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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
NO LUGARES

El nuevo POTUS soluciona nuestro follón migratorio

Nos viene fenomenal todo aquello que nos distraiga de mirar hacia lo importante

Un grupo de migrantes en la parte trasera de una camioneta atraviesa el desierto de Níger en dirección Libia.
Un grupo de migrantes en la parte trasera de una camioneta atraviesa el desierto de Níger en dirección Libia.Pablo Tosco (Oxfam Intermon)

El pasado viernes 27 de enero el nuevo POTUS firmó un decreto presidencial que se convirtió en La Noticia mundial durante días. Cuando el POTUS era Obama las siglas me recordaban al poto, la planta esa tan agradecida que crece incluso en condiciones muy adversas. Ahora, me hacen pensar en otra cosa.

Y mientras todos nos dedicábamos a seguir muy de cerca las acciones y reacciones provocadas por nuestro nuevo POTUS en temas de inmigración, en Europa, donde vivimos, pasaban un montón de cosas, algunas de ellas importantes.

Sin ir más lejos, el sábado 28 de enero se reunían François Holland y Angela Merkel para preparar la cumbre de Malta del pasado viernes, donde el gran reto consistía en abordar los problemas migratorios que tenemos por este lado del mundo. Tras la reunión, Merkel daba una jugosa rueda de prensa y entre otras cosas afirmaba que la Unión Europea no puede cerrar un acuerdo de gestión de flujos migratorios con Libia como el que tenemos con Turquía, porque principalmente no se pueden asegurar las condiciones humanitarias necesarias para los refugiados.

¿Qué significa esto y porqué me parece tan importante?

En los últimos años, y más concretamente en los últimos meses, se han incrementado considerablemente los movimientos de personas hacia Europa. Una de las herramientas puestas en marcha por la Unión Europea para frenar estos flujos consiste ayudar, dicen, económicamente a los países no europeos que son atravesados por los inmigrantes, de modo que sean ellos los que frenen los movimientos. Es decir, que pagamos a países como Turquía o Marruecos, por ejemplo, para que hagan de muro y protejan nuestras fronteras. Concretamente, la Unión Europea anunció en diciembre que dedicará al menos 100 millones de euros a estos pagos, distribuidos entre 14 países entre los que se encuentra también Libia. El problema es que muchos de esos países tienen una estructura política dudosamente democrática, por decirlo suavemente. Y si a estos países les cuesta respetar los derechos humanos de sus poblaciones locales, es una ingenuidad, por seguir hablando con dulzura, pensar que van a dejarse la piel por los inmigrantes que llegan a su territorio. De entre todos los países agraciados con la ayuda de la UE los hay malos, muy malos y luego está Libia.

En su excepcional libroLa nueva Odisea en el que analiza y narra los movimientos de los flujos migratorios de acceso a Europa por tierra y mar, Patrick Kingsley explica que de todos los espacios que tiene que atravesar un inmigrante que recorre la ruta mediterránea, Libia es con diferencia el peor. Peor que el mar en lancha hinchable, peor que el desierto del Sahara, peor que todo. Y así lo corrobora un extenso informe de Amnistía Internacional publicado el pasado 5 de mayo del 2016. Libia no tienen un gobierno central sólido y el país está tomando por los contrabandistas, los traficantes y las milicias que secuestran, torturan, matan o esclavizan a los migrantes que se encuentran.

De modo que, aplicando esa exitosa estrategia europea de ojos que no ven corazón que no siente, confiamos en Libia para que gestione, un poco, el tráfico de los flujos migratorios a los que tiene acceso. Y, muy diligentemente, el Gobierno libio monta unos campos con nuestro dinero y empieza a trabajar en el tema. Según ha podido comprobar la embajada alemana en Níger, en los campos libios se tortura, se maltrata y SE EJECUTA a los que se encuentran en ellos. Esta información oficial se hace pública el pasado lunes 30… quedan cuatro días para la cumbre.

Era de suponer que teniendo en cuenta el vox populi, el informe de Amnistía en mayo, las declaraciones de Angela Merkel el 28 enero y el escándalo de lo que podrían calificarse de campos de exterminio el 30, la reunión de la UE sobre migraciones se abordaría con fuerza y determinación: tortura y asesinatos en campos pagados con nuestro dinero, ¡NO!

Pero mira tú la sorpresa cuando sale la información de la Cumbre el pasado viernes 3 de febrero y, no solo la Unión Europea no veta a Libia sino que decide reforzar su apoyo a ese país, incrementando la inversión en el mismo y utilizando para ello, por supuesto, la Ayuda Oficial al Desarrollo.

Recapitulemos: la UE quiere frenar los flujos de migrantes. Aunque construye muros cada vez más altos y más mortíferos no consigue hacerlo. Entonces decide pagar a países que tienen una relación complicada con los derechos humanos para que sean estos los que frenen los flujos, a pesar de que dentro de las medidas que ponen en marcha dichos países se incluyan ejecuciones de migrantes.

Este bombazo informativo pasa a segundo plano porque, además de tomar esa y alguna decisión más del tipo, los líderes europeos también ¡¡hablaron de POTUS!! Y eso sí que es una pedazo de noticia, como así lo demostraron la mayoría de las crónicas sobre la cumbre publicadas en nuestra prensa nacional.

Y, cerrando el círculo, vemos como el nuevo POTUS será el que, sin quererlo, nos ayudará a controlar los flujos migratorios de la ruta mediterránea sin que nos sintamos en absoluto responsables de las atrocidades que se puedan cometer para ejercer dicho control, aunque se financien con nuestro dinero.

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