ferrocarril de pasajeros (si exceptuamos el tren turístico del Tequila, en Jalisco) que queda en servicio en un país que hizo la Revolución subido al pescante de una locomotora de vapor. En total, el Chepe recorre 661 kilómetros de vía férrea cuya construcción fue iniciada en 1872 por un visionario estadounidense llamado Albert Owen y que no fueron puestos en servicio hasta 1961, casi 90 años después, debido a los problemas técnicos y a la complicada historia mexicana de la primera mitad del siglo XX.
Bergensbanen (Noruega)
Considerado por muchos como el trayecto en tren más bello del mundo, el Bergensbanen —la línea de Bergen—, une las ciudades de Oslo y Bergen en una de las rutas ferroviarias más elevadas de Europa. El deleite paisajístico a lo largo de los casi 500 kilómetros de recorrido es brutal: ríos, glaciares, montañas, torrentes de agua, nieve, e incluso fiordos. Un éxtasis que alcanza su punto álgido al paso por el Parque Nacional de Hardangervidda, la altiplanicie más elevada de Europa y un auténtico espectáculo de la naturaleza para el pasajero que observa tras las ventanas de su compartimento.
El Transandino (Ecuador)
Un total de 250 millones de dólares costó reacondicionar el viejo ferrocarril andino inaugurado en Ecuador en 1908 como una de las grandes obras de ingeniería civil del continente. Tras años de abandono, vuelve a funcionar en su trazado completo Quito-Guayaquil (unos 450 kilómetros). La mayoría de los turistas solo hacen el primer tramo, diseñado como una excursión turística de un día desde Quito. Llega hasta la estación de El Boliche (a 3.550 metros de altitud), pasando por Machachi, donde tiene una parada. Pero la verdadera aventura es hacer el recorrido completo. En total son 504 kilómetros y cuatro días con sus cuatro noches. El convoy parte varias veces a la semana de Quito a Guayaquil, y viceversa.
Hiram Bingham (Perú)
A Machu Picchu solo se puede ir en tren (o caminando). La compañía PeruRail tiene varias unidades que hacen el servicio diario desde Cusco. Pero si quieres ir en plan Agatha Christie total tienes que tomar el Hiram Bingham, un tren de lujo que imita los vagones de los años 20, con un servicio de cinco estrellas, comedor y vagón observatorio acristalado... Los primeros kilómetros salvan de manera original (en zigzag) las laderas para salir de Cusco. Hasta que por fin el tren alcanza el valle del Urubamba y se sumerge en un mundo cada vez más verde y húmedo que anuncia la cercanía de la selva amazónica. Al final espera Aguascalientes, la antesala del mítico Machu Picchu.
Transiberiano Zarengold (Rusia, Mongolia y China)
Este tren de lujo une Moscú con Pekín (y viceversa) en un viaje de 16 días que emula el mítico Transiberiano, pero a todo lujo. Se pasa por el desierto de Gobi, por Ulán Bator —capital de Mongolia—, el lago Baikal, Irkutsk y atravesando Siberia hasta Novosibirsk, Ekaterinburgo y Kazán. Además de en las cabinas del tren se duerme en hoteles de cinco estrellas. El precio (entre 5.000 y 14.000 euros, según cabina) incluye todas las excursiones, pensión completa y -faltaría más- maleteros en cada estación (no me veo a alguien que ha pagado semejante cifra cargando con la Samsonite por las aceras chinas).
Venice Simplon-Orient Express
No podía faltar el más famoso de los recorridos en tren: el Orient Express, aunque de aquel mítico tren solo le queda el nombre, porque ya no llega a Estambul. El actual se llama Venice Simplon-Orient Express y hace solo Londres-París-Venecia. Lo que si conserva es el glamur (¡y los precios!) de antaño. De hecho, se viaja a tutiplén en auténticos vagones de los años 20 y 30 completamente restaurados que pertenecieron al tren original.
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