Una esperanza para la güiña, el ‘pequeño gato tigre’ americano
Un estudio concluye que la güiña se puede adaptar "notablemente" a la pérdida de los bosques y que las grandes áreas agrícolas intensivas son aptas para ella
La guiña (Leopardus guigna) o kodkod (nombre que lengua mapuche significa "cambio de morada"), conocido como pequeño gato tigre, pequeño gato moteado o gato chileno, es el segundo felino más pequeño del mundo y uno de los más amenazados de América del Sur.
El tamaño de este gato montés es la mitad que el de un gato doméstico: entre dos y tres kilos de peso y una longitud de entre 35 y 52 centímetros, a los que se suma la cola, de unos 20. Su pelaje es espeso, largo y lanoso, de color café o café-rojizo con atigradas manchas negras y redondas. Habita en un área de unos 300.000 km² desde la Patagonia hasta los bosques templados del centro y sur de Chile y Argentina. Cazador nocturno, sus presas son pequeños roedores y marsupiales, perdices, palomas, insectos e incluso pudués.
Aunque es una especie protegida en Chile y Argentina, su estado de conservación es "vulnerable" —a tres escalones de la extinción—, según la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés). Según la UICN, solo quedan unos 10.000 ejemplares en estado salvaje.
Es un animal estigmatizado, hasta el punto de que en el lenguaje coloquial chileno, huiña es sinónimo de ladrón u oportunista. Como tiene fama de atacar al ganado, se pensaba que la gran amenaza para su futuro de la güiña era la persecución humana, junto con la agricultura extensiva y la tala que ha reducido su hábitat en casi un 70% desde 1970.
Sin embargo, una nueva investigación demuestra que el mayor peligro al que se enfrenta es la fragmentación de su hábitat y la subdivisión de granjas grandes en pequeñas, según sostiene el estudio, realizado por la Universidad de Kent (Reino Unido) y publicado en el Journal of Applied Ecology. La investigación revela, además, que su superviviencia es posible cerca de asentamientos humanos en entornos agrícolas.
"Esto se debe a un mayor riesgo de interacción humana y de persecución en áreas donde hay más granjas, a una mayor presión sobre los recursos naturales a través de una mayor extracción de madera y al pastoreo de ganado e incluso a la competencia por el alimento con animales domésticos", explica a la BBC Nicolás Gálvez, uno de los firmantes del estudio y profesor en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Según las encuestas realizadas por este equipo, en el 10% de los habitantes rurales se había matado a una güiña en la última década. Este dato "sugiere que la persecución es una amenaza mucho menor para su supervivencia que la subdivisión de las granjas", apunta la profesora Zoe Davies, del Instituto Durrell de Conservación y Ecología de la Universidad de Kent.
Sin embargo, a través cuestionarios, datos de captura de cámara e imágenes de sensores remotos, los investigadores han determinado que la güiña se puede adaptar "notablemente" a la pérdida de los bosques y que las grandes áreas agrícolas intensivas son aptas para la güiña. La investigación apunta a que a menudo existen áreas no cultivadas que proporcionan refugio, recursos alimenticios y condiciones adecuadas para la reproducción.
Los investigadores sugieren que los agricultores con grandes propiedades son actores clave en el futuro de esta especie y que deben estar en el centro de cualquier estrategia de conservación.
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