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Columna
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Rueda de Ixión

En España juzgamos por pares opuestos. Por eso siempre tendremos al país escindido y hay que aceptarlo como que el agua es húmeda

Félix de Azúa
Una vecina coloca en su balcón una bandera española, frente a una casa con la estelada nacionalista catalana, en una calle de Barcelona.
Una vecina coloca en su balcón una bandera española, frente a una casa con la estelada nacionalista catalana, en una calle de Barcelona. GIANLUCA BATTISTA

Ciertas lecturas revelan la nulidad de nuestros esfuerzos y rebeldías, con lo que ayudan al sosiego y la felicidad. Nadie confunda la resignación con la constatación. Aceptar que el agua es húmeda no es resignarse sino admitir con sentido común que hay cosas inamovibles. Quienes niegan que el agua es húmeda van al nosocomio.

Me lo señaló (¡cómo no!) Andrés Trapiello. Y es que, hace 100 años, Pío Baroja publicó un discurso, Momentum catastrophicum, que parece escrito antes de ayer domingo. Lo que expone en 1919 es idéntico a cuanto venimos repitiendo los que defendemos la Constitución, los unionistas, españolistas o como quieran llamarnos. Es decir, aquellos para quienes los sediciosos vascos y catalanes son el arcaísmo absoluto y lo más demagógico de España. Lo escribía Baroja en su época roja, al acabar la I Guerra Mundial. Vino luego la dictadura de Primo, la República, la II Guerra Mundial, la dictadura de Franco, la democracia, y todo sigue igual.

En realidad, el problema es constitutivo de España. Católicos y judíos, cristianos viejos y conversos, liberales y carlistas, rojos y azules, progres y fachas, Iglesias y Errejón. Las excusas varían, el odio se mantiene. En España sólo juzgamos por pares opuestos. Si nos quedamos sin enemigo, se nos funde el cerebro y la conciencia bizquea. En consecuencia, siempre tendremos al país escindido y hay que aceptarlo como que el agua es húmeda.

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Así que el conflicto se desvanece. ¿Y si en lugar de un problema es la solución? ¿Y si mejor estamos con los nacionalistas chinchando, que unidos todos contra algo peor que surgiría en cuanto nos uniéramos? ¿Y si este es nuestro modo de estar juntos y lo que nos aviva el ingenio? ¡Qué alivio! Cuando quieran unirse habrá que impedirlo.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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