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MIEDO A LA LIBERTAD
Columna
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Triste aniversario

Es conveniente no olvidar que Trump no está solo. Le eligieron y le respaldaron otros

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante su visita a Filipinas.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante su visita a Filipinas. Andrew Harnik (AP)

Y Hillary Clinton se preguntó ¿qué pasó?: “Yo llevé a cabo una campaña presidencial tradicional con políticas muy bien razonadas y coaliciones construidas con mucho trabajo, mientras que Trump hacía un reality show que azuzaba la ira y el resentimiento de los estadounidenses de una forma implacable”. “Tuve que aceptar que millones y millones de personas no me querían. Imaginen lo que se siente”.

Ese choque entre la realidad y la ficción, esa apreciación de los que mandan con la premisa de que el mundo es lo que ellos creen y no lo que sienten sus pueblos, ha desencadenado en muchas ocasiones divorcios sanguinarios.

Los seres humanos nacemos en medio de sangre y dolor, y después nos pasamos toda la vida tratando de administrar la coherencia de nuestras neuronas. Sin embargo, todos nos equivocamos, no pensamos que estamos tan mal, pero lo estamos.

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Porque alguien como Donald Trump, que es capaz de decir que en Estados Unidos —un país que por segundo año consecutivo incrementó el número de muertes por armas de fuego, registrando 38.000 fallecidos por esa causa en 2016— el problema no son las armas, sino la “salud mental” de algunas personas, es alguien muy peligroso para sí mismo y para el mundo entero.

Sin embargo, es conveniente no olvidar que Trump no está solo. Le eligieron y le respaldaron otros, y además le obedecen, en función del ordenamiento constitucional de EE UU, los hombres que tienen la mayor capacidad de destrucción que jamás vio el mundo.

Estamos viviendo un retroceso sin dirección, cambiando la globalización y la construcción de un mundo en el que por más de 50 años hemos disfrutado de libertad para el tráfico de bienes y personas para hacer justo lo contrario y volvernos pequeños y locales.

Y al parecer todo eso está sucediendo porque simplemente alguien que es más poderoso grita con más fuerza o tiene la capacidad de difundir fake news más veces que los demás.

¿Qué va a pasar? Nadie lo sabe... Pero lo que sí es evidente es que el Partido Republicano tiene cada día una situación más difícil, porque llegará el 2018 y habrá que renovar a 36 gobernadores, y a más de la mitad del Congreso. Mañana será posible observar el alcance de la voluntad y la fuerza del triunfo del especulador de Manhattan, de la irracionalidad política de estar gobernando desde el exabrupto y no desde el programa.

¿Quién acabará con Trump que no sea el propio Trump? Pues evidentemente su partido. El problema radica en que tal vez cuando eso suceda los daños ya serán irreversibles para Estados Unidos y para un mundo que para bien o para mal, había tomado como el ejemplo incontestable de libertad y desarrollo económico a EE UU.

El 8 de noviembre es un día triste, todos estamos pagando lo que otros eligieron. Llegados a este punto, son muchas las preguntas que hacerse. ¿Qué es lo que marcará realmente el siglo XXI? ¿A qué le apostaremos? ¿Al aislamiento, a la destrucción de las ideologías, a la quema de los medios de comunicación tradicionales, a la liquidación de los partidos políticos, a la conservación de las fake news? ¿Qué es de verdad la promesa de un mundo mejor?

Porque la evidencia de un mundo peor la tenemos continuamente frente a nosotros al despertarnos cada mañana y ver al pájaro de Twitter anunciando los más negros presagios sobre el resto del mundo.

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