Crímenes contra el periodismo en el seno de la UE
Cuando parecía que la Unión Europea estaba libre de los ataques atroces a la libertad de prensa, Dinamarca y Malta rompen la tendencia
México, Irak y Siria encabezan de manera destacada la lista de los países más peligrosos para los periodistas; allí donde los profesionales de la información están especialmente expuestos a la violencia, figuran en la diana de los conflictos bélicos o su trabajo se ve cercenado por Gobiernos totalitarios. El barómetro de las violaciones de la libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras contabiliza en lo que va de año 11 crímenes en México, 8 en Siria y 7 en Irak. Yemen, Afganistán, Honduras, Brasil o Somalia aparecen también entre los Estados en los que los informadores son vilmente asesinados. Cuando parecía que la Unión Europea estaba libre de este tipo de ataques atroces a la libertad de prensa, dos países —Dinamarca y Malta— han pasado a engrosar la lista de la vergüenza.
Una bomba lapa situada en su coche acabó esta semana brutalmente con la vida de la periodista maltesa Daphne Caruana Galizia, de 53 años. Estaba involucrada en una investigación sobre los papeles de Malta, una derivación de los llamados papeles de Panamá,que revelaron en mayo cómo la pequeña isla mediterránea se había convertido en un paraíso fiscal dentro de la propia UE. Sus indagaciones salpicaron a la esposa del primer ministro y a varios miembros del Ejecutivo. Abocaron a un adelanto electoral y, pese a las revelaciones, el laborista Joseph Muscat volvió a ganar en junio.
Caruana Galizia, la víctima mortal número 41 computada por RSF en lo que va de año, estaba en el punto de mira. Pocos días antes de ser asesinada presentó una denuncia en la que aseguraba haber recibido amenazas de muerte. Ahora su hijo culpa al Gobierno de Muscat de permitir el crimen, la corrupción y una cultura de impunidad. “Mi madre ha sido asesinada porque se interponía entre el Estado de derecho y quienes quieren violarlo, como muchos otros fuertes periodistas”, ha denunciado Matthew Caruana Galizia.
En el otro extremo de la UE, en la costa sur de Copenhague, la policía encontró a finales de agosto parte del cuerpo de la periodista sueca Kim Wall, de 30 años, que según todos los indicios fue asesinada cuando se encontraba a bordo de un submarino para realizar un reportaje. Su cadáver, mutilado salvajemente, fue hallado en el mar Báltico. Peter Madsen, excéntrico inventor y propietario del sumergible Nautilus, ha sido acusado de homicidio.
Crímenes destinados a acallar la voz de la prensa son moneda común en los países donde el narcotráfico, los paramilitares o los Estados corruptos se han hecho fuertes. Pero que estos ataques se produzcan en el seno de la Unión Europea son una noticia inquietante. La Comisión Europea, con su presidente, Jean-Claude Juncker en primera fila, se ha apresurado a condenar el asesinato de la reportera maltesa con una contundente declaración de intenciones: “El derecho de un periodista a investigar, hacer preguntas incómodas e informar de manera efectiva está en el corazón de nuestros valores y debe garantizarse siempre”.
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