Saldo
Para cualquier ciudadano, que vive pendiente del saldo entre sus ingresos y sus gastos, la actitud del ministro de Hacienda es incomprensible
Cada vez es más difícil comprender lo que está pasando en este país, donde se diría que nunca ha habido más ni menos dinero que ahora mismo. Mientras el independentismo catalán deposita en los juzgados centenares de miles de euros sin despeinarse, y sus alcaldes alquilan aviones para ir a Bruselas, a agitar sus varas ante las cámaras, Mas vuelve a extender la mano para que los votantes del 9-N subvencionen su fianza. Es cierto que es la más elevada de todas, pero también lo es que la economía soberanista parece un pozo sin fondo. Algo parecido ocurrió durante demasiados años con el PP de Madrid, aunque ahora, al menos, sabemos que González podría pagar en solitario la fianza de Mas, porque las autoridades han encontrado los 4,6 millones de euros que tenía escondidos en Colombia. Tal vez, los madrileños nunca lleguemos a enterarnos de cuánto dinero nos ha costado el saqueo del Canal de Isabel II, entre otros, pero Montoro, compañero de partido de González, no lo ha tenido en cuenta al intervenir las cuentas de un Ayuntamiento que pretendía invertir en obras públicas menos de la cuarta parte del dinero que le sobra. El equipo de Carmena ha reducido la deuda que dejó Botella en un 40% y tiene un superávit de más de mil millones de euros. Para cualquier ciudadano normal, que vive pendiente del saldo entre sus ingresos y sus gastos, la actitud del ministro de Hacienda es incomprensible. Si consideramos el impacto de la inversión pública en la economía local, los puestos de trabajo directos e indirectos que el Gobierno municipal podría crear sin endeudarse, lo de menos es la comprensión. Porque Montoro no ha actuado contra Carmena, sino contra los intereses de los madrileños. Ese es el único saldo que importa.
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