A bacterias y virus les sienta bien el cambio climático
Un centenar de patógenos humanos y animales son sensibles a los vaivenes climáticos
A finales de septiembre del año pasado, entomólogos del servicio de Salud Pública de Inglaterra (PHE) encontraron en un aparcamiento para camiones de la gasolinera de Folkestone (condado de Kent, al sureste del Reino Unido) 37 huevos de Aedes albopictus. Por primera vez, se detectaba la presencia del mosquito tigre en suelo británico. El A. albopictus nunca había llegado ni tan al norte ni tan al oeste de Europa. Aunque no encontraron ningún ejemplar adulto, el cambio climático podría estar creando las condiciones para que este mosquito se asiente en Inglaterra y, con él, los patógenos de los que es vector.
El calentamiento global está alterando los patrones de distribución, comportamiento y hasta la genética de muchas especies. El cambio climático está adelantando la primavera, mientras unas especies se expanden a altitudes cada vez más altas, otras lo hacen en latitudes más extremas. Está provocando también grandes movimientos de personas y animales. Pero, ¿cómo está afectando a los principales patógenos? Hay evidencias de que en el pasado el clima ayudó a la propagación de enfermedades como la peste. ¿Cómo le sientan los vaivenes climáticos del presente a las bacterias, virus, hongos, protozoos o helmintos? ¿Cuál es el riesgo de que mosquitos como el A. albopictus transmita en Europa alguna de las cuatro enfermedades que ya contagia en otras regiones del planeta?
99 patógenos humanos o animales son sensibles a al menos un factor climático como la temperatura
Investigadores de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) han empezado a responder a esas preguntas con una especie de evaluación de riesgos. De los 3.628 patógenos conocidos, se centraron en 200 de los que tienen mayor impacto en Europa. Cogieron 100 que afectan a animales y otros 100 que se ceban con los humanos. 43 de ellos atacan a ambos, así que la muestra de patógenos únicos fue de 157. Ahí está lo mejor de cada casa, desde la Escherichia coli hasta la Yersinia pestis (ambas bacterias) hasta la Candida glabrata (un hongo) o el virus de la gripe.
Tras revisar lo que sabe la ciencia de cada uno de estos bichos, los científicos encontraron que 99 de ellos son sensibles a al menos un factor climático. Entre esos factores tuvieron en cuenta elementos como la altitud, la vegetación, la temperatura, la humedad o las lluvias. De estos 99 agentes causantes de enfermedades, el 90% mostraron sensibilidad a más de uno de los factores climáticos tomados en cuenta, en particular, a los cambios en la temperatura, la humedad y los patrones de lluvia. Estos tres están, precisamente, entre las variables más alteradas por el cambio climático.
"La sensibilidad climática de los patógenos es un indicador clave de que las enfermedades pueden reaccionar al cambio climático", dice la epidemióloga y principal autora de este estudio, Marie McIntyre. Aunque el estudio, publicado en Scientific Reports, no entra al detalle de qué hará el calentamiento global con cada una de estas criaturas, "evaluar qué patógenos son más sensibles al clima es información vital si queremos prepararnos para el futuro", añade.
Por grupos taxonómicos, los más dependientes de factores climáticos son los virus, las bacterias y los hongos y los que menos, los protozoos y los helmintos, o gusanos parasitarios. Por vía o vector de transmisión, los patógenos presentes en el suelo, la comida y el agua parecen los más sensibles al clima, en particular a la humedad y la temperatura. Pero los patógenos que más dependen del tiempo son los transmitidos por artrópodos, en particular insectos chupadores como las garrapatas y los mosquitos, la mayoría del género Aedes.
El A. albopictus puede transmitir el virus del dengue, el de la fiebre amarilla, el virus del Nilo Occidental o la artritis epidémica chikunguña. También ha resultado ser el vector clave en la última epidemia del virus del zika. Este mosquito y otros exóticos también de la familia Aedes se están expandiendo fuera de sus zonas originarias a otras regiones, como Europa o América. Y por eso son vigilados de cerca por las autoridades sanitarias.
En el caso del inicio, el lugar donde fueron encontrados los huevos del mosquito está muy cerca del Eurotúnel y lo más probable es que la hembra que los puso llegara desde Francia en uno de los camiones. El transporte internacional de mercancías y los movimientos de las personas eran las vías tradicionales para la introducción de patógenos exóticos. Pero, hasta ahora, el clima hacía de barrera, impidiendo su asentamiento. El calentamiento está derribando las barreras.
"En zonas que se están calentando rápidamente se observa un aumento creciente en el número de infecciones"
El cambio climático está alterando las condiciones climáticas en Europa hasta el punto de que estaría favoreciendo la expansión de patógenos ya presentes cada vez más al norte y, como en el caso del A. albopictus, la introducción de nuevos agentes causantes de enfermedades. Los mapas del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) muestran como el mosquito tigre llegó por las zonas más al este y sur de Europa, avanzando cada vez más al oeste y el norte. Desde 1990, otros mosquitos invasores, como el A japonicus o el A. koreicus, han llegado a Europa siguiendo el mismo camino.
En un artículo publicado en la revista médica The Lancet en 2015, los descubridores de los huevos de mosquito tigre en aquel aparcamiento para camiones estimaron que, en 20 años, el mosquito tigre tendrá unas condiciones aceptables para proliferar en suelo británico, en particular en el sur de Inglaterra. Y si la temperatura sube hasta los 2º las condiciones serán óptimas durante los meses del verano. A diferencia de lo que ha pasado en Italia, Francia o incluso España, en Reino Unido aún no ha habido casos autóctonos de dengue, chikunguña o zika. Pero lo que temen los expertos es que alguno de los varios centenares de casos importados (que han contraído la enfermedad fuera del país) que hay cada año sea picado por un A. albopictus y éste inicie una cadena de casos locales.
"Los cambios climáticos, con veranos más cálidos y largos, inviernos más suaves y el aumento anual de las lluvias pueden favorecer que estos organismos [mosquitos y otros artrópodos vectores] amplíen su hábitat, con la posibilidad de introducir enfermedades en zonas donde antes no existían", comentan en un correo expertos del ECDC. El aumento de temperatura también multiplicará los casos de salmonelosis, al comprometer el estado de la comida, y las infecciones procedentes del agua tanto la de beber como la del mar.
La Salmonella enterica forma parte de la lista de los 100 patógenos más sensibles al clima. Pero a la cabeza de ella aparecen la duela del hígado (Fasciola hepatica), un gusano parásito, la Borrelia burgdorferi, una bacteria transmitida por la garrapata, el bacilo que provoca el ántrax y la Vibrio cholerae, responsable del cólera.
El microbiólogo marino de la Universidad de Bath (Reino Unido), el español Jaime Martínez-Urtaza, lleva años investigando a las bacterias del género Vibrio que se desenvuelven en el mar. "Son un modelo perfecto para observar el calentamiento de los mares debido a su afinidad por la temperatura y sus preferencias ecológicas por zonas calientes. En zonas que se están calentando rápidamente, se observa un aumento creciente en el número de infecciones", explica. Para él, el aumento de la temperatura es clave. No solo porque los patógenos tiendan a proliferar con el calor, sino que también sus principales vectores se están expandiendo por el mismo motivo. Y calor, más calor, es lo que se espera para los próximos años.
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