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Un padre roto de dolor estalla en las redes: “Mi hijo tiene autismo, no lepra”

El hombre denuncia su impotencia porque sus amigos no invitan al pequeño a las fiestas infantiles

C. García
getty

Muchas veces el desconocimiento y la ignorancia nos pueden convertir en malas personas, dañando a alguien mucho, aunque sea de forma involuntaria. Esta es justo la sensación que siente un padre cuando a su hijo Reilly, un niño con autismo, no le invitan sus propios amigos a las fiestas infantiles de sus hijos. El hombre, que dirige un blog dedicado a su pequeño denominado The Life of Reilly (La vida de Reilly, por su traducción al español), ha explotado.

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El hombre, muy enfadado, publicó un post en Facebook en el que recriminaba que sus amigos nunca invitaban a su hijo a las fiestas infantiles que organizaban. Está harto: "Voy a decir algo que llevo tiempo gestando, así que ahí va y te puede gustar o no”, escribió el padre de Reilly en la red social. “Mi hijo tiene autismo, no lepra. Tiene 6 años y mis llamados amigos, que tienen niños también, hacen fiestas infantiles. Nadie lo invita a ni una sola", continuó. “¿Tienes alguna idea de lo hiriente qué es eso?”, prosigue el progenitor y termina con: “Solo para que lo sepáis, no os preocupéis, no hace falta, este es mi pensamiento y último”.

El mensaje fue publicado también en Twitter por su mujer, bajo la frase "El mensaje de mi esposo para sus amigos me partió el corazón". El tuit ha obtenido 393 respuestas, más de 2.000 retuits y unos 6.000 me gusta.

Tener autismo no es contagioso. Implica que la persona, en este caso menor, puede tener distintas respuestas o comportamientos que difieren de sus semejantes libres de enfermedad. Son niños y merecen disfrutar como los demás.

Entre las respuestas publicadas por distintos internautas podemos ver que Reilly no es el único que sufre este tipo de discriminación. “Actualmente padezco autismo y recuerdo haber vivido esto de pequeño, aunque desconocía que padecía este trastono. Duele, incluso ahora que tengo 40 años” o “Es exactamente lo mismo que le pasa a mi hermano en el colegio. Me parte el corazón”, se lamenta otro internauta.

Los hay también que intentar animar y empatizan con el progenitor. “Pues si no le invitan a fiestas, pues llevas la fiesta a tu casa. Esta es mi hija de 14 años con autismo preparando magdalenas”. “Has sido muy valiente”, explica otro usuario, “tengo dos hijos con autismo y lo que has hecho es muy valiente. Ahora, tu pequeño tendrá todos los amigos del mundo”.

Cabe recordar que los Trastornos del Espectro Autista (TEA) son discapacidades del neurodesarrollo que tienen un origen biológico de tipo genético, aunque la investigación actual científica no ha determinado con exactitud su origen. Estos provocan que las personas que los padecen tengan un desarrollo distinto, debido a que su configuración neuronal es diferente.

Los TEA son muy complicados de clasificar porque hay mucha variabilidad —ya que muchas veces pueden ir asociados a problemas de salud y otras a discapacidades intelectuales, y en otros casos no— y afectan tanto a la comprensión social como a la flexibilidad de comportamiento y pensamiento, reflejándose en las habilidades sociales, en la comunicación y en la conducta e intereses, que son muy restringidos.

Normalmente, se identifican señales de alerta en el desarrollo de la persona con autismo entre los 18 y 24 meses de edad, aunque en muchos casos el diagnóstico no se realiza hasta edades más avanzadas. Son niños y niñas que poseen una comunicación e interacción diferente. Su juego simbólico es limitado y suelen repetir los mismos comportamientos. Pero al final, tan solo son niños que se comportan de forma diferente, pero niños al fin y al cabo. Y como todos los pequeños, disfrutan y les gusta estar con amigos, aunque lo sientan y vivan de forma diferente.

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Sobre la firma

C. García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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