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“Vine a tratar de cambiar cosas, no a perpetuarlas”

Javier Muñoz fue director de Aldeas Infantiles en Guinea Ecuatorial durante cinco años. Hace un repaso de lo que denomina la experiencia más enriquecedora de su vida

Niños de la Aldea Infantil SOS de Bata, Guinea Ecuatorial
Niños de la Aldea Infantil SOS de Bata, Guinea EcuatorialJavier Muñoz
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Mi viaje a Guinea Ecuatorial comenzó en octubre de 2012, cuando decidí hacer las maletas y cambiar mi vida acomodada de Madrid por un ilusionante proyecto como director nacional de Aldeas Infantiles SOS en la ciudad de Bata. No era la primera vez que viajaba a África, así que debo confesar que no me costó mucho adaptarme a algunas cosas como la humedad, los distintos tipos de insectos o los cortes de luz.

Sin embargo, sí era la primera vez que aterrizaba en Guinea Ecuatorial y, rápidamente, pude advertir que se trataba de un país muy diferente a lo que había conocido hasta entonces. En el aeropuerto nadie te da la bienvenida e, incluso, corres el riesgo de que te nieguen la entrada. Durante los cinco años que residí allí, cada vez que aterrizaba en Malabo cruzaba los dedos para que no me hicieran subir al avión de vuelta a Madrid con cualquier excusa. Por suerte, esto nunca sucedió, pero algunos amigos míos sí lo sufrieron.

Superados los primeros meses de trabajo en la ciudad de Bata, una de las primeras cosas que aprendí fue el concepto de "guinealogía. Un término frecuentemente utilizado por los oriundos para explicar cómo funcionan las relaciones de poder y cómo pueden utilizarse para resolver cualquier conflicto, de la índole que sea.

Como cooperante recién llegado te das cuenta de que, en base a esta ciencia, tú no eres nadie y de que más te vale no tener muchos conflictos. O al menos, así te lo hacen saber. Recuerdo a un profesor de educación física, Ambrosio, cuando me explicaba cómo funcionaban las cosas en Guinea Ecuatorial: “Mira Javier, aquí puede pasar que un coche atropelle a una persona que va andando por la acera y que el culpable de ese accidente acabe siendo la misma persona que iba caminando por la calle”. Pues bien, esto es la guinealogía.

Javier Muñoz, director de Aldeas Infantiles SOS en Guinea Ecuatorial durante cinco años.
Javier Muñoz, director de Aldeas Infantiles SOS en Guinea Ecuatorial durante cinco años.Cortesía del autor

A partir de ahí, los compañeros de trabajo y las personas que te rodean no dejan de repetirte, una y otra vez: "Aquí, tienes que tener cuidado”. Así que, poco a poco, te vas dando cuenta de que lo que suele ser fácil en España, en Guinea es muy complicado, y que lo que suele ser muy difícil en nuestro país, allí resulta más fácil. En más de una ocasión, pasé horas para hacer una simple fotocopia o imprimir un documento, mientras que, otras veces, con una simple llamada, conseguí una audiencia con la ministra de Asuntos Sociales o con la mismísima primera dama.

Guinea Ecuatorial es un país muy pequeño, donde conviven estrechamente la ostentación y desbordante riqueza con la más absoluta pobreza. El origen está en el rápido crecimiento económico vivido a causa del petróleo, que ha provocado que bastante gente se haya acostumbrado a conseguir dinero sin ningún esfuerzo. Muchos dicen que esto antes no pasaba. Y es verdad. Es triste comprobar cómo los valores tradicionales de los guineanos se han visto corrompidos por el dinero fácil del petróleo. Y lo peor de todo es que la mayor parte de la población observa cómo los que se han hecho ricos no lo han hecho gracias al esfuerzo, a lo estudiado o trabajado durante años, sino gracias a esa guinealogía de la que hablaba. Los jóvenes ven que no es necesario formarse para labrarse un futuro y a los mayores no les interesa trabajar sujetos a un horario por un salario que no les va a sacar de la pobreza en la que viven.

También la situación de la infancia ha empeorado en muchos aspectos. En la lengua fang (la etnia mayoritaria de Guinea Ecuatorial), no existe la palabra primo. Todos los hermanos y primos eran denominados con el término "hermano". De esta manera, si una madre y un padre fallecían, sus hermanos o primos asumían el cuidado de sus hijos huérfanos con completa naturalidad. Sin embargo, con la llegada del dinero fácil del petróleo, las familias empezaron a discriminar a los niños de los que se hacían cargo y ya no es lo mismo ser hermano que primo, ni hijo que sobrino.

Empecé a sentir el respecto y el cariño de la gente y me di cuenta de que, a pesar de las diferencias, ya era uno más

Desde Aldeas Infantiles SOS atendemos, en muchos casos, a través de nuestro programa de fortalecimiento familiar, a niños huérfanos de padre y madre que han sido acogidos por tíos y tías y que están sirviendo como auténticos esclavos en las familias. Algo que, efectivamente, antes no pasaba.

Tras cinco años en Guinea Ecuatorial, puedo decir que ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida y que, por suerte, después de los primeros años de tormenta, llegó la calma. La pequeña sociedad guineana que me rodeaba veía pasar los años y soportaba con dignidad la presión, las amenazas, las enfermedades y todas las dificultades imaginables. Mientras tanto, lentamente, iba produciéndose un giro de 180 grados hasta que, de repente, empecé a sentir el respeto y el cariño de la gente. Y me di cuenta de que, a pesar de las diferencias, yo ya era uno más.

Si de algo puedo estar orgulloso es de que, en todo este tiempo, nunca tuve tanto cuidado como me dijeron. Al fin y al cabo, vine a Guinea Ecuatorial para tratar de cambiar algunas cosas, no para perpetuarlas.

Javier Muñoz de Unamuno fue director nacional de Aldeas Infantiles SOS en Guinea Ecuatorial de octubre de 2012 a mayo de 2017

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