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Columna
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Salir del erial

Es imprescindible que se amplíe la agenda política más allá de la cuestión catalana

Mariano Rajoy durante la rueda de prensa de balance de 2017 en el palacio de la Moncloa.Vídeo: Javier Soriano (AFP) Quality
Josep Ramoneda

El año en que vivimos pendientes de Cataluña ha dejado la política española convertida en un erial. Solo Ciudadanos ha sacado rédito del conflicto catalán, colocándose en pista para el relevo de la derecha si el PP no se renueva o para seguir echándole una mano si resiste pero le necesita.

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Rajoy arrastra la losa de su fracaso en Cataluña, con un triunfalismo económico que sólo le aleja de la percepción ciudadana de la realidad. La oposición está deprimida. Atrapado en la cuestión catalana, Pedro Sánchez no ha sabido sacar al PSOE de la posición subalterna en que le dejó la Gestora. Y Podemos sigue en alarmante proceso de descomposición.

Empieza un año complicado en que es imprescindible que se amplíe la agenda política más allá de la cuestión catalana. Ocultados por el monotema supuran otros muchos problemas —corrupción, desempleo, desregulaciones, neoautoritarismo, cambio climático, y un largo etcétera— que no se puede permitir que queden fuera del control político y de la visibilidad pública.

Al mismo tiempo, el panorama judicial que nos espera no ayudará ni a la reducción de las fracturas ni a la apertura de un tiempo en Cataluña basado en el reconocimiento mutuo y la aceptación de los límites: ni el independentismo tiene fuerza para imponer su objetivo máximo, ni las instituciones españolas para liquidarlo definitivamente.

Hay que superar la pereza intelectual que lo reduce todo al fantasma del populismo. Populismo es un término con muy limitado valor explicativo. La crítica del populismo tiene un sentido muy preciso: descalificar todo discurso que se niegue a aceptar el principio básico de la ideología dominante: No hay alternativa. Con lo cual los críticos del populismo y el retrato que ellos hacen de lo que llaman populismo, coinciden en un punto: el rechazo del pluralismo. Este momento es el que hay que dejar atrás. De la simple descalificación de los que tienen la impertinencia de desafiar al statu quo hay que pasar al reconocimiento de los problemas que están en el origen del malestar. La política necesita que los ciudadanos la sientan útil y se vean reconocidos por ella.

España necesita una renovación: lo proclamó la irrupción de Podemos pero nadie ha sabido darle cuerpo. ¿Cómo renovar un régimen gripado? Macron ha conseguido el sueño del sistema: aparentar que todo cambia para que no cambie nada fundamental.

¿Qué enseña el método Macron? Que es posible alcanzar el poder si se es capaz de armar un proyecto político atractivo desde las grietas y sobre las ruinas de los partidos tradicionales, dejando a derecha e izquierda encalladas en divisiones internas irreconciliables. En conclusión: el caso catalán ha demostrado que PP y PSOE están demasiado anquilosados para afrontar desafíos de fondo con autoridad política y suturando fracturas en vez de agrandarlas. Hay que moverse.

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