_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tontas listas

Demasiadas mujeres dejamos que los hombres nos saquen las castañas del fuego y luego queremos ser dueñas de nosotras mismas

Luz Sánchez-Mellado
Rosalía Iglesias, esposa del ex tesorero del PP Luis Bárcenas, a su salida de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid), juzgada por el caso Gürtel.
Rosalía Iglesias, esposa del ex tesorero del PP Luis Bárcenas, a su salida de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid), juzgada por el caso Gürtel. VÍCTOR SAÍNZ

Rosalía Iglesias es una señora muy vistosa, mayestática y consciente de sí misma que sale de vez en cuando en los telediarios. Da gloria verla en esos planos en bucle tan del gusto de los programas de actualidad rabiosa, esquivando cámaras y micros con el vaivén de su pelazo, su bolsazo, sus gafazas de ir de incógnito y el aire de aquí estoy yo porque he venido de las muy divas de la vida. De esa guisa, espalda erecta y testa altísima, la hemos visto entrar y salir de su casa en el Madrid más pijo, ir a ver a su marido al presidio entre mujeres de camellos y acudir al juzgado por el proceso contra su esposo, Luis Bárcenas, y ella misma por fraude y blanqueo, en el que se le piden a ella 24 años de cárcel. Antes muerta que sencilla.

Con todo, lo que más me fascina de la doña es su cara de no me puedo creer lo que me está pasando, te lo juro, o sea. Si ella solo acompañaba a su esposo al banco, como está mandado. Si ella solo firmaba lo que él le ponía por delante, como han hecho las señoras toda la vida. Si a ella, y le parece “una estupidez decirlo”, todo lo que hace ese hombre le parece divino. Si ella, en fin, es la esposa modelo. Entendiendo perfectamente la doctrina Rosalía —conozco a unas cuantas de todos los estatus, y una misma no sabía ni leer las facturas hasta ayer mismo—, la conclusión es demoledora. “No soy tonta”, se ha excusado Iglesias en el banquillo sin que nadie se lo pidiera. Por supuesto, nadie lo duda. Pero, entre la confianza ciega, la obediencia debida, la cooperación necesaria y la ignorancia deliberada —como sé la respuesta, no pregunto y ya trinco yo también, si eso— hay cien términos medios. Sumisas, subsidiadas, subalternas, comodonas, confiadas o cómplices. Demasiadas mujeres dejamos que los hombres nos expliquen todo, nos lleven las cuentas y nos saquen las castañas del fuego, y luego queremos ser dueñas de nosotras mismas. En el pecado llevamos la penitencia.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_