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Robin Grimes: “El renacimiento nuclear no va por mal camino”

Físico. Es un abanderado de la energía nuclear. Ejerce de asesor científico de Boris Johnson, ministro de Exteriores británico. Siguió de cerca el ‘caso Fukushima’

Joseba Elola
Álvaro García

Robin Grimes es un científico que lleva años abogando por la energía nuclear. En 2010, escribió un celebrado artículo en la revista Science que es tan solo uno de los 280 que ha publicado desde el año 1984.

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Profesor de física de materiales en el Imperial College de Londres, a sus 56 años trabaja codo con codo con Boris Johnson, el ministro de Exteriores británico, como asesor científico del Foreign Office y la Commonwealth. Orgulloso de estrenar la corbata en tonos azules que le acababa de regalar su hija, concedió esta entrevista en la sede de la Fundación Rafael del Pino, en Madrid, poco antes de pronunciar una conferencia.

PREGUNTA. Hay 70 reactores en construcción, según las cifras de la Asociación Nuclear Mundial (WNA, en inglés); y hay planes para otros 500 en todo el mundo. Dado que hace tiempo que aboga usted por un renacimiento nuclear, ¿está satisfecho?

RESPUESTA. Lo que ha ocurrido tras Fukushima es que ese renacimiento se ha polarizado. Algunos países, como Alemania, han decidido abandonar totalmente la energía nuclear. Mientras otros, como China, han apostado por ir aún más rápido en este camino.

"La industria nunca ha hecho un buen trabajo alahorade explicar las bases de esta energía para que haya un debate desapasionado"

P. Sí, de hecho, hay 31 centrales en proyecto en Rusia y 64 en China. ¿Está yendo ese renacimiento por el buen camino?

R. Esa sí que es una pregunta realmente interesante. Y claro, uno dice que esa es una pregunta interesante cuando necesita ganar tiempo para pensar en la respuesta. ¿Está en el buen camino? No creo que vaya por mal camino. Imparto clases de diseño de reactores nucleares en dos universidades y creo que a veces es difícil tener una discusión desapasionada sobre la energía nuclear. Es un tema muy evocativo, la gente se enciende. Enfocar solo las cuestiones tecnológicas, intentar entender la cuestión, dejar aparte las preocupaciones con la energía nuclear puede convertirse en todo un reto. Gente que, como yo, cree que la opción nuclear no es adecuada para todos los países...

P. ¿No es adecuada para todos?

R. Desde luego que no. Si me preguntan cómo se puede defender su uso en Nueva Zelanda, diría que no se puede. No hay la densidad de población adecuada, ni los requerimientos para una industria pesada. En términos de ingeniería, están los desafíos que presentan países con altas posibilidades de sufrir terremotos...

P. Pero aparte de estos factores, ¿influye el modo en que cada país aborda la cuestión nuclear?

R. Todo depende de cómo lo vea la gente. Las decisiones se deben tomar respetando los deseos de la gente. Y aquí tengo que ser ligeramente crítico con la industria, que nunca ha hecho un buen trabajo a la hora de explicar las bases de esta energía para que pueda haber un debate desapasionado. En Reino Unido, en particular, si nos remitimos a 20 años atrás, fuimos muy secretistas. Le dijimos a la gente: no vamos a explicar lo que es esto porque es demasiado complicado. Y en esto tengo tanta culpa como los demás, no tratamos a la gente con el suficiente respeto. Eso tiene impacto a largo plazo, se tarda mucho en superar. Hay que ser abiertos y transparentes.

P. ¿Qué lecciones hemos aprendido de Fukushima?

R. Yo fui parte del Grupo Científico Asesor para Emergencias de Reino Unido (Scientific Advisory Group in Emergencies). La clave es que la respuesta científica ante este tipo de retos sea robusta. En aquella ocasión fue Fukushima, pero hicimos lo mismo con el ébola o con el zika. Cuando ocurre un desastre, tienes que ver cuáles son los protocolos. Pero el suceso nunca suele ser como tú imaginaste que sería. Desde entonces, el grupo ha hecho prácticas para distintos tipos de respuestas de emergencia, incluida la nuclear. Hemos ampliado nuestra capacidad para comprender y predecir la progresión de un accidente. Hemos desarrollado un software que nos permite predecir con más certeza. Pero bueno, nada es absolutamente seguro. Esa es probablemente la parte más difícil de explicar a la población, que los científicos nunca están absolutamente seguros de nada. ¿Y cómo le explicas eso a un político? Podríamos hablar de eso durante horas... Ese es un aspecto. Fukushima es importante para mí, personalmente, a pesar de la tragedia. El terremoto y el tsunami mataron a 30.000 personas. Nos centramos en Fukushima, que no mató a nadie, y nos olvidamos de las 30.000 personas que murieron por el tsunami. Esa es la tragedia.

P. Pero la herida que ha dejado en ese territorio, la gente desplazada...

R. Sí, tiene toda la razón. El legado de Fukushima es la gente que fue desplazada de la zona y, por supuesto, eso tuvo un impacto en su salud. Así que no es cierto que nadie fuera herido en Fukushima; pero lo que afectó a la salud de la gente fueron los desplazamientos. A raíz del accidente, ahora se ha vuelto a reflexionar sobre cómo y cuándo movemos a la gente y si eso es necesario.

P. Los avances tecnológicos han hecho que la energía sea más segura...

R. Aún más segura, diría yo...

P. Pero el riesgo de escape de un reactor nuclear es algo que nunca se puede descartar por completo.

R. Volvemos a la idea de que un científico nunca debería estar seguro de nada al 100%. Siempre hay incertidumbres. Es cuestión de incertidumbre relativa.

P. Usted sostiene que hay que explicarlo todo mejor para que la gente pueda tener un debate desapasionado. Pero lo cierto es que cuando ocurre algo como Fukushima, o Chernóbil, los hechos se imponen de manera rotunda, más allá de cualquier idea o teoría.

R. Sí, pero yo no pondría Chernóbil y Fukushima en un mismo saco, no es lo mismo. También se habla del incidente de la central de Three Mile Island [accidente en EE UU en 1979]. Three Mile Island fue un completo de-sastre financiero, pero nadie murió de manera directa. La gente sufrió desde el punto de vista de la incertidumbre, perdió el trabajo, fue desplazada. Hay cuestiones sociales más allá del riesgo de radiación física que tenemos que considerar. A menudo, las dificultades se derivan de no poder discutir de es- tas cuestiones equilibradamente.

P. Teniendo en cuenta que la op-ción nuclear parece vivir un cierto auge, ¿qué diría para convencer a los más escépticos?

R. Hay una cosa que está muy clara. El clima está siendo afectado por el CO2 que estamos soltando en la atmósfera, creo que la evidencia ya es abrumadora. Reducir emisiones con nuclear y renovables es apropiado para las necesidades de los países, está claro. Además, hay algo que es clave. Los hidrocarburos son un recurso increíblemente importante para la humanidad. Estamos rodeados de materiales que vienen de los hidrocarburos; tejidos, cauchos, plásticos, productos farmacéuticos, todos requieren productos químicos de materias primas que proceden de hidrocarburos del suelo, del carbón, de gases, del petróleo. ¿Qué haremos cuando ya no nos queden, en 100, 150 o 200 años? Eso sí que es una preocupación real de la que la gente no parece hablar.

P. ¿Diría, pues, que la energía nuclear es necesaria?

R. Necesitamos energía nuclear y renovables juntas para generar capacidad energética de bajas emisiones. Y también para destinar los hidrocarburos a otros usos tecnológicos.

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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