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Por qué nunca debería haber dejado de tomar aceite de girasol

Con el repunte de ventas de este producto comparamos sus propiedades con el de oliva

La subida de precio del aceite de oliva ha ocasionado la inclinación de muchos hacia la alternativa del aceite de girasol, que conserva precios bastante más razonables. Según Anierac, la suma de ventas de todos los aceites de oliva envasados de enero a junio en el mercado nacional ascendió a 145,93 millones de litros —el 17,7 % menos que el año pasado por estas fechas— mientras que las de girasol se dispararon el 25,66%, hasta los 147,48 millones de litros.  

Muchos pensarán que se trata de "la alternativa pobre" por la supuesta peor calidad del aceite de girasol, pero no es el caso. Es cierto que el aceite oliva virgen extra tiene unas propiedades excepcionales, pero hacer de menos al aceite de girasol es un error. Por ejemplo, el aceite de girasol tiene mayor contenido en vitamina E, que está relacionada con nuestras funciones cognitivas.

Según Alma Mª Palau Ferré, presidenta del Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de la Comunitat Valenciana y del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas de España, "el aceite de oliva está mucho más estudiado que el de girasol, así que se conocen muchas propiedades. En concreto, está bastante probada su relación de protección ante el cáncer de pulmón y los relacionados con el aparato digestivo, también con las enfermedades cardiovasculares y con las enfermedades digestivas en general. Además, no requiere de ningún mecanismo químico para su obtención. El sistema de producción es puramente mecánico, como obtener un zumo de un fruto, y eso lo hace especialmente interesante para el consumo humano".

En cuanto al aceite de girasol, "es de origen vegetal, y como tal, siempre será mucho más saludable que una grasa de origen animal o un aceite vegetal pero con propiedades de grasa animal, como puede ser el aceite de palma o el aceite de coco", aclara la experta.

Recientemente se ha publicado una segunda parte del famoso estudio del muffin llevado a cabo en 2014, que demostraba que las grasas saturadas engordaban más y contribuían menos a generar músculo que las grasas poliinsaturadas. En esta nueva entrega publicada en el American Journal of Medical Nutrition, los participantes comieron una media de tres magdalenas al día durante siete semanas: la mitad estaban hechas con grasas saturadas, como el aceite de palma, y el resto con poliinsaturadas, concretamente aceite de girasol.

Los investigadores han demostrado que la elección de una u otra grasa puede tener consecuencias epigenéticas, es decir, modificar el comportamiento de nuestros genes. Además, "las grasas poliinsaturadas, como las del aceite de girasol", explica el director del estudio, Ulf Risérus, "se han relacionado con un mejor metabolismo —el tratamiento que hace el cuerpo de los nutrientes— de los carbohidratos; faltaría saber ahora si esta mejora se produce también a nivel epigenético".

La clave está en medir las cantidades

Ambos son beneficiosos para la salud, pero al tener composición diferente es interesante alternarlos en nuestra dieta. "Por ejemplo, podemos usar el de girasol para cocinar y el de oliva para aliñar", explica Palau. Pero hay que medir las cantidades. "Que el aceite de oliva sea saludable y esté bueno, no justifica que lo echemos a chorro en las ensaladas o acabemos mojando media barra de pan en él", añade. 

"El consumo de grasas en nuestro día a día para un adulto sano de peso normal debería ser de unos 50-60 gr al día. Si llevamos una dieta variada, es decir, somos omnívoros y comemos carne, pescado, huevo, leche o yogur, es posible que ya consumamos con estos alimentos unos 25-30 gramos, por lo solo deberíamos incluir de dos a tres cucharadas adicionales de aceite y, desde luego, solemos abusar muchísimo y duplicar o triplicar esta cantidad".

En definitiva, la experta recomienda consumir ambos aceites por igual, y afirma que el elevado precio del aceite de oliva está justificado debido a que su forma de obtención es mucho más costosa. No obstante, advierte de que "hay que comprar el virgen —extra o no, pero virgen— porque los refinados ya no han sido obtenidos solo por sistemas mecánicos sino que también han sido sometidos a procesos químicos". Todas las propiedades saludables que se le atribuye, se refieren al aceite de oliva virgen.

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