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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A más retórica sobre reformas, más desigualdad

El 28% de los los españoles puede caer en exclusión social después de los ajustes. El sufrimiento social ha sido gratuito: España sigue siendo vulnerable a los shocks de deuda

Jesús Mota
Mariano Rajoy, presidente de Gobierno
Mariano Rajoy, presidente de GobiernoBERNARDO PÉREZ

No se ha prestado la atención debida al Informe España 2017 de la Comisión Europea. Ofrece una advertencia explosiva sobre el aumento de la desigualdad en España y sobre el riesgo de que se convierta en un factor de confrontación social. Los gobiernos de Rajoy se han instalado cómodamente en el búnker de la mejora macroeconómica: hay más crecimiento y se crea empleo. Lo dicen las estadísticas a vista de pájaro. A continuación, se remata el discurso estupefaciente con una arenga descacharrante: “Hay que proseguir con las reformas”. ¿Que reformas? ¿Con la fiscal, que se ha sustituido por un parcheo infame de cambios impositivos? ¿Con la de los mercados intervenidos o capturados en régimen de oligopolio? ¿Con la de la administración, inexistente, o con la de los lobbies, sobre los que el equipo de gobierno prepara un cambio sonrojante?

He aquí algunas estadísticas que recuerda la Comisión: el 13,1% de los trabajadores está en riesgo de pobreza; el 28% de los ciudadanos tiene riesgo de exclusión social; hay probabilidades de que en la economía española se instalen tasas de pobreza elevada incluso entre los colectivos con empleo; la contratación temporal (el 27%, sólo por debajo de Grecia) degrada la productividad; uno de cada cuatro contratos temporales firmados en 2016 tuvo una duración inferior a siete días. Y en lo que va de 2017 —esto no lo dice la Comisión—, uno de cada tres contratos suscritos dura menos de 30 días. Tampoco dice la Comisión, aunque seguro que lo sabe, que el 70% de los trabajadores jóvenes perciben menos de 1.000 euros mensuales de salario; o que un parado en España cobra el 61% de sus ingresos anteriores (En Francia y Alemania el 67%, en Finlandia el 76% y el Dinamarca el 84%). ¿Sabían que aquí el salario más frecuente es de 16.500 euros anuales?

Iniciemos la deconstrucción. La Comisión se rasga hoy las vestiduras, pero se olvida de que las políticas de austeridad, defendidas a sangre y fuego por Bruselas —polichinela de Berlín, La Haya o Helsinki— son responsables de la indefensión pública en los países del Sur. Que tu mano izquierda no sepa nunca nunca las consecuencias de lo que haces con la derecha. ¿Y que decir de los gobiernos españoles a partir de 2012? Pues que han aplicado la política económica más inepta de la UE. ¿Razones? Una, porque que las políticas de ajuste indiscriminado (recortes abyectamente rebautizados como reformas) necesitan técnicas sofisticadas de aplicación; no basta con recortar en Educación y Sanidad, sino que hay que retirar las partidas con menos impacto en el crecimiento. Dos, porque la política de depresión de las rentas requería, para evitar la pobreza y la exclusión, políticas activas de empleo (inexistentes o fracasadas). Tres, porque el sufrimiento social ha sido a cambio de nada; España, como recuerda la propia Comisión, sigue siendo vulnerable a los shocks de los mercados.

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La relación entre Bruselas y Madrid es, en caso, la que produce entre Instigador y Ejecutor. “Cualquier necio —dijo Henry David Thoreau— puede inventar una norma [austeridad] y cualquier necio la cumplirá”. En esas estamos.

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