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El hombre que se casa con árboles para proteger la naturaleza

El artista peruano Richard Torres ya ha contraído matrimonio con 12 árboles en América Latina

El artista peruano Richard Torres, tras contraer matrimonio simbólicamente con un árbol de Ciudad de Guatemala.
El artista peruano Richard Torres, tras contraer matrimonio simbólicamente con un árbol de Ciudad de Guatemala.Asier Vera
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—¿Aceptas unirte al árbol de Guatemala, amarlo, respetarlo y seguir llevando el mensaje de paz a todos los países del mundo?

—Sí, acepto

—¿Te comprometes tanto en la salud como en la enfermedad a seguir promoviendo la lucha por salvar a los árboles de nuestra madre tierra?

—Sí, me comprometo

—Yo os declaro compañeros de vida y de amor puro para siempre, por lo que puedes amar al árbol dándole un abrazo y un beso.

En ese instante, el artista peruano Richard Torres estampa un beso al tronco de un esbelto árbol situado en el Parque Central de Ciudad de Guatemala al que se ha colocado un vestido blanco en una de sus ramas. Ataviado con traje igualmente blanco, sombrero negro y sandalias, Torres ha viajado a Guatemala para contraer su duodécimo "matrimonio" con un árbol después de haber celebrado desde 2013 bodas simbólicas en Chile, Argentina, México, Cuba, Colombia, Bolivia, Venezuela y Perú. En agosto recalará en Madrid, después de haberse casado con árboles en Honduras y Costa Rica. Esta es su contribución para evitar la “masacre” de la naturaleza, según asegura este ecologista y licenciado en Arte Dramático nacido en la Amazonia peruana e impulsor del proyecto arte con conciencia Cásate con un árbol.

Torres comenzó en 2012 en su tierra natal a luchar contra la deforestación que afecta a América Latina y el Caribe, que es la región del mundo más afectada por este fenómeno. Así, entre 1990 y 2015, se han perdido unos 97 millones de hectáreas de bosque, según los indicadores del Banco Mundial. No obstante, no todo son malas noticias, ya que la región también se ha concienciado sobre este problema y desde el 2014 ha protegido más de la quinta parte de sus tierras.

Mientras los Gobiernos tratan de evitar quedarse sin bosques, Richard Torres sigue su periplo por América contrayendo matrimonios “simbólicos y espirituales” con los árboles exhortando al mundo a que “haga la paz y no la guerra ecológica, ya que nuestro planeta necesita oxígeno para respirar". De esta manera, pretende llamar la atención sobre un problema reflejado en el 15º Objetivo para Transformar Nuestro Mundo de las Naciones Unidas y que se refiere a la gestión sostenible de los bosques. En él se advierte de que cada año desaparecen en el mundo 13 millones de hectáreas de bosque, mientras que la degradación persistente de las zonas áridas ha provocado la desertificación de 3.600 millones de hectáreas.

Perdón a la madre Tierra por la tala ilegal

Por ello, Richard Torres inició su ceremonia inca de casamiento en Guatemala pidiendo “perdón” a la madre tierra por toda la “tala ilegal” de árboles que está padeciendo este país y Centroamérica y por la “masacre injustificada que está ocurriendo en esta tierra sagrada de los mayas”. Concretamente, entre 2006 y 2010, Guatemala perdió un promedio de 38.600 hectáreas anuales de bosque dentro y fuera de las áreas protegidas, según revela el Pacto Ambiental 2016-2020, asumido por el Gobierno a raíz de una serie de propuestas y reclamaciones realizadas por la sociedad durante la denominada Primavera Guatemalteca. Este movimiento ciudadano se tradujo en masivas protestas que desencadenaron la dimisión y el encarcelamiento de los entonces presidente y vicepresidenta, Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, respectivamente, por su implicación en un caso de corrupción aduanera.

El diagnóstico de este Pacto es descorazonador: “Guatemala está perdiendo su patrimonio natural y con ello sus posibilidades de desarrollo y bienestar”. Así, pone de manifiesto que a pesar de que el 65% del territorio guatemalteco es de vocación forestal, actualmente el 34.2% tiene bosques, lo que significa 3,7 millones de hectáreas, debido a que “el territorio se usa cada vez más para ganadería extensiva, agricultura y desarrollos urbanos, sin planificación, ni gestión de riesgo”.

El ser humano se ha convertido en un animal salvaje que lo único que hace es asesinar a la naturaleza Richard Torres

“Que nos perdone la naturaleza por toda la sangre ecológica que se sigue derramando”, clamó Richard Torres minutos antes de dar el sí quiero a un árbol de Guatemala. En este país cada año se talan de manera ilegal una media de 132.000 hectáreas de árboles, principalmente de bosques naturales de la zona del Petén, según desvela un informe publicado en 2015 por la Universidad Rafael Landívar. Solo entre 2000 y 2010 se perdieron en el mundo siete millones de hectáreas de bosques tropicales al año, tal como revela el informe bianual sobre el estado mundial de los bosques de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicado en 2016. Este estudio pone de manifiesto que las causas de la deforestación fueron la agricultura comercial a gran escala (en un 40% de los casos); la agricultura de subsistencia local (33%); las infraestructuras (10%); la expansión urbana (10%) y la minería (7%).

