Hitler (¡y el Brexit!) marcan los libros del año
Lo que leemos nos habla de lo que somos o lo que tememos. "Mi lucha" vuelve a ser best seller
Los libros que leemos nos suelen hablar de lo que somos, lo que tememos y lo que necesitamos encarar; o al menos esta conclusión se puede sacar de los más destacados del 2016. Una novela sobre las secuelas de un ataque terrorista (The association of small bombs, de Karan Mahajan) ha encabezado la lista de los mejores del año del New York Times. El libro sobre la Inglaterra postBrexit publicado a contrarreloj tras el sorprendente resultado del referéndum logró colarse en lo alto de la lista de The Guardian: Autumn, de Ali Smith. Y una soberbia historia de heridas abiertas por la violencia en el País Vasco (Patria,de Fernando Aramburu) ha trepado con justicia en todas las listas de los suplementos literarios en España.
En Alemania, los informativos también hablan de ataques terroristas o de desafíos europeos, pero la noticia cultural de esta Navidad ha sido el éxito imprevisto de la edición crítica de Mi lucha, que ha estado 35 semanas en las listas de best sellers de Der Spiegel. A pesar de su alto precio (58 euros) y de su enorme extensión (1.948 páginas en dos tomos) la editorial que arrancó en enero 2016 con una edición de 4.000 ejemplares que creía destinada a frikis y estudiosos ha reimprimido y vendido ya ¡85.000 copias! Las traducciones al inglés y al francés están en camino.
La obra considerada más peligrosa de la historia, libro de culto para ultraderechistas, que Goebbels llamó “el evangelio de una nueva era” y en la que los críticos ven una caja de Pandora que no hay que reabrir jamás no estaba prohibida, pero sus derechos eran propiedad del Estado de Baviera durante 70 años y, al expirar ese plazo en 2016, quedaron liberados. El Instituto de Historia Contemporánea de Múnich preparó esta edición crítica que hoy es best seller con más de 3.500 notas de historiadores para contextualizar las barbaridades del genocida. Al principio contó con el apoyo del Gobierno de Baviera, pero la polémica desatada antes de la publicación y las protestas de organizaciones de supervivientes del Holocausto paralizaron el espaldarazo oficial. Tras un viaje a Jerusalén, el ministro de Educación de Baviera —que había aprobado ya una subvención de 500.000 euros— reculó y anunció que el respeto a las víctimas imponía una retirada. El Instituto de Historia resistió enormes presiones, siguió adelante y hoy celebra el éxito como un interés colectivo necesario que no implica una resurrección del nazismo.
El miedo a revivir una legitimación de argumentos fascistas es comprensible, pero la libertad de conocer es más poderosa. Además es dudoso que los xenófobos de hoy precisen elaboraciones del pasado cuando tienen cerca las palabras de Le Pen, Trump o las falsas noticias de la web de su jefe de estrategia, Breitbart News, que ayer acusaba a mil musulmanes de quemar una Iglesia en Alemania.
Leer es saber y saber es empezar a comprender. Lo que, como nos enseñó Primo Levi, no es lo mismo que justificar. Eso sí, si el Brexit, el terrorismo y Hitler, Mi lucha han sido los libros de 2016 ¿no temen conocer cuáles serán los de 2017?
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