Puertas Abiertas en El Calvario
El pasado sábado 17 de diciembre, y por segundo año consecutivo, se vivió en el barrio de El Calvario la jornada de Puertas Abiertas.
Ante la proliferación de tantos muros, rejas y puertas que se cierran a causa de la delincuencia que se vive en Venezuela, aún quedan esperanzas para apreciar una ciudad abierta, positiva y creativa.
El Hatillo es una área residencial situada en el este de Caracas con una población que no supera los 70,000 habitantes (según el censo de 2011). Parte de su atractivo es la famosa y bien conservada Plaza Bolívar del pueblo de El Hatillo, donde se encuentra la casa de Baltasar de León, su fundador, y la iglesia de Santa Rosalía de Palermo, datada del 1785.
Tradicionalmente, la mayoría de los caraqueños solían visitar la plaza los domingos para degustar los helados, pizzas y artesanías que el pueblo ofrece así como también deleitarse del colorido y bien conservado casco histórico.
Sin embargo, pocos conocen el municipio por sus barrios populares sino, más bien, por sus lujosas urbanizaciones tales como La Lagunita y La Boyera.
Barrio El Calvario del Hatillo visto desde Oripoto 🏠🏡🏚 https://t.co/cuHYyBwJhg pic.twitter.com/JTDPYJyx81
— Miguel Henriquez (@mahenriquezm) July 30, 2016
El pasado 17 de diciembre, cientos de personas de toda la ciudad de Caracas decidieron dejar atrás sus prejuicios acudiendo a las jornadas ‘El Calvario- Puertas Abiertas’, un evento propiciado por activistas urbanos, artistas e instituciones tales como la plataforma turística y deportiva Vive el Hatillo con el fin de conocer El Calvario, un barrio popular nacido durante la década de los 50, situado frente al casco histórico de El Hatillo.
Estas ‘puertas abiertas’ brindaron una oportunidad a todos los caraqueños y hatillanos para que pudiesen entender la ciudad como un espacio abierto, sin muros que dividen y distinguen unos habitantes con otros. Es una iniciativa como pocas se han visto en la capital venezolana últimamente.
Fue una apertura a todos los ciudadanos para poder apreciar y entender muchas de las realidades que se viven en los sectores empobrecidos de la ciudad. De hecho, este tipo de eventos no dejan de ser experiencias urbanas por excelencia. Una interacción totalmente despolarizada en el que la cultura y el arte se convirtieron en el hilo conductor.
El barrio se concibe sin prejuicios, como un lugar abierto, sensible y creativo, donde la mayoría de su habitantes mostraron sus artesanías (piezas en madera tallada, collares, zarcillos, manualidades, etc.) ocupando los lindares de sus casas y decorando la calles juntamente con otros vecinos. De hecho, hubo más de 50 paradas entre las cuales destacaron los puestos de comida, música, artesanías, exhibiciones, pintura, murales, manualidades, talleres sobre ecología urbana, charlas, presentaciones de libros, rutas fotográficas…
Pero, ¿cuál fue la clave para hacer tal convivencia exitosa?
Sin lugar a dudas, la cultura y el arte fueron los mediadores de la jornada y los que le dieron sentido. Sin ellos, este intercambio de experiencias y saberes no hubiese sido posible. La comunidad local organizada hizo un gran esfuerzo juntamente con las instituciones y organizadores del evento, quienes destinaron su valioso tiempo en que todo esto valiera la pena.
Reuniones preparatorias, recorridos previos y mucho diálogo es lo que hubo durante los meses anteriores tanto con la comunidad local y los organizadores. Y es que, en un país tan politizado y polarizado como lo es Venezuela, solo es posible que estas jornadas sean satisfactorias para todos si se evita el protagonismo político y por un día, las fuerzas se focalizan en los habitantes de la ciudad y el bien común.
Solo de este modo, El Calvario- Puertas Abiertas se podrá convertir en una tradición que poco a poco ayude a entender que no solo el barrio es para quienes lo habitan; sus puertas siempre están abiertas para que cualquier día, el caraqueño se adentre en confianza. Esto solo fue un segundo impulso.
A pesar de que el mismo sábado hubo saqueos en todo el sur del país además de sumarse la escasez para pagar en billetes de 100 Bolívares, por unos instantes, se creó en El Calvario un oasis en mitad de la ciudad que nos hizo olvidar de todos los problemas.
Esperamos que este nuevo año se repitan muchas más jornadas de Puertas Abiertas, no solo en el Calvario sino en otros muchos barrios de Caracas.
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