¿Qué hará falta para vencer al sida antes de 2030?
Los avances científicos no significan nada si los afectados se avergüenzan y se sienten demasiado juzgados
Expertos de todo el mundo creen que tenemos lo necesario para vencer a la epidemia del sida de aquí a 2030. Los grandes avances científicos y las lecciones aprendidas a lo largo de los años son la causa principal de esta confianza. Pero vencer al sida no significa que no haya nuevas infecciones de VIH. Por el contrario, indica que se puede poner fin a la epidemia como amenaza para la salud mundial. Para alcanzar este objetivo de aquí a 2030, los países deberían reducir el número de nuevas infecciones un 90% respecto al año 2010, explica el Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA).
Esto significa no superar en todo el mundo las 200.000 nuevas infecciones anuales entre adultos antes de 2030.
¿Dónde estamos?
Anualmente, desde 2010, aproximadamente 1,9 millones de adultos se han contagiado de VIH. Solo en Sudáfrica, el departamento de Sanidad calcula que este año han debido de producirse 270.000 nuevas infecciones. El departamento quiere reducir esa cifra a 100.000 infecciones anuales de aquí a 2022. Queda mucho por recorrer.
De modo que, como hoja de ruta para vencer al sida en 2030, ONUSIDA ha planteado objetivos a más corto plazo, en especial para países con tasas de infección por VIH elevadas, como Sudáfrica. Se conocen como los objetivos 90-90-90, y deben alcanzarse de aquí a 2020. Para entonces, el 90% de todos los infectados por VIH deberían conocer su estado, el 90% debería estar en tratamiento antirretroviral (TAR), y el 90% de los sometidos a tratamiento debería alcanzar la supresión viral.
¿Qué utilidad tendrá esto?
Bien, la ciencia ha demostrado que el TAR no solo mantiene sanos a los contagiados de VIH, sino que también ayuda a evitar la propagación del virus. Cuando los infectados de VIH toman correctamente el tratamiento, la cantidad de VIH en su cuerpo se reduce tanto que es prácticamente imposible que infecten a otros. Esto se denomina supresión viral. De modo que la tasa de nuevas infecciones por VIH disminuirá drásticamente si la mayoría de los infectados recibe tratamiento.
La Organización Mundial de la Salud afirma que solo el 60% de los infectados por VIH en el mundo lo saben. Sudáfrica va a la cabeza en esto: las cifras publicadas por el departamento de Sanidad muestran que el 76% de los adultos infectados conocen su situación.
En 2015, el 46% de los infectados de VIH tenían acceso a tratamiento en todo el mundo, según ONUSIDA. De nuevo, el porcentaje es más alto en Sudáfica, donde el 65% de los adultos que han dado positivo en VIH recibe tratamiento, según revelan los datos del Departamento de Sanidad.
Solo el 60% de los infectados por VIH en el mundo lo saben
Pero vamos a la zaga en el seguimiento de si los pacientes que reciben TAR han alcanzado la supresión viral: las cifras aportadas por el sistema Tyer.net del departamento de Sanidad muestran que solo hemos medido la cantidad de virus en sangre aproximadamente del 50% de los pacientes tratados. Los que se han hecho los análisis van bien, pero para el resto, sencillamente no tenemos ni idea, porque los resultados de sus pruebas no se han registrado o porque no se les han hecho pruebas.
Este informe especial se centra en qué podemos hacer para alcanzar los objetivos 90-90-90 y lograr finalmente acabar con la epidemia de sida de aquí a 2030. Ha habido muchos descubrimientos científicos: las personas no infectadas pueden tomar fármacos antirretrovirales para reducir el riesgo de infección, la circuncisión médica de los varones disminuye en un 60% la probabilidad de que los hombres heterosexuales se infecten, ahora disponemos de pruebas caseras para determinar si una persona está infectada, y Sudáfrica está probando una vacuna muy prometedora contra el VIH.
Pero también hay aspectos que se interponen en el camino hacia la victoria contra el sida. Uno de los objetivos del ONUSIDA para 2030 es eliminar por completo la discriminación contra los infectados de VIH. En Sudáfrica, la discriminación sigue estando muy extendida. Impide que las personas de riesgo se hagan la prueba, o que recojan su tratamiento en las clínicas. Literalmente, el estigma propaga el virus.
Los avances científicos no significan nada si los infectados se sienten demasiado avergonzados y demasiado juzgados como para solicitarlos.
Información publicada originalmente en Bhekisisa, la sección sobre salud del periódico sudafricano Mail & Guardian y con la que Planeta Futuro mantiene un acuerdo de colaboración.
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