Con este panorama, Richard Torres pretende concienciar al mundo sobre la necesidad de cuidar los árboles casándose con ellos por ser los “principales suministradores de salud y oxígeno”. Así, según las Naciones Unidas, los bosques son el medio de vida de alrededor de 1.600 millones de personas, incluidas más de 2.000 culturas indígenas, mientras que en ellos habita más del 80% de las especies terrestres de animales, plantas e insectos.

La zona del Petén es la más afectada de Guatemala

El artista peruano incide en que el objetivo de su boda es “pedir la paz de la naturaleza en Guatemala que en estos momentos sufre una crisis absoluta” debido a que, según denuncia, “son miles de hectáreas de bosques milenarios que se están asesinando y depredando en la zona de Petén”. Ubicado en el extremo septentrional de Guatemala, Petén cuenta con 1,8 millones de hectáreas boscosas, incluidas en su mayoría en la Reserva de la Biosfera Maya, donde se encuentran los centros arqueológicos mayas de Tikal y El Mirador. Sin embargo, el Instituto Nacional de Bosques (INAB) señala que el 85% de la pérdida de recursos naturales ocurre en el departamento de Petén y estima que la tala ilegal representa unas pérdidas de 2.200 millones de quetzales (300 millones de euros), entre impuestos, valor de reposición del bosque por plantaciones, valor del suelo erosionado y valor del carbono almacenado en los bosques.

Para evitar esta catástrofe natural, el INAB implementó en el 2010 un Plan de Acción Institucional para la Prevención y Reducción de la Tala Ilegal. Mientras este proyecto trata de lograr sus frutos, Torres pretende levantar su voz contra esta situación de deforestación y ser un “rayito de luz en este planeta, que está siendo asfixiado por la contaminación. “Guatemala tiene una naturaleza prodigiosa, debido a que cada día pare maíz, frijoles y mucha fruta, por lo que tenemos que cuidar esta tierra sagrada, con el fin de que prevalezca durante miles de años”, recalca.

Así, explica que con este espectáculo, a través del cual pretende casarse “con todos los árboles del planeta”, quiere pedir “auxilio” y que “ya no se masacre más la naturaleza porque nuestros niños y niñas necesitan oxígeno para respirar en paz”. En este sentido, lamenta que el ser humano se ha convertido en un “animal salvaje que lo único que hace es asesinar a la naturaleza”.

La tala ilegal acaba con una media de 132.000 hectáreas de árboles cada año en Guatemala

Torres detalla que su proyecto de unir la naturaleza con el ser humano a través de las bodas pretende lanzar un mensaje, sobre todo, a los menores de edad, dado que, según recuerda, son los que van a heredar este planeta tierra que “ahora está sangrando”. De este modo, considera que la madre tierra “no está enferma, sino que los que estamos enfermos somos nosotros”. Durante la ceremonia de matrimonio celebrada en Guatemala, a la que acudieron como padrinos el pintor y cantautor de este país Adelso René Ramos y Cristopher Moreno, respectivamente, el artista ofreció sal y azúcar al árbol con el que se iba a casar para incidir en que “sin los alimentos de la tierra no podríamos vivir”.

“Dentro de poco no podremos respirar”

Momentos antes de que Adelso René Ramos pronunciara las preguntas de rigor para casar a Richard Torres con un árbol, el artista regó con agua al que se iba a convertir en su pareja, al tiempo que le echó granos de frijoles, al ser el “alimento importantísimo en la cultura de los mayas y los guatemaltecos”. Posteriormente, colocó como ofrenda maíz, naranjas, plátanos y pan, para que “nunca falten estos alimentos en este país sucumbido por la violencia”. Richard Torres también aprovecha estas ceremonias para plantar árboles en los países que visita y, concretamente, en Guatemala sembró varios árboles de pimienta. Con esta acción quiso hacer un llamamiento a la ciudadanía para que planten árboles, ya que “gracias a ellos mucha gente está respirando en estos momentos”, de manera que advirtió de que si continúan los actuales niveles de deforestación “no vamos a poder respirar dentro de poco y no vamos a poder alimentarnos”.

El Gobierno de Guatemala y del resto de países de Centroamérica son bien conscientes de la situación crítica que atraviesa la zona y, por ello, en 2016 se acordó, con la ayuda del Programa de Alianzas Internacionales de la Agencia Espacial del Reino Unido, plantar en los siguientes tres años 6 millones de árboles, de los cuales el 80% (4,8 millones) serán sembrados en Guatemala. Para lograr este objetivo, se han presupuestado 50 millones de quetzales (6,8 millones de euros).

Tras colocarse un anillo de casado y lanzar el tradicional ramo de flores a los invitados solteros al enlace, el artista esperó que el árbol de Guatemala “no se ponga celoso”, ya que su intención es continuar casándose con más árboles. Si surgen los celos, ya avisa de que va a tener que divorciarse. Torres ya tiene en su mira contraer matrimonio en EE. UU. y, concretamente, en la frontera con México, porque “todos somos dueños de esta tierra y, por tanto, las fronteras y los muros no deberían existir”. “Hagamos el amor y no la guerra y plantemos árboles en lugar de hacer muros”, concluye.

